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Presidenciales 2025: la rebelión de las máquinas o lo que nadie quiere ver

La brecha entre la profunda transformación de la IA, y un debate presidencial enfocado en “gadgets”, no en ideas; pone al descubierto una clase política desconectada del mundo digital. La poca visión política que existe entre estas tecnología como eje para la economía, seguridad y educación, se deja ver en las propuestas de nuestros presidenciables.

Mientras usted lee esto, Chile está construyendo su propia Inteligencia Artificial. No es una metáfora. Se llama LatamGPT, un proyecto de soberanía digital que se entrena con una plataforma llamada, en un arranque de genialidad local, “Copuchat”. Tenemos un Centro Nacional de Inteligencia Artificial (CENIA) y una Política Nacional de IA, actualizada en enero de este año, con 177 acciones concretas. Una escena bastante preocupada y pro si la comparamos a nivel latinoamericano.

La IA no es el futuro; es nuestro presente. Modifica cómo encontramos trabajo, como trabajamos, cómo nos vigilan, como nos movemos y cómo los jóvenes curiosos aprenden con acceso fácil y democrático. Como he escrito antes en esta misma columna, es la transformación más profunda desde la masificación de internet.

Y, sin embargo, la campaña presidencial 2025 parece transcurrir en 1995. Solo con ver el último debate a el periodista Iván Núñez proponiendo un jueguito de perfiles más hacia la izquierda o la derecha realizado con IA, y los candidatos riendo como si fuese un concurso de talentos, nos demuestra que hay un grado de desconocimiento alarmante desde la vereda en que nos paremos.

Estamos en medio de un debate electoral obsesionado con la seguridad, pero que se discute en un lenguaje analógo. La conversación es un “ofertón de mano hiper-dura”, un concurso de quién promete más drones, más bots; más concreto para cárceles y más carabineros en la calle. Es un debate donde la tecnología es vista como un gadget (una cámara, un dron o una app para hacer imágenes entretenidas) y no como el sistema operativo que está redefiniendo la sociedad.

La desconexión es total. Tenemos una clase política que no ha entendido que la IA no es un tema sectorial para el Ministerio de Ciencia; es un eje transversal que definirá la economía, la seguridad y la educación en el próximo gobierno.

Como nuestros ocho candidatos parecen tener un error 404 en esta materia, aquí hay cinco preguntas que la ciudadanía debería exigirles respuesta.

  1. Seguridad: Candidatos, más allá de prometer “tecnología”, ¿cuál es su política de gobernanza para los algoritmos de policía predictiva ? ¿Cómo auditarán la “caja negra” para asegurar que la IA no automatice el sesgo y la discriminación en los barrios?
  2. Trabajo: La IA automatizará millones de empleos. ¿Cuál es su plan financiado para la reconversión laboral masiva? ¿Seguiremos con “cursos Sence” de computación básica mientras el mundo exige especialistas y ética de datos?
  3. Educación: Los niños ya usan IA. ¿Cuál es su plan para transformar el aula? ¿Vamos a prohibirla, como si fuera un celular, o vamos a usarla para la tutoría personalizada? ¿Por qué los seguimos preparando para un mundo que ya no existe?
  4. Estado: Cuando hablan de “modernización”, ¿a qué se refieren? ¿A la visión 2005 de Evelyn Matthei de un “portal único” y a mejorar la “Clave Única” , ¿o a una transformación real del Estado usando IA para optimizar la salud, la justicia y la burocracia?
  5. Soberanía: Chile está invirtiendo en “Copuchat” (LatamGPT) para tener una IA con acento chileno. ¿Van a financiar y escalar este proyecto estratégico, o dejarán que se marchite y terminaremos comprando nuestra soberanía digital a un desarrollador de Silicon Valley?

Haciendo un análisis rápido de los programas de gobierno de los candidatos, cuando existen, no si son para reír o realmente llorar y preocuparse.

Evelyn Matthei y José Antonio Kast representan la “visión hardware”. Matthei promete “más inteligencia y tecnología” y una inversión millonaria, pero la letra chica de su programa es decepcionante: su gran revolución digital es consolidar la Clave Única. Eso no es innovación, es higiene administrativa básica. Kast, por su parte, promete “drones” y “equipamiento moderno”, pero sus planos de seguridad son analógicos: fierros, blindados y cárceles. Irónicamente, el sector más asociado al uso de bots y trolls no tiene política alguna sobre algoritmos.

En el rincón opuesto, Franco Parisi nos ofrece el “AI-washing” en su máxima expresión. Se vende como el “Presidente del Futuro” y tiene un chatbot llamado “Parisineitor”. Uno esperaría un programa revolucionario. Pero, ¿sabes que es su “Estado Inteligente”? Revise el programa, lo que encontré es una propuesta para cambiar los indicadores de evaluación fiscal en la DIPRES. Es vender un auto de carreras futurista para entregar una nota de contabilidad.

Mientras tanto, Johannes Kaiser, Eduardo Artés y Harold Mayne-Nicholls, simplemente no participan del tema. Sus programas sobre IA son silenciosos. Permítanme dudar !!! . El único guiño de Artés a la tecnología es pedir “últimas tecnologías militares”.

El crédito, al menos por ser específicos, se lo llevan Jeannette Jara y Marco Enríquez-Ominami. Jara es la única que conecta la IA con el futuro del trabajo . Y ambos son explícitos en usar IA para seguridad: Jara para “automatización del perfilado de riesgo” en puertos y MEO para crear un “Sistema Nacional de Inteligencia Criminal” que pase a un “modelo predictivo”.

Aquí es donde se pone aterrador. Son los únicos que hablan de IA en serio, pero la proponen como una “caja negra” de seguridad. Están abriendo la Caja de Pandora de la vigilancia algorítmica y la policía predictiva sin una sola palabra sobre el debate ético, la transparencia o la auditoría de sesgos que el propio Congreso ya discute. El silencio de los candidatos no es neutral. Es una abdicación, una clara falta de visión y desconocimiento de los alcances sobre estos temas.

Si el próximo presidente de Chile no tiene una “mirada política” sobre la Inteligencia Artificial, se le impondrá desde fuera. Las empresas de seguridad nos venderán soluciones de vigilancia que no entendemos. Y lo más trágico, dejaremos que nuestro proyecto nacional de soberanía digital (CENIA y LatamGPT) muera por falta de liderazgo.

La IA no es un tema en la elección 2025. Y la evaluación es que, por ahora, los ocho candidatos están fallando la prueba.

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