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El síndrome del “Pato Cojo”

El “Pato Cojo” suena a un animal disminuido y dañado. En política, sin embargo, puede tener un poder enorme para paralizar -durante varios meses- legislativamente un país.

El Presidente Gabriel Boric, hace pocos días, hizo mención a uno de los conceptos más dañinos para una administración de gobierno. Se le conoce como “el síndrome del Pato Cojo”.

El Presidente dijo: “acá se trabaja hasta el último día…Pato Cojo por ningún motivo”.

¿Qué es el síndrome del Pato Cojo?

Se refiere a un periodo gubernamental que está llegando a su fin y ya han sido elegidas las nuevas autoridades, pero sin tomar posesión del cargo todavía. En países como Chile, sin reelección inmediata, opera al final del cuarto año de mandato gubernamental, después de conocerse los resultados de las elecciones, pero cuando todavía quedan varios meses para la instalación definitiva del nuevo gobierno.
Se le llama Pato Cojo a la disminución de poder efectivo del gobierno todavía en ejercicio, pero en camino de salida, especialmente en materia legislativa.

También opera para los parlamentarios que no lograron ser reelectos y alguien nuevo los reemplazará en poco tiempo más. Ese periodo de varios meses, post electoral, provee poco incentivo para aprobar legislación de un gobierno y parlamentarios de salida.

El presidente Boric ha dicho que no habrá “Pato Cojo” durante su gobierno, pero eso sólo se puede demostrar de dos formas: si quien gana las elecciones viene de la misma coalición o sector político que actualmente gobierna y, por lo tanto, continúa el similar criterio político y legislativo. O, si eso no ocurre, se elimina el Pato Cojo si en los últimos meses del gobierno en retirada éste es capaz de generar apoyo para proyectos de ley vitales, o muy necesarios, a pesar de que el futuro gobierno será de la actual oposición.

Lo primero, sin duda, es más probable que lo segundo para que no haya un periodo de Pato Cojo.
Lo que verdaderamente importa, más allá de las etiquetas, es mantener el incentivo y la capacidad de gobernar eficientemente hasta el final, se haya ganado o se haya perdido en las elecciones.
También ocurre un síndrome de Pato Cojo, cuando un senador o diputado no es reelecto, pero debe quedarse algunos meses hasta terminar su mandato. El riesgo del desgano y las lamentaciones pueden afectar las votaciones pendientes en el Congreso.

Gobernar en serio hasta el último día es la conducta obligada. Pero cuando los resultados electorales son adversos, el gobierno de salida y una oposición ganadora pueden perder todo incentivo para actuar con honestidad política. Los primeros pueden caer en un lamento paralizante y los segundos pueden terminar negando cualquier proyecto, esperando su próximo gobierno.

El “Pato Cojo” suena a un animal disminuido y dañado. En política, sin embargo, puede tener un poder enorme para paralizar -durante varios meses- legislativamente un país.

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