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Francamente

Parisi es la versión pacífica y democrática del Estallido. No lo vimos venir, pero mueve a una masa descontenta más parecida al que está cerca de llegar que al marginado.

Me encantaría entender por qué Franco Parisi sacó el 58% de los votos en Ollagüe y el 0,82% en Vitacura.

No son sólo las localidades donde el candidato obtuvo su mejor y su peor rendimiento proporcional a su población: Vitacura es la comuna de Chile con mayor superficie de áreas verdes por habitantes del país según el Minvu, y Ollagüe, un poblado altiplánico limítrofe con Bolivia de menos de 500 habitantes, que de seguro no tiene ni un centímetro de pasto. Por donde se le mire, son dos comunas que representan el contraste de los dos Chiles de la manera más elocuente. Casi una caricatura.

Parisi quiere representar y sacar provecho todo el rato de esa división, pero una división con matices a la clásica: no es necesariamente entre ricos y pobres o derecha e izquierda. De hecho se para con equidistancia entre “fachos y comunachos”. Más bien parte el país entre la elite que está en el poder -como si él no perteneciera- y los ciudadanos que se sacan la cresta, les va económicamente bien muchas veces, pero igual son víctimas de los apitutados, de “los cuicos”, como dice con frecuencia en redes.

Parisi es la versión pacífica y democrática del Estallido. No lo vimos venir, pero mueve a una masa descontenta más parecida al que está cerca de llegar que al marginado. Al parisismo no le incomoda el modelo, de hecho éste le permite progresar y consumir, pero igual siente que “se lo cagan” cuando tiene que pagar el estacionamiento en el mall. O que le encantan las carreteras modernas construidas con capital privado -de seguro es partidario de las concesiones- pero encuentra que el TAG es un robo.

Qué harán sus 2,5 millones de votantes en segunda vuelta, no tenemos idea. Y de su partido sabemos poco, incluso con cuántos de los 14 diputados elegidos llegará a marzo. Es que el PDG es cualquier cosa: es el trumpista Javier Olivares y Pamela Jiles. Es un retiro no inflacionario.

El Partido de la Gente es un partido sin quilla, sin identidad ideológica (y ese es su riesgo de sobrevivencia como cuerpo), pero forzado a sacar un promedio. Quizás habría que decir que los votantes Parisi son lo más cercano a lo que Byung-Chul Han describe en su breve pero exitosísima obra La Sociedad del Cansancio: un grupo de individuos de este tiempo, que se autoexplotan a sí mismos en una sociedad basada en el rendimiento y la productividad constante. Una sociedad que se dice libre pero que no sabe que no lo es (pido perdón por la simplificación, es lo que recuerdo de un libro leído hace rato y lo que me refrescó chatGPT).

Esa sociedad del cansancio la representa Franco Parisi en cada debate, pone cara de “esto no da para más”, pone tonos de voz de “hasta cuándo no nos dejan hacer nuestras vidas”, pero jamás propone quitar o expropiar a nadie. No lo escucharemos proponiendo un impuesto a los súper ricos, eso lo apuesto…salvo que alguna encuesta ponga ese tema en el centro.

Es un bicho raro, pero no nuevo. Lleva tres elecciones haciendo lo mismo y creciendo sin parar, y hasta ahora la mayoría no nos dimos el trabajo de conocerlo en serio. Él vive en YouTube y TikTok, comunica en corto y fácil, lo contrario al intento intelectualizador y moralista del Frente Amplio (¿se acuerda del karamanés?); lee bien las pulsiones del ciudadano medio y abraza sus causas sin dudar (y sin creer). Su público está donde se tunean autos, se “enchula a la viejas” y el valor social tiene más que ver con el mérito y el trabajo cotidiano que los títulos universitarios (aunque él lo tiene). Eso sí, odia y no ahorra ataques a todo lo que se interponga entre los suyos y sus logros: ideologías, burócratas o inmigrantes, particularmente venezolanos. Franco está para defendernos.

¿Volverá el 2029? Volverá. Es mi única certeza por ahora.

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