Secciones
País

Seremi de La Araucanía defiende contratación de condenado por incendio y hermano de vocero de la CAM

Pichún fue condenado en 2003 a cinco años de cárcel por el delito de incendio a un camión forestal, tras lo cual quedó en libertad.

Andrés Cuyul, seremi de Salud de La Araucanía, defendió la contratación por parte de la repartición de Pascual Pichún Collonao, quien fue condenado por incendio y además es hermano de un vocero de la Coordinadora Arauco Malleco (CAM).

Consultado sobre el caso de Pichún, la autoridad planteó que “es periodista, él es padre de familia. Él hace tiempo, el año 2003, tuvo un problema judicial, él cumplió condena, cumplió con los requisitos y no tiene ninguna inhabilidad para ejercer cargos públicos”.

“Por lo tanto, así como muchas personas que han tenido proceso de rehabilitación, él está inserto en la sociedad y está trabajando en un servicio público”, agregó.

Junto con ello, el seremi de Salud descartó que Pascual Pichún haya tenido militancia en la CAM.

Pascual Pichún es hermano de Juan Pichún, vocero de la Coordinadora Arauco Malleco, además de ser hijo del fallecido Pascual Pichún Paillalao, lonko de Temulemi, quien fue detenido en 2010 por Ley Antiterrorista, tras fugarse a Argentina. 

Pichún fue condenado en 2003 a cinco años de cárcel por el delito de incendio a un camión forestal, tras lo cual quedó en libertad.

Frente a esta situación, el diputado RN Miguel Mellado ofició a la ministra de la Salud, María Begoña Yarza.

“Hemos oficiado a la ministra para que informe si esta persona presentó, como todo trabajador público, los antecedentes que este posee, su título profesional, si fue por concurso público o si fue a dedo”, puntualizó.

Notas relacionadas







Del fin de los pitutos a la pitutocracia

Del fin de los pitutos a la pitutocracia

Quizás el problema nunca fue el pituto en sí, sino quién lo ejercía. Porque al final del día, el Estado no se transformó en un espacio más transparente, más justo o más meritocrático. Solo cambió de manos. Y con ello, cambió también el tono: menos pudor, más autoindulgencia y la persistente convicción de que el poder, cuando es propio, siempre está justificado.

Foto del Columnista Bárbara Bayolo Bárbara Bayolo