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Karin Ebensperger da la pelea

Estuvo más de veinte años a cargo del análisis internacional en Teletrece. Pero hoy su mayor preocupación está a nivel interno, defendiendo las ideas de Occidente y la formación cívica de los niños y jóvenes chilenos. Respecto de China se juega una batalla casi personal: “Yo no tengo ni un problema con el comercio. Pero cuando el comercio se transforma en dominar áreas estratégicas de un país… no es lo que yo quiero que prevalezca y tengo todo el derecho a pedir que se pongan ciertos límites”.

Karin Ebensperger hace solo una petición. Quiere que a la hora de hablar de su trayectoria, que incluye haber sido analista internacional por más de veinte años en Teletrece, se deje constancia de que está casada, con cinco hijos y doce nietos. “El currículum de muchas mujeres, me incluyo, es el currículum de los no. Yo tuve que decir no a muchas cosas porque privilegié mi familia; uno ha invertido mucho más tiempo en la crianza y en acompañar, que yo creo que es lo más importante. Al final, además, la vida es una mezcla entre lo privado y lo público”, cuenta desde su casa, donde vive junto a su marido Héctor Ducci en lo que ella misma describe como la segunda etapa de su vida tras la muerte del padre de sus hijos, Sergio Eguiguren. En los 45 minutos que duró la entrevista la única interrupción fueron sus nietos que llegaban del colegio a almorzar. Un panorama absolutamente familiar para una figura que fue absolutamente pública.

-Dijiste que no muchas veces, pero lograste ser la primera analista internacional con exposición televisiva. Deben haber existido muchos “sí” para lograr eso.
Pude combinar lo familiar con lo profesional gracias a que tuve un apoyo muy grande en todo sentido. Mis padres vivían a dos cuadras de mi casa y me ayudaban mucho con los niños, mis suegros eran muy buenos suegros, mi (primer) marido muy comprometido, andaba en la casa. Debo reconocer que eso era un privilegio, pero además tuve muy buenos compañeros de trabajo, en esos tiempos éramos un equipo internacional, estaba Julio Prado, Bernardo de la Maza y José María Navasal, por lo tanto no todos los días yo tenía que salir al aire, y eso me permitió durar veinticinco años. Lo que sí, nunca acepté meterme en la política, porque no tenía tiempo para eso. Fui a Rusia, a la Unión Soviética cuando cayó Gorbachev, entrevisté a Margaret Thatcher, entrevisté a Menem. Cosas cortas, no esos grandes reportajes espectaculares. Yo nunca aspiré a una cosa así, porque me significaba semanas y semanas fuera de la casa.

-¿Te arrepientes a veces de eso?
No me arrepiento. Para nada.

-En el último tiempo el periodismo ha estado enfrentando una gran transformación. Incluso se podría hablar de crisis, con las noticias falsas, la influencia de las redes sociales, la amenazas de varias autoridades importantes a la profesión. ¿Cómo ves el desarrollo de la actividad?
La vida está mucho más complicada, hay un fenómeno que es muy contradictorio y muy paradojal, que consiste en que mientras más facilidad de comunicación tenemos los seres humanos con todas las nuevas tecnologías, más parece que nos distanciamos. Curiosamente uno de los fenómenos modernos es la soledad, las depresiones, porque estás tan comunicado, tienes tantas posibilidades de estar viendo partidos de fútbol en Japón y haciendo una transacción económica con Nueva York, que muchas veces te falta lo más importante, que es la red de apoyo cercana. Nos hemos descuidado los seres humanos en las megaciudades. Es duro también para los periodistas, que reciben mucha información, muy difícil seleccionar. Ha cambiado totalmente el escenario. En mi época, en los años ‘80, ‘90, lo más difícil era conseguir la información y hoy en día es cómo decidir entre tanta.

-¿Y qué pasa con la libertad de prensa?
Sigue siendo la esencia de la democracia. Yo tengo una fundación que se llama Civis Chile, que la creamos entre Matías Concha, Nicolás Berthet, Matías Errázuriz y yo… La vieja a la que sumaron (se ríe). Yo escribía columnas, siempre hablando de la importancia de lo cívico. Ayudamos en la formación de los jóvenes y de los niños, hemos impactado en 120 colegios ya. Aprendí del tema yendo a la embajada de Dinamarca, viendo cómo funciona el Endowment for Democracy de Washington y cómo hacen estos países para recibir personas que vienen de lugares imposibles, sin estado de derecho, y que cruzan la frontera y se transforman en ciudadanos de un día para otro. Lo más importante, me decían en la embajada de Dinamarca, es que esto parta desde prekinder. Hay que enseñar el respeto. Nosotros vivimos en una sociedad donde cedemos una pequeñísima parte de la libertad para respetar las leyes acordadas, pero eso garantiza a su vez tu libertad y tus derechos, que son inviolables por parte del Estado. Cuando tú tienes países que no tienen prensa libre, la autoridad puede abusar sin que se sepa. A mí me tocó estar en China y buscar en Google, que está intervenido, la palabra Tiananmen. Y en la web te explican la historia de la plaza, pero no te hablan de la masacre de estudiantes que hubo ahí por pedir más libertades. Los conceptos de libertad, democracia y Estado de derecho son los máximos logros de la
humanidad, mucho más que en todo lo logrado en el campo científico. Y eso solamente se da en occidente.

-¿Y en Estados Unidos? Se ha cuestionado mucho lo que está sucediendo ahí a nivel de libertad de prensa.
Yo sé que está cuestionada en este minuto, porque está pasando un periodo de revisión de todo, pero esencialmente sí hay libertad de prensa. O sea, tú naces en Estados Unidos y salvo que seas una persona que milite en grupos extremos, no se te persigue. En cambio si tú naces en sociedades como en China, o en ciertas culturas africanas, no tienes seguridad.

-¿Pero está bajo amenaza eso en occidente?
Es más profundo el tema. Las sociedades occidentales han ido tomando como obvia la libertad, pero no están dispuestos a hacer sacrificios para defenderla. Y hoy las amenazas para occidente no vienen de afuera, necesariamente. Ha habido mucha inmigración, y cuando son muy grandes las cantidades de inmigrantes, por ejemplo en París o en Londres, hay zonas que no necesitan adaptarse al sistema porque tienen sus propias leyes. Eso no está bien. Yo creo que la inmigración es absolutamente necesaria y es parte de la humanidad, pero si vienes de afuera eres tú el que tiene que integrarse, el que tiene que formarse desde niño.

-¿En Chile ves esa amenaza?
Es que yo creo que no se está formando a los niños. No hay formación cívica.

-Tuvimos una carrera presidencial con debates como nunca. ¿Hemos avanzado al menos en intentar tener un voto informado?
El voto informado es muy importante, pero de repente los esquemas en que se tienen que presentar los debates no permiten el desarrollo de ideas un poquito más profundas. Pero en todo caso, creo que en Chile sí se cumple con el requisito del voto informado.

-¿Ves amenazas aquí también para la democracia?
Sí. Yo siento que a los niños no se les está formando en el interés por la polis. Yo no sé si hoy en las familias se habla suficiente de que deben interesarse por la política, aunque no sea partidaria. Muchos niños y jóvenes ni siquiera saben, por ejemplo, lo fundamental que es el poder judicial para el funcionamiento de una sociedad libre. Lo más importante es la justicia, que es dar a cada uno lo suyo. Bueno, ni siquiera voy a detenerme sobre lo mal que está hoy el poder judicial. Y no puede ser que un país tenga la peor evaluación del Congreso, cuando es lo más importante del país.

-Ya que lo tocas, ¿te preocupa lo que está sucediendo en el poder judicial?
Me preocupa mucho. Yo creo que la seriedad tiene que volver, la creencia de que la justicia es ciega. Eso no está sucediendo. Hay intercambio de información, manejos, influencias desembozadas. Todo mal.

-También ahí se está produciendo un debate interesante sobre las filtraciones hacia la prensa. Si entorpece o no la labor de la justicia…
Por supuesto que el periodismo tiene un rol importante. Y ahí es donde yo creo que la formación ética de los periodistas es tema también. O sea, es muy importante que tú sepas si estás haciendo algo porque realmente quieres ir al fondo del asunto y estás aportando a la sociedad o estás tratando de tener un golpe efectista. Ahí hay una delicada línea que sólo la ética te la da.

-Comentaste hace un rato sobre tu estadía en China y la censura en Internet. Tuviste hace poco un intercambio interesante con el embajador chino sobre la falta de libertad en ese país.
Yo creo que el embajador chino debe ser una buena persona, pero él, como ningún otro embajador, se debe a un régimen muy estricto, y por lo tanto actúa como está actuando. Nosotros tenemos estupendas relaciones con China, que yo valoro, pero el tema es que los propios chinos, que usaban mucho antes el soft power, el comercio, en fin, hoy en día están tratando de ganar espacios estratégicos en todos los países. Entonces, ¿qué pasa? Que los últimos dos embajadores que han llegado a Chile no tienen nada que ver con los embajadores anteriores. Son muy agresivos. No solo a mí, a otros periodistas, también los han tratado pésimo y eso no es aceptable. Mira, tú aquí en Chile puedes decir lo que quieras contra el presidente de Estados Unidos. El embajador de Estados Unidos nunca va a empezar a tratar mal a un periodista solo porque opina algo que él no quiere oír. Ni el embajador de Francia, ni el embajador de Alemania. El embajador de China me trató de ignorante, porque dije que China hace dumping al no tener leyes ambientales y laborales estrictísimas como tenemos en todos los países occidentales. Me trató de lo
peor. Yo creo que tienen que aprender a funcionar en el mundo libre y aceptar que hay muchas opiniones, no solo una.

-¿Faltó diplomacia ahí?
Pero por favor, absolutamente. Lo que yo dije es que de repente me parece que en los aranceles hay un tema geopolítico de por medio. No solamente se trata de poner aranceles para impedir que entre un producto. Sino que tiene que ver con que ese producto viene con ventajas comparativas que no son justas.

-¿Se debe restringir entonces el comercio con China como lo ha hecho Trump?
Lo que tienen los países europeos, la Unión Europea, es el Investment Screening, que son reglas respecto a quiénes pueden invertir y en qué porcentaje pueden dominar áreas estratégicas. Si tú tienes esas reglas antes, a priori, no ofendes a ningún país. Tiene que haber una política de Estado al respecto.

-Pero nosotros estamos tratando justo de atraer inversión. ¿Esto no sería contraproducente?
No, porque es más ordenado, fíjate. Porque lo tienen los países que realmente importan y exportan mucho. Yo no tengo ni un problema con el comercio. Pero cuando el comercio se transforma en dominar áreas estratégicas de un país que tiene un tipo de gobierno, no es el que yo quiero que prevalezca en mi país y tengo todo el derecho a pedir que se pongan ciertos límites.

-En el caso de los aranceles que estableció Donald Trump, ¿estamos hablando ahí también de correcciones?
En una parte sí, pero en general es muy impredecible. Y eso no es bueno para el comercio, ni siquiera de Estados Unidos, Yo no sé qué pensar de Trump, fíjate. Por un lado, puedo entender algunas cosas en general, pero me parece muy mal educado y muy impredecible paras ser el líder de la máxima potencia occidental.

-Ocupas el concepto de mal educado para un líder político… Es que finalmente la razón internacional es la educación, la buena educación, la gentileza, el respeto.
Eso es muy importante. Por eso que también critiqué mucho que el presidente Boric no se parara a saludar al presidente Javier Milei. O cuando no recibió al embajador de Israel. Hay que tener políticas de Estado, no políticas según las ideas del gobernante. Creo que el pueblo palestino tiene todo el derecho de tener un Estado, también creo en eso. Pero Chile no debe importar ese conflicto. Tenemos comunidades acá en Chile que tenemos que respetar. Y yo creo que una autoridad tiene que partir por respetar a los que viven acá y además manejarse en las relaciones internacionales con respeto.

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