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La incógnita Kaiser

Si Kast se compromete a cambiar la forma en que se nombran y sancionan jueces, a intervenir en serio el Ministerio Público, a enfrentar lo que los libertarios describen como “la agenda cultural de impunidad”, entonces la alianza puede resistir. Si no, el apoyo quedará solo en la elección.

Hay una pregunta que recorre la derecha desde la elección de primera vuelta, y que nadie ha podido despejar del todo: ¿qué hará Johannes Kaiser si José Antonio Kast llega a La Moneda?

No es trivial. No es obvia. Y no es -como algunos intentan instalar- solo un asunto personal. La incógnita Kaiser es también la incógnita de una bancada: ocho diputados y una senadora que, de un día para otro, se convirtieron en un actor real, con poder dentro del mapa político. Y que hoy, con el resultado aún fresco y las heridas todavía tibias, están definiendo si serán el sostén del próximo gobierno… O su primer contrapeso.

Por ahora, la imagen pública es nítida: apoyo incondicional a Kast. Kaiser se pondrá en modo campaña, recorrerá regiones, grabará videos, levantará banderas. Pero incluso esa palabra -incondicional- viene con letra chica: es un apoyo electoral, no programático. Dura hasta el 14 de diciembre. Ni un día más por ahora.

Dentro del Partido Libertario, la orden es estricta: nada de negociar ministerios, cupos ni cargos. No se conversa gobierno antes de tener gobierno. Y la definición es casi religiosa: cualquier señal de ansiedad por un puesto es vista como una traición a la esencia del proyecto. Kaiser no lo haría; su partido tampoco. Esa es, de hecho, una de las diferencias que repiten con cierto orgullo frente a Chile Vamos, donde -dicen en privado- algunos de los que “más roncaban” ya están con la calculadora en la mano.

Pero en paralelo circula algo más delicado: la molestia interna. La conversación “por la libre” del jefe económico libertario con el comando de Kast cayó pésimo. Y la disposición republicana a hacer más gradual el ajuste fiscal de US$6.000 millones fue leída como un guiño peligroso a la política tradicional, un mal titular, una señal de que se prefiere mantener, por más tiempo, los abusos y redes dentro del Estado.

Ese es el tono. Y ese tono será el límite.

Por ahora, sigue siendo incierto si Kaiser asumiría un ministerio en un eventual gobierno de Kast. El tema es si, incluso entrando al gabinete, podría sostener la cohesión de un partido cuya base exige desmantelar lo que llaman “la captura ideológica del Estado”. Porque hay una línea roja: la reforma al Poder Judicial y temas económicos puntuales, como la eliminación de las contribuciones. Ahí no hay negociación posible.

Si Kast se compromete a cambiar la forma en que se nombran y sancionan jueces, a intervenir en serio el Ministerio Público, a enfrentar lo que los libertarios describen como “la agenda cultural de impunidad”, entonces la alianza puede resistir. Si no, el apoyo quedará solo en la elección.

Y ahí asoma la verdadera fragilidad: Kast necesitará ampliar su base, y todo indica que Chile Vamos presionará para que ese ensanchamiento sea hacia el centro. Pero si concede demasiado, si empieza a escuchar más a los equilibrios tradicionales que a sus votantes soberanistas, la bancada libertaria podría tomar distancia incluso dentro de un eventual gobierno. Y actuar como opositor, tal como Kast lo hizo con Piñera.

Ahí, de lleno, aparece el espejo.

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Foto del Columnista Paula Comandari Paula Comandari