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30 de Septiembre de 2024

La lógica de Charly

Conflictivo, díscolo, extremo, egocéntrico y auténtico, criticado por su excentricidades, su mal genio o por sus adicciones, el Maestro decidió regalarnos una obra mas para decirnos lo que pasa y lo que le pasa a él en este circo que es el mundo.

Por Guillermo Bilancio
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Guillermo Bilancio

es consultor de Alta Dirección.

Entre tanta confusión generalizada, con miserias políticas y mediocridad, con grietas insalvables generadas por ignorancia y ceguera, de luchas de todos contra todos sin propósito, o tal vez con el único propósito de llegar a una cuota de poder que permita pagar otras cuotas, a veces hace falta estar al lado del camino mirando como todo pasa, parafraseando a Fito Paez. Muchas, la mayoría de las veces, el rock nos aclara la vida, al menos la mía.

El rock sabemos que no es un género musical, sino un movimiento cultural que nos ha marcado y nos sigue marcando caminos. Y en esta parte del mundo, varias generaciones crecieron desde las visiones de la realidad que nos relató Charly García, más allá de su prodigiosidad musical. El genio excede su disciplina, siempre.

Un personaje que en sus 20 años pudo escribir Cuando me empiece a quedar solo… describiendo su propio final en una canción de cuatro minutos, o describir la desgarradora realidad de las dictaduras con Alicia en el país o Los dinosaurios, o simplemente marcando la vanguardia desde los Clicks modernos hasta Asesíname, nos ha dado la pauta de su legado infinito.

Conflictivo, díscolo, extremo, egocéntrico y auténtico, criticado por su excentricidades, su mal genio o por sus adicciones, el Maestro decidió regalarnos una obra mas para decirnos lo que pasa y lo que le pasa a él en este circo que es el mundo.

Así, aparece la La Lógica del Escorpión, una obra brutalmente cruda, dónde Charly con su voz desgarrada y su dicción perturbada, acompaña con una música celestial un puñado de canciones eternas, esas que siempre critican el atraso del pasado y desafían lo que vendrá

Así es La Logica…

Rompela abre el disco con la clasica postura anti rebaño de Charly: “Grita, agita, no seas como los demás”, vocifera en tiempo de rock como planteando la revolución interminable desde uno mismo, algo que parece olvidado en una sociedad adormecida .

Yo Ya Sé es la balada pop en la que se pone en el podio para mostrar su lado crítico con la mente humana y con su propia mente planteando “Freud lo ha arruinado todo, como Internet” y “Dios te ha dejado solo, como internet”. ¿Algo más para decir de la soledad?

El club de los 27 es un homenaje a los héroes del rock. En ese homenaje al rock sacudido por la guitarra rabiosa de David Lebon, aparece su insatisfacción con Dios, “que creó el universo y también al Ku Klux Klan”.

En La medicina número nueve, aparece tal vez una de las frases célebres de esta obra que muestra también su disconformismo: “…aunque mantengo la esperanza, solo convivir no alcanza”, cantando casi un lamento como una reflexión para hacer en un mundo dónde no es posible estar quieto.

El viaje de La lógica…, no está exento de la mirada política, Charly es un político. América es una canción angustiante de lo que fue la tierra prometida y hoy es un oscuro pasillo, en una severa critica a las promesas incumplidas y a la esperanza perdida “Tengo miedo de América, tengo miedo de prédicas y de réplicas que nos saquen de aquí…”.

Y como una sorpresa, Charly revivió una canción de Sui Generis de 1974, prohibida en aquel momento triste de una Argentina en llamas. Juan Represión pone de manifiesto que la censura, el autoritarismo y la autocracia todavía siguen siendo esas heridas de una sociedad que a Charly lo han marcado durante toda su vida.

La fábula de la rana y el escorpión contada con la voz cansada, casi como el abuelito de Heidi y con la música de un cover exquisito de John Lennon, le ponen el toque que justifica la obra.

Una obra que termina con Rock and roll star, dónde como siempre lo hace Charly, critica burdamente a los pseudo músicos de estos tiempos que, obviamente, él no es.

Charly a sus 72 desgastados años, sigue demoliendo cabezas, tal vez hoteles, ironizando con tristeza las carencias de una sociedad que nunca lo conformó. Como a muchos de nosotros.

Y tal vez habrá “un millón de voces que le gritan y un millón de manos que lo aplauden, y el fantasma tuyo, sobre todo, cuando ya se empieza a quedar solo…”

Gracias por tanto, Maestro.

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