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Apostar hasta perderlo todo

En la Asociación de Jugadores en Terapia, fundada en 2009, han visto cómo el perfil de quienes buscan ayuda cambió radicalmente. Antes, la mayoría eran mujeres mayores de 50 años; hoy, el 30% son menores de 25. Se repite la misma ruta: endeudarse con familiares, amigos o prestamistas informales.

En Chile, hay adultos que han visto evaporarse en un par de horas lo que tardaron en décadas en construir: la casa familiar, la herencia de sus padres, los ahorros de toda una vida. Algunos han terminado declarándose en quiebra, no por una mala inversión ni por una enfermedad catastrófica, sino por un clic. La adicción a las apuestas online ya no es un fenómeno lejano. Y lo que inquieta aún más es que este mismo patrón comienza a repetirse en los más jóvenes.

Un estudio del Instituto Nacional de la Juventud (Injuv), realizado a 1.515 casos, acaba de advertirlo: casi la mitad de los chilenos entre 15 y 29 años ha apostado alguna vez. La mayoría son hombres de 20 a 24 años, de nivel socioeconómico alto. Muchos llegan a terapias con deudas que superan varios millones de pesos, por jugar -una y otra vez- en páginas como Betano, Bet365, Coolbet o Jugabet, accesibles a cualquier menor con acceso a internet y una tarjeta de crédito ajena.

No hay control real. Para abrir una cuenta basta con marcar “sí” en la pregunta sobre si eres mayor de edad. No se exige verificación de identidad robusta ni comprobación biométrica. En la práctica, un adolescente puede inventar una fecha de nacimiento, usar el RUT de un adulto o directamente pagar con la tarjeta de sus padres. El primer gancho es un depósito mínimo de 5 mil pesos. El segundo, los bonos gratis para “probar suerte” y, quizás, quedar atrapado.

En la Asociación de Jugadores en Terapia, fundada en 2009, han visto cómo el perfil de quienes buscan ayuda cambió radicalmente. Antes, la mayoría eran mujeres mayores de 50 años; hoy, el 30% son menores de 25. Se repite la misma ruta: endeudarse con familiares, amigos o prestamistas informales, enfrentar intereses usureros y entrar en un ciclo que, para muchos, termina en endeudamiento severo, pérdida total de sus bienes, y de paso, la desesperación, porque no ven cómo salir de la pesadilla.

El terreno en que operan estas casas de apuestas es deliberadamente gris. No están autorizadas por ley, pero tampoco prohibidas de forma explícita. Mientras tanto, auspician a los clubes de fútbol más grandes del país y son promocionadas por ídolos como Claudio Bravo y Arturo Vidal, referentes de toda una generación. El mensaje es claro: apostar es cool, es rápido, es fácil… y se hace desde el celular.

En el Congreso existen varios proyectos para regular las apuestas online, incluyendo permitir el acceso solo a mayores de edad, prohibir créditos dentro de las plataformas, impedir publicidad dirigida a menores, exigir garantías para devolver los fondos si la empresa cierra y sancionar la manipulación de resultados como estafa. El problema es que avanzan con una lentitud desesperante, muy distinto a lo que ha sucedido en otros países, como España, Colombia o Argentina, donde ya se han aplicado medidas más drásticas, incluyendo la obligación judicial de que influencers que promovieron casas ilegales graben videos para alertar sobre los riesgos de la ludopatía online en sus redes sociales.

El gran desafío para Chile está en la letra chica: que la legislación incluya medidas realmente efectivas para prevenir que los jóvenes burlen el sistema, la prohibición estricta de publicidad en eventos deportivos y la verificación biométrica obligatoria para que no puedan apostar simplemente mintiendo o usando datos ajenos, rompiendo la delgada línea entre juego y adicción.

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