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Ojo con las falacias lógicas

El único indolente frente a la Falacia Lógica es el fanático. Que, como dijo Winston Churchill, “es alguien que no puede cambiar de opinión y no quiere cambiar de tema”.

¿Qué es una Falacia Lógica?

No es algo que se enseñe en todas partes. Incluso donde debiera ser obligatorio como material pedagógico, por ejemplo en la enseñanza secundaria y en escuelas universitarias de comunicación y periodismo, no siempre las falacias lógicas están presentes como material de estudio.

Una falacia lógica es un argumento que suena y parece correcto, pero no lo es. Ocurre mucho cuando se trata de persuadir a alguien sobre algo, o cuando se busca explicar o racionalizar lo hecho o dicho, usando conceptos, metáforas, analogías que parecen correctas pero no lo son.

Un caso típico es la falacia “ad hominem”, contra la persona, que es cuando se cuestiona lo dicho por alguien, apelando a características de esa persona que nada tienen que ver con el tema en discusión. Se está hablando de un candidato y de su posición política y viene alguien y señala: “Yo desconfío de alguien que no sabe combinar correctamente el pantalón y la chaqueta”.

Otra falacia lógica muy usada en política se denomina Falso Dilema, que reduce la competencia a una polaridad extrema: “O me elige a mí o el país se va al hoyo”.

Otra muy común en época electoral es la que se conoce como Ad Populum, o “lo que dice el pueblo”. Del tipo, “mira, yo no conozco gente que esté entusiasmada con este gallo, y eso prueba que no calienta a nadie”.

Otra muy común es la Falacia pro Autoridad, donde lo que diga el jefe, o alguien que se perciba como entendido o experto es tomado como ley: “Sobre el candidato, yo le creo a Fulano, que es un seco; si él vota por el candidato es porque es de verdad”.

Y este año quizás sea posible observar la Falacia del Apostador, con tanto candidato que va nuevamente a buscar la Presidencia o el Parlamento. Se basa en, por ejemplo, la ruleta, donde si ha salido tres veces un número rojo, se cree que hay que apostar todo al negro, “porque le toca”.

Por cierto, las falacias lógicas no se reducen a la política. Pueden estar presentes en todo tipo de comunicación, especialmente si se trata de decidir sobre algo.

La cura de la Falacia Lógica es, obviamente, analizar, reflexionar, verificar, manteniendo una mirada crítica frente a dichos sin pruebas.

El único indolente frente a la Falacia Lógica es el fanático. Que, como dijo Winston Churchill, “es alguien que no puede cambiar de opinión y no quiere cambiar de tema”.

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