Secciones
Opinión

Viejos Cracks

La discriminación etaria que plantea la Ley 21.724, publicada en enero de este año y que obligará, a partir del 1 de enero de 2027, a retirarse de sus cargos a los funcionarios públicos —con exclusión de parlamentarios y ministros— al cumplir 75 años, obliga también a revisar, en cada área, cuáles obras o hechos influyentes sencillamente no habrían existido nunca.

Neue Nationalgalerie, Berlín, Mies van der Rohe | Felipe Assadi
Neue Nationalgalerie, Berlín, Mies van der Rohe | Felipe Assadi

La discriminación etaria que plantea la Ley 21.724, publicada en enero de este año y que obligará, a partir del 1 de enero de 2027, a retirarse de sus cargos a los funcionarios públicos —con exclusión de parlamentarios y ministros— al cumplir 75 años, obliga también a revisar, en cada área, cuáles obras o hechos influyentes sencillamente no habrían existido nunca.

De haber sido imposibilitado para continuar ejerciendo después de los 75, por ser considerado poco eficiente o simplemente por modernizar un ámbito disciplinar, Le Corbusier no habría hecho el Convento de La Tourette ni el Palacio de la Asamblea (Chandigarh), ni Aalto habría podido proyectar la Iglesia de Santa María en Riola. Tampoco existiría, tal como lo conocemos, el fantástico e icónico Museo de Niterói en Río de Janeiro, obra de Oscar Niemeyer, quien vivió y trabajó hasta los 104 años. Por cierto, alguien más que no fuese el ya anciano y jubilado Barragán habría tenido que terminar su Casa Gilardi en Ciudad de México, una de sus obras maestras proyectada a sus 74 años.

Otro longevo hiperactivo fue Pei, quien vivió hasta los 102 y en sus últimas décadas, mucho más prolíficas que su era del Louvre en París, realizó media decena de museos importantes.

Hablando de museos, no me imagino la 5ª Avenida con la 88E sin el Guggenheim en Manhattan. Wright habría estado retirado, envejeciendo junto a una copa de blanco en Taliesin West, sin haber erigido una de las más importantes obras de arquitectura moderna de EE. UU. La Biblioteca Virgilio Barco en Bogotá que conocemos tampoco estaría, o no la habría diseñado Salmona por haber cumplido la mayoría de edad legal para pensar un edificio. Por la misma razón, Moneo no habría podido construir el Museo de la Universidad de Navarra, ni Paulo Mendes da Rocha el Museo Nacional dos Coches en Lisboa.

Jamás habríamos visto el Tribunal de Justicia de París. Piano había jubilado en la mitad de su desarrollo. Si Gehry hubiese acatado una ley como esta -aunque varios así lo quisieran- no tendríamos su Fondation Louis Vuitton.

Utzon, quien además de haber sido relegado cuando joven de las obras de la Ópera de Sídney, no habría sido contratado para darle término a su fantástico edificio ni, mucho menos, haber diseñado el plan maestro para su renovación años más tarde.

One Hyde Park no habría sido concebido bajo el lápiz de Rogers, quien por cierto se jubiló voluntariamente un año antes de su muerte a los 87.

Ito, quien sigue produciendo a sus 84, no nos habría dejado el Centro Nacional de Convenciones de Taichung en Taiwán, ni la Biblioteca de la Universidad de Tama en Tokio. Tadao Ando, a la misma edad (84) y con un pulmón menos, sigue construyendo, publicando y enseñando arquitectura.

La lista es larga. La experiencia y la edad solo aumentaron la calidad de las obras. Cierro con la Neue Nationalgalerie, en Berlín, ícono del racionalismo estructural, último edificio proyectado y construido por Mies van der Rohe a sus 82 años —a un año de su muerte— y probablemente una de sus más bellas obras. Viejos cracks…

Notas relacionadas



El Eternauta y chamán

El Eternauta y chamán

Los medios celebran en estos días la alucinada y distópica miniserie argentina, pero nadie recuerda a quien primero nombró a un navegante de la eternidad: nuestro Vicente Huidobro. ¿Cómo se conecta eso con una tremenda obra musical chilena y qué notición viene al respecto para este año?

Gonzalo Saavedra