
Desde que el 4 de marzo Carolina Tohá oficializó lo que casi todos dábamos por hecho desde que se sumó al gobierno en septiembre de 2022; ser candidata presidencial, no han sido pocas las veces que el ministro de Hacienda, Mario Marcel, ha criticado a alguno de los contendores y contendoras de su pareja.
Y esos cuestionamientos, con mayor o menor mordacidad, se han concentrado en la que, según todas las encuestas, se muestra como la candidata con más opciones de convertirse en la próxima Presidenta: Evelyn Matthei.
Un par de ejemplos:
El 24 de marzo, en Radio Cooperativa, cuestionó que la ex senadora hablara que en su potencial gobierno tendría que ocupar una “tijera de podar” para recortar el gasto público, tras las sucesivas alzas que ha experimentado en los últimos tres años.
Marcel invitó a la ex alcaldesa a “no recurrir a tanta metáfora” y hablar más de los temas de fondo.
Luego, el 16 de abril, ante las dudas de Matthei por el acuerdo impulsado por el gobierno para que Codelco y SQM exploten el litio, el secretario de Estado fue un poco más expresivo y señaló que “generar dudas en torno a esto me parece tremendamente inoportuno en el momento actual”. “Es difícil entender qué es lo que está detrás”, agregó.
Incluso, justo el día antes que Tohá formalizará su candidatura, Marcel fustigó a Matthei al señalar que “lo que a uno le gustaría es que tuviéramos una política más centrada en la evidencia, más que en los prejuicios o en la imaginación”, luego de que Matthei afirmara que “más de 100 mil funcionarios públicos” han ingresado al Estado en esta administración.
Por cierto que el ministro de Hacienda, pensando sólo en el cargo, tiene el derecho e incluso la obligación de participar de estos debates. El problema está en que Mario Marcel lo haga. Y como es imposible desdoblarse, estamos frente a un problema no menor.
¿Por qué? Hagamos algunas preguntas.
¿Marcel y Tohá no hablaban de estos temas? ¿Tohá nunca le sugirió nada? ¿Nunca lo empujó a decir tal cosa en lugar de esta otra? No tenemos cómo saberlo, pero es muy natural pensar que eso sí ocurría. No se trata de ser malintencionado o pretender ver debajo del agua. Pensemos en la vida cotidiana de cada uno de nosotros por un momento. ¿Nunca hablamos de trabajo con nuestras parejas?, por lo tanto, ¿es creíble pensar que Marcel y Tohá nunca hablaron sobre las declaraciones de Matthei o de alguno de los otros candidatos? ¿Los cuestionamientos de Marcel eran una legítima respuesta a una crítica política o tenían otra intención?
Como se trata de preguntas con respuestas inciertas, en buena parte del sector privado esto está abordado y se corta por lo sano. Es imposible pensar que en el directorio de una gran empresa, dos de sus integrantes, que deciden emparejarse luego de su nombramiento, puedan seguir en esa mesa. Alguno de los dos (o los dos) debe dejar su cargo. Eso es lo que debió ocurrir en algún momento desde noviembre de 2022, cuando iniciaron su relación.
Y ahora, la muy mala (e impracticable) solución que se propone es que Marcel no se inmiscuya en temáticas que puedan tener alguna vinculación con los postulantes a La Moneda, algo que es evidentemente imposible, porque cuesta encontrar temas que no deban ser de interés de un postulante a La Moneda, por lo que el ámbito de acción del ministro se vería reducido al mínimo y porque es natural y, en ocasiones, hasta muy necesario que el ministro de Hacienda tenga una voz pública, más aún en el caso de este gobierno en el que la Presidencia está tan desdibujada y el ministro del Interior es un actor secundario. Sin duda alguna, el de Hacienda es el secretario de Estado más relevante de esta administración, y capaz que la figura política de más peso, por lo que es un contrasentido que deba restarse de la discusión pública.
Pero claro, Marcel y Tohá optaron por otro camino, totalmente legítimo, de construir una relación de pareja, así que al ministro de Hacienda no le queda otra alternativa que dejar ahora su puesto, para que a la mayor brevedad posible asuma alguien que sí pueda ejercer el cargo en propiedad, con todas sus facultades, sin tener que morderse la lengua.
Es tan compleja la situación fiscal del país, que el principal encargado de enmendarla, no puede darse el lujo de levantarse pensando si dice o hace tal cosa podría ser leído como intervencionismo en favor de una candidata y en desmedro de los otros.
El ministro de Hacienda tiene que levantarse pensando en qué es mejor para el país y sus políticas públicas, más aún en momentos que tenemos serios problemas con el control de gasto y la deuda.
Porque desde el momento que el propio ministro de Hacienda reconoce que de ahora en adelante tendrá que “ser muy cuidadoso” y que “redoblará los esfuerzos para evitar suspicacias” está admitiendo que en su trabajo va a actuar condicionado por su relación amorosa.
Volvamos al cruce por el acuerdo Codelco-SQM.
Si lo de Marcel nació del genuino interés de defender el pacto, porque cree profundamente en sus beneficios y virtudes, y no por pegarle a Matthei, ¿por qué cuando la ex ministra Jara fue mucho más crítica que la candidata de Chile Vamos el tono del ministro fue tanto más amable y conciliador?
Este es otro de los problemas de todo esto: se abren demasiadas preguntas, todas legítimas y fundadas, que evidentemente el jefe de las finanzas públicas no debería tener que responder, pero dada la situación no le queda otra alternativa que hacerlo. Por eso, ya está dicho, tiene que renunciar lo antes posible.
Porque de lo contario, ahora todos tenemos que suponer que el ministro de Hacienda y la candidata Tohá no hablan nada de trabajo entre las 8:30 y las 18:00, de lunes a viernes. Que no le da consejos, que no la asesora en nada y que si se comunican en horario laboral es solo para conversaciones privadas y triviales. Nada de política, nada de micro o macro economía, nada de la guerra comercial, nada de las propuestas económicas de los otros candidatos, nada del eventual programa de gobierno de Tohá. Nada.
Eso es totalmente inverosímil.