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Escape libre

Cuando la polarización marca el debate, cuando la mirada está puesta casi exclusivamente en seguridad y crecimiento —que, por supuesto, son importantes—, vale la pena forzarse a pensar qué queremos construir. Cuáles son las alternativas que queremos ofrecer al futuro. En qué sueño queremos fijar la mirada.

Es el domingo de la segunda vuelta. En la casa de su hermana Zandra, con el desayuno servido, Franco Parisi recibe a Humberto Sichel, de Chilevisi{on, con polera de Cobresal firmada por los jugadores. Sobre la mesa hay más camisetas de equipos chilenos. Parisi cuenta que tiene 28 y le pide al panel que lo ayude a elegir con cuál de todas ir a votar. Lo molestan con la pregunta de dónde están realmente sus lealtades; Parisi intenta salir jugando.

El periodista le pregunta por la jornada electoral. Franco, con una sonrisa amplia, le dice a Sichel que —“aunque sé que es ilegal, pero se borran de inmediato”— le están llegando “un montón de fotos de gente votando nulo”, como él llamó a los más de dos millones de personas que se inclinaron por su opción en primera vuelta. No le hicieron caso. Parisi proyectaba que los votos nulos llegarían al 15%, pero finalmente se quedaron en torno al 5%.

En la breve entrevista, Parisi dice más cosas. Por ejemplo, que su partido, el PDG, asume con 14 diputados electos, pero que, si llegan con 10 al final del período, ganarán la próxima presidencial. Es decir, parte asumiendo que al menos cuatro se le irán. ¿Por qué? “Porque uno sabe que los parlamentarios son como reyecillos”, dice, y que cuesta gobernarlos cuando sienten que tienen poder.

—¿Se va a quedar en Chile? —le pregunta Daniel Matamala desde el estudio.

Parisi echa mano a un discurso que marcó su campaña, intentando enterrar nuevamente los años en que fue conocido por no pagar la pensión alimenticia de sus hijos a su exmujer. Habla varias veces del rol de su actual señora, del poder que tiene, de que las decisiones las toma “la patrona”.

Pero asegura que va a estar presente. Que en marzo se estrena su docurreality Underdog, que mostrará toda su campaña. Que en diciembre viene la Copa Parisi para fanáticos del K-Pop. Que tiene muchas actividades programadas con el mundo tuning —el de los autos tuneados—, del cual se ha convertido en una especie de líder del “escape libre”. Celebra un Fiat 600 que vio en Osorno y que lanza fuego por el tubo de escape.

Le preguntan entonces si será candidato en la próxima presidencial. Franco, muy franco, responde que le encantaría, pero que en su partido “tenemos la maldita costumbre de ser lo más democráticos posible”, por lo que eventualmente tendrían que hacer primarias con Dr. File —recién electo diputado— y con Pamela Jiles, quien pocos minutos después diría en otro programa que a Kast le va a “hacer la vida a cuadritos” si no responde a las demandas de la gente.

Parisi representa a un mundo, claro que sí. Conectó con quienes no encuentran respuestas en la política tradicional, que ven como la lucha por surgir, por ser más, se les escapa siempre de las manos a pesar del esfuerzo puesto en ese objetivo.

A la luz de la elección, es la tercera fuerza política. La reflexión, entonces, es cuáles son las alternativas que queremos construir hacia el futuro. Por un lado, una izquierda fracasada y desorientada, que tendrá que buscar cómo reconectar y reconstruirse. Por el otro, una derecha triunfante que, paradójicamente, ganó con Kast como candidato de “emergencia”. De lo contrario, no se explicaría la cantidad de votos que obtuvo en segunda vuelta en comparación con la primera.

¿Es la fuerza de Parisi la que va a crecer en Chile en los próximos años?

Cuando la polarización marca el debate, cuando la mirada está puesta casi exclusivamente en seguridad y crecimiento —que, por supuesto, son importantes—, vale la pena forzarse a pensar qué queremos construir. Cuáles son las alternativas que queremos ofrecer al futuro. En qué sueño queremos fijar la mirada hacia adelante. Puede que al final sean los autos tuneados, YouTube y el K-Pop, pero el mundo político, intelectual y cultural debe obligarse a pasar por esta reflexión: mirar cuál es la oferta que existe para el futuro, para no volver a llegar con un vacío que nos empuje a votar en contra de lo que no queremos, en lugar de convocar desde una idea que inspire y proyecte lo que hemos sido hacia lo que queremos llegar a ser.

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