Como cada año, en agosto pasado el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) hizo llegar al Ministerio de Agricultura su propuesta de modificación a la Ley de Caza. Lo habitual era que ésta volviera aprobada sin mayores cambios por la Secretaría de Estado, en consideración a la expertise técnica del servicio. Esta vez, sin embargo, eso no sucedió.
El Ministerio de Agricultura, que encabeza José Antonio Galilea, determinó realizar variaciones a la propuesta del SAG que implican un sustantivo cambio en las normas de protección de especies. E incluso amplía a la condición de “silvestres” y “dañinos” a perros y gatos sin dueño, dejándolos en condición de “caza” y “captura”.
El Dínamo accedió al documento de 31 páginas emanado de la Subsecretaría de Agricultura, que ya cuenta con la firma del ministro Galilea y del titular de Defensa, Andrés Allamand, y que para su entrada en vigencia sólo resta la rúbrica del ministro de Economía, Juan Andrés Fontaine. Este medio también logró conocer la propuesta preparada por el SAG y dirigida al Ministro de Agricultura el 25 de agosto pasado.
En ambos documentos se pueden apreciar diferencias sustanciales en cuanto al grado de conservación y protección de diferentes especies. Una de las modificaciones realizadas por el Ministerio es en el artículo seis de la norma, que declara a ciertos animales como “dañinos” y señala que “podrán ser cazados o capturadas en cualquier época del año, en todo el territorio nacional y sin limitación del número de piezas o ejemplares”. La Secretaría de Estado añade a este listado de especies al zorro chilla, al perro asilvestrado y al gato asilvestrado.
La norma que impulsa el Ministerio de Agricultura establece que son animales “asilvestrados” todos aquellos “que vivan en condición de un animal salvaje”; no particularmente a los que rondan en zonas rurales.
Este punto es uno de los más polémicos ya que, según explica una fuente al interior del SAG, este cambio abre ahora la puerta a la captura y caza -y eventual exterminio- de perros y gatos callejeros, que no tengan collar ni un claro dueño.
El tratamiento de la autoridad frente a la existencia de perros vagos mantiene desde hace tiempo en alerta a las organizaciones animalistas, luego de que algunas autoridades municipales ordenaran la erradicación de estos animales por el peligro que implicarían para la ciudadanía.
En Chile se estima que existen dos millones y medio de perros vagos. Un problema que ha intentado ser abordado de distintas maneras, incluída la eutanasia, como señalaba una disposición contenida en la Ley de Tenenecia de Animales que se discutió en el Senado y que generó el rechazo de los senadores del PS y el PPD.
Especies que el SAG propuso proteger
Por otro lado, la propuesta del SAG incorporaba a una serie de invertebrados, tales como arañas, alacranes, mariposas y libélulas, al listado de especies cuya caza o captura debía estar prohibida en todo el territorio nacional. La idea era detener la desmesurada explotación de estas especies que ya se percibe. Sin embargo, el artículo no fue considerado por la cartera de Agricultura y sólo se remite a solicitar, según el reglamento vigente, que quienes las capturen de forma habitual se inscriban en el SAG.
La nueva Ley de Caza, que debe entrar en vigencia este año, en su artículo cinco, mantuvo la autorización de cazar por cuotas máximas y en determinados periodos del año a 36 especies, incluyendo a ratones y ciervos. Respecto a estas últimas especies, la propuesta del SAG era más dura, pues proponía abrir el permiso de caza para todo el año, ya que estos animales según los técnicos “destruyen el hábitat y compiten con especies nativas y endémicas como el pudú y el huemul”.
Otro de los puntos conflictivos de las modificaciones que el Ministerio de Agricultura propone son los cambios en las normas para la internación de animales exóticos al país. Sobre el punto establece que “podrán internarse en el territorio nacional o en regiones o en zonas del país, donde no existan, aquellos especímenes que vengan infertilizados mediante métodos permanentes, situación que deberá ser comprobada por el importador, mediante certificados oficiales del país de origen”.
Esta fórmula implicaría serias dificultades para la fiscalización por parte de los funcionarios de aduana y del SAG, pues verificar que las especies vengan efectivamente infertilizadas es complejo. Era por ello que la propuesta original del SAG establecía optaba por una apuesta más radical, prohibiendo la entrada de especies reconocidas internacionalmente como “dañinas e invasoras”. En esta categoría quedaban, por ejemplo, el caso de la grulla blanca asiática, el tucán grande, el ganzo emperador, el emú, hurón, la iguana verde y la pitón sanguínea, entre otras.
