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30 de Noviembre de 2010

Ingreso a la OCDE pone en jaque a ONGs ambientalistas

Celebrar trece años de trabajo debiera significar una consolidación como ONG, pero para la Fundación Terram se está convirtiendo en un calvario económico. En el 2008 contaban con el aporte de siete fundaciones extranjeras, este año con cuatro y para el 2011, sólo tienen dos aseguradas. Y su caso no es el único. 

 

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Celebrar trece años de trabajo debiera significar una consolidación como ONG, pero para la Fundación Terram se está convirtiendo en un calvario económico. En el 2008 contaban con el aporte de siete fundaciones extranjeras, este año con cuatro y para el 2011, sólo tienen dos aseguradas. Y su caso no es el único. 

 

Aunque Terram es la que presenta el peor panorama, existen otras ONGs medioambientales que también viven justo mes a mes, y que su subsistencia se fundamenta en la cooperación internacional. A primera vista, esta situación no debería suponer un obstáculo. ¿El problema? Desde la entrada de Chile a la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), a principios de año, estas organizaciones han visto mermados sus ingresos en un 20% en promedio. 

 

“Las Organizaciones No Gubernamentales de medio ambiente nacen y mueren al amparo del financiamiento internacional. No conozco ninguna en Chile que se sustente con fondos nacionales“, explica Flavia Liberona, directora ejecutiva de Terram

 

Para organizaciones que basan entre un 70 y 100% de su presupuesto en los aportes foráneos, este tema no es menor. Tal es el caso de la Fiscalía del Medio Ambiente (FIMA), uno de los principales estudios jurídicos ambientales de interés público creado en 1998,  que obtiene un 90% de su presupuesto anual de fundaciones de Estados Unidos y Alemania. “Lamentablemente estamos perdiendo financiamiento por entrar a la OCDE. Tenemos una fundación que ha bajado un 40% su aporte, y la búsqueda es más difícil porque ya estás como país desarrollado. Hay instituciones que simplemente han sacado a Chile de sus listas”, explica la directora de proyectos, Fernanda Pinochet. Mientras que Chile Sustentable, de la conocida ecologista Sara Larraín, cuenta con un 70% de financiamiento internacional.

 

Un caso paradigmático es la salida del gigante Oxfam Gran Bretaña. Con ellos, Terram había realizado diversas campañas, como por ejemplo “Sin miedo contra la corriente” de 2008, que buscaba informar y sensibilizar a la opinión pública sobre el impacto de la industria salmonera en Chile, tanto a nivel ambiental como en las condiciones de trabajo.

 

La tendencia a la baja de los aportes extranjeros comenzó en enero de este año. Una sonriente Michelle Bachelet firmaba el convenio de adhesión del país a la OCDE, convirtiéndose en el país número 31 y el primero en América del Sur. Sin embargo, ese paso adelante que estaba dando Chile, a ojos de las ONGs se convertiría en un verdadero retroceso. Como explica Pinochet, “Chile está en otro estándar de desarrollo y otros países pasan a tener la prioridad de financiamiento”. Es más, tal como asegura Liberona de Terram, la situación es aún más compleja ya que “Chile como OCDE debiera ser donante, no receptor de fondos… ahí está el problema”.

 

En FIMA, cuentan que se ha producido la paradoja que, aunque en momentos puntuales han aumentado sus ingresos, el tipo de cambio les ha terminado por mermar las arcas. “Lo que recibíamos hace tres años era con un dólar a $700, y hoy día estamos con un dólar a $500, entonces parece más el ingreso, pero al cambiar el dinero, no es tanto”, explican. Y esta misma situación afecta a Terram. “Hicimos un proyecto en euros para una organización holandesa de conservación, con un tipo de cambio de $780 y fue aprobado. Ahora, el euro está a $640 y pierdes mucha plata, porque tienes que hacer la misma pega, sin bajar el estándar y cumplirlo completamente”, dice Liberona.

 

En 2010, FIMA y Terram han recibido un aporte promedio de 200 mil dólares. Esto se traduce en 100 millones de pesos, que divididos en los 12 meses del año, significan cerca de 9 millones de pesos. Y este dinero, mes a mes, se ocupa en pagar los sueldos de las personas que trabajan en las organizaciones, en estudios, seminarios y publicaciones de las respectivas ONGs.

 

Sara Larraín, quien mantuvo reserva sobre los dineros de Chile Sustentable, aseguró que el programa se encuentra bien económicamente y que el problema real es que en “Chile no hay una política de sociedad civil”. 

 

 

Tanto para Chile Sustentable, Terram y FIMA, es necesario que sigan existiendo diversas opciones de financiamiento, nacionales e internacionales, para que haya una real participación ciudadana. “En Chile hay una carencia letal porque no hay ley de participación ciudadana, no hay fondo de sociedad civil, y definitivamente no hay posibilidad de mantener a largo plazo instituciones de sociedad civil”, asegura Larraín

 

 

¿Y si las fuentes externas se cierran, de dónde viene entonces el porcentaje nacional del financiamiento de estas organizaciones? El Estado chileno ofrece sólo un fondo orientado al medio ambiente: el Fondo de Protección Ambiental, al cual se puede postular una vez al año y entrega entre tres y 10 millones de pesos. 

 

“Los fondos son mínimos y son muy limitantes cuando quieres hacer un proyecto. Mal que mal, un proyecto parte de una necesidad real que tiene una comunidad, y que uno está tratando de resolver, y por lo tanto, le estás ayudando al Estado”, explica Fernanda Pinochet. Por lo mismo, ni FIMA ni Terram postulan a estos fondos. Es así entonces, que en muchos caso, el Estado chileno termina por no aportar a las ONGs medioambientales, que sólo obtienen financiamiento contra proyectos. 

 

 

Liberona, con sus dos únicos fondos internacionales asegurados para el 2011, asegura que “uno sabe que el futuro es súper incierto, pero aún no está la opción de cerrar. Sé que vamos a sufrir, pero vamos a salvar”

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