Secciones
País

Destituyen al director del Hospital de Castro días después de polémico caso de aborto

“Me tomó por completo por sorpresa”, reconoció la ex autoridad de salud.

Durante siete años Ricardo Salazar se desempeñó como director del Hospital de Castro, recinto asistencial de mediana complejidad ubicado en la capital de la Isla Grande de Chiloé que atiende a las diez comunas de la zona.

Pero ahora el ingeniero comercial dejará dicho cargo, luego que el Servicio de Salud de Chiloé le solicitara la renuncia. “Me tomó por completo por sorpresa; no es el primer conflicto que vivo en 22 años que me desempeño en el área de la salud, pero bueno, así lo acepto, porque así son las reglas del juego”, afirmó a La Tercera.

Salazar, quien llegó al puesto a través de Alta Dirección Pública, dijo que desconoce las razones de por qué le pidieron la renuncia, aunque descartó que haya sido por la polémica situación que protagonizó hace unos días, cuando el hospital se negó a realizar un aborto a una menor de 13 años, como consecuencia de una violación. 

En esa oportunidad, el recinto argumentó que no habían médicos dispuestos a interrumpir el embarazo, debido a que aún no estaban fijados los protocolos de la ley que despenaliza el aborto en tres causales. Eso pese a que la delicada situación de la menor, quien tenía 11 semanas y 3 días de gestación, cumplía con todos los requisitos.

“Llevo muchos años en Salud y siempre en los hospitales hay conflictos y problemas de la contingencia todos los días, si bien habíamos estado bastante solicitados como Castro, pero bueno yo llevaba ya siete años, estos cargos pueden durar hasta nueve y a lo mejor se cumplió un ciclo”, indicó Salazar sobre su salida.

Notas relacionadas








No creo en el mejor disco del año

No creo en el mejor disco del año

Dicho eso no pretendo evangelizar a nadie. No vengo a dictar cátedra ni a levantar un tótem. Simplemente me animo, en este momento del año tan dado a los balances, a hablar de un disco. No el disco. Mi disco. El que, sin avisar, fue compañía, refugio y espejo. En mi caso, ese viaje personal tuvo nombre propio: Twilight Override, de Jeff Tweedy.

Foto del Columnista Mauricio Jürgensen Mauricio Jürgensen