La historia no se repite, pero rima.
En 2021, en plena campaña presidencial y parlamentaria, legisladores de la entonces oposición a la administración de Sebastián Piñera, entre ellos el propio Presidente Gabriel Boric, Camila Vallejo, Karol Cariola, Giorgio Jackson y varios más, votaron a favor de dos proyectos de ley que habilitaban el tercer y cuarto retiro de fondos de pensiones.
Lo hicieron pese a las reiteradas advertencias de la gran mayoría de los expertos sobre los negativos efectos que perseverar en este tipo de medidas tendría para la economía y la calidad de vida de los chilenos.
Y lo hicieron dando todo tipo de argumentos, casi todos en exceso cantinflescos. Pero daba lo mismo, los retiros eran populares y servían para ganar votos.
Lo que vino después todos lo sabemos bien. Se le asestó un duro golpe al mercado de capitales, se disparó la inflación, el acceso al crédito hipotecario se transformó en un lujo reservado para unos pocos y la economía se desaceleró casi a niveles de recesión.
Hoy, el escenario es casi calcado.
Casi como una pulsión demente, los partidarios del Presidente Boric nuevamente están dispuestos a hacer gala de su ignorancia y, peor aún, de la completa indiferencia que les produce que sus actos afecten la calidad de vida de las personas, en especial de los que menos tienen.
Es evidente que no tienen vergüenza, porque saben perfectamente que varias de las payasadas que proponen, aunque las traten de adornar con explicaciones complejas que ni ellos entienden, lo único que hacen es seguir hundiendo el ya muy precario bienestar ciudadano. Lo que les importa –igual que en 2021- son unos votitos fáciles. Nada más.
El diputado socialista Daniel Manouchehri celebró hace unos días con bombos y platillos el avance de un proyecto que promete terminar con la UF. El propio ministro Marcel, también socialista, reconoció que de concretarse algo así, “sería un terremoto” para el acceso al crédito hipotecario.
Otro diputado oficialista, Diego Ibáñez –que en el pasado también apoyó con energía los retiros de fondos de pensiones- empuja con perseverancia el proyecto que pone fin al tope de 11 años de indemnización por despido.
Al parecer le da lo mismo el alto desempleo que se ha generado durante este gobierno, con las mujeres como las mayores perjudicadas, quiere a toda costa seguir haciendo más difícil la creación de puestos de trabajo.
Da entrevistas con una indolencia que asusta, sin despeinarse responde con incoherencias y frases populistas cuando se le advierte de las consecuencias que tendría una medida así.
Todo indica que aprendieron de grandes próceres de la economía y los números como Giorgio Jackson, que en su momento prometía con total certidumbre que tenía una fórmula mágica que aunque cotizáramos lo mismo, podíamos duplicar nuestros fondos de pensiones o –también por arte de magia, claro está- que podríamos acceder a gas a “precio justo”. La primera genialidad, como era obvio, nunca avanzó, pero la segunda sí y se implementó con una colorida puesta en escena encabezada por él. Como era esperable, terminó afectando el patrimonio de Enap –o sea, de todos los chilenos-, que tuvo que hacerse cargo de su millonaria chambonada.
O tal vez se inspiraron en otra eminencia como la diputada comunista Alejandra Placencia, que sin pestañear ni arrugarse ha dicho en televisión que un ente estatal que administre los fondos de pensiones, pese a no invertir en instrumentos de riesgo, igual “garantizará” una mayor rentabilidad. Extraordinario.
Es probable que todos ellos sean las mentes maestras detrás de las “ideas” de Jeannette Jara de sustentar el crecimiento económico del país en la demanda interna o de un sueldo mínimo de, al menos, $750 mil, es decir, aumentarlo en un 50%. Genia.
Quedan cinco meses de campaña. Hay que prepararse para más aspirantes al Nobel de Economía y no nos extrañemos si volvemos a escuchar cosas como que el alza del dólar no nos afecta porque compramos en pesos o que es inocuo “congelar” los precios de algún servicio básico.
Ya sabemos hace rato, cada día puede ser peor.