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5 de Octubre de 2022

Sergio Muñoz Riveros: “El 4 de septiembre, los chilenos hundimos el barco pirata”

“Democracia bajo asedio” es el título tentativo del ensayo que está por publicar el ex comunista y hoy ácido crítico de la izquierda chilena. Ahí aborda el triunfo del Rechazo, el proceso constituyente y su génesis, a la que llama, “el estallido anti-social”. De eso y más, incluida “Las dudas de Boric”, reciente columna donde aludió a la salud mental del presidente y que sacó ronchas, habló con nosotros. 

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“Cuando las cosas están mal, hay que pelear para que mejoren. Soy un convencido de eso. El 4 de septiembre pasado, con todos los problemas, el pesimismo y el miedo que parecían instalados en el país, logramos hundir el barco pirata”.
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Coincide absolutamente con Winston Churchill, quien sostenía que el pesimismo es una pérdida de tiempo.

El analista político, académico y periodista Sergio Muñoz Riveros (78) es un auténtico sobreviviente y eso mismo lo ha convertido en un optimista. El año y medio que pasó detenido en Villa Grimaldi, Tres Álamos, Cuatro Álamos y en el centro Melinka en Puchuncaví, recién ocurrido el golpe militar en 1973, fue una prueba de resistencia física y psicológica, en particular durante los primeros meses. 

“De Villa Grimaldi, la salida fue, en la mayor parte de los casos, la muerte. Yo salí vivo y eso me hace agradecer la vida”, dice hoy. 

Entonces era dirigente de las Juventudes Comunistas y fue apresado en la calle. Logró salir al exilio con María Victoria Carvajal Campusano, su mujer, hija de la dos veces senadora y una vez diputada comunista, Julieta Campusano. Sergio y María Victoria salieron de Chile con Andrés, su hijo mayor, que entonces era muy pequeño. En Holanda, donde vivieron 7 años, nació el segundo, Aníbal. 

“Holanda es un país que aprendí a querer y al que le debo muchísimo. Estudié en la Universidad de Amsterdam y en la de Utrecht. Luego regresamos juntos, toda la familia. Volví con la misma mujer con la que me fui, y seguimos juntos hasta ahora”, comenta este ex comunista que se declara un sobreviviente optimista. “Cuando las cosas están mal, hay que pelear para que mejoren. Soy un convencido de eso. El 4 de septiembre pasado, con todos los problemas, el pesimismo y el miedo que parecían instalados en el país, logramos hundir el barco pirata”.

–¿De qué barco pirata hablas?

–Del texto constitucional que rechazamos el 4 de septiembre, ese que respaldaba el gobierno y por el que hizo desenfadada campaña. Ese proyecto de constitución que habría llevado al país hacia un pantano. Hubo columnistas durante todo el proceso, cuyos nombres no daré, que hicieron unos análisis terriblemente fatalistas, de tono apocalíptico: el país se hundía y ya no había nada que hacer. Hubo otro analista que comenta en videos, que afirmó que estaba en marcha una revolución que nadie podía parar. 

–¿Te refieres a Tomás Mosciatti?

–Sí, a quien le tengo mucho respeto. Él sostenía que la debacle democrática de Chile era ineluctable. Y, aunque no faltaban motivos para pensar así, dado el proceso de degradación en que había caído el proceso, la ciudadanía reaccionó. ¡Y vaya cómo reaccionó! Trece millones de personas acudieron a las urnas y dijeron mayoritariamente que rechazaban el texto.  

Macro zoma sur: Bandolerismo total

Es llamativo que quien en su juventud estuvo con Lenin, ahora encuentre inspiración en Churchill. Que un hombre torturado por comunista después del Golpe, hoy esté en la vereda opuesta del PC chileno. Ese cambio radical, que en el caso de nuestro entrevistado se produjo a fines de 1986 y es común a otros próceres de su generación, es largo de explicar. No en vano, tiene publicados varios libros al respecto.

El más reciente es “Estado de Alerta: Entre el miedo y la esperanza”, donde escribe: “Soy un sobreviviente de la tempestad del 73 y estoy convencido hoy de que la política no es una especie de guerra, o de preparación para la guerra. Tenemos que aprender de la historia, pero ello exige mirarla de frente. Por desgracia, quienes han llegado a propiciar una ´ruptura democrática y constitucional´ se muestran amnésicos respecto de los traumas sufridos por el país”. Y concluye con otra definición: “Si queremos mejorar la sociedad, tenemos que actuar según el principio de realidad, que exige tener los pies firmes en la tierra. Me declaro ´tierrafirmista´, como aconseja Nicanor Parra”.

Y ahora tiene casi listo “Democracia bajo asedio”, el que espera publicar en noviembre. “Son muchos los que están en la misma: analizar el resultado del plebiscito. Gonzalo Blumel, el ex ministro de Piñera, tiene uno por salir. Yo le revisé el índice. Creo que será interesante”, comenta.

–Apelando a tu optimismo, ¿crees que el actual soberano escuchó al pueblo que en un 62 por ciento optó por el Rechazo?

–Las diferencias frente al plebiscito, Apruebo versus Rechazo, tienen que ver con una mirada del país marcada por el renacer de un izquierdismo muy duro, muy sectario, que se ilusionó mucho con el proyecto de la nueva constitución. José Rodríguez Elizondo publicó un libro hace poco cuyo título es muy revelador de este afán refundacional: “La vía constitucional a la revolución”. O sea, hubo un grupo que quiso escribir la revolución para que se hiciera realidad. Algo de eso sucedió con la redacción del texto, se buscó cambiar la sociedad simplemente, escribiéndola. Simplemente, escribiéndola… Es una cuestión digna de estudio. 

–Le creyeron a pie juntillas a Humberto Maturana aquello de que el lenguaje construye realidad…

–Sí, algo como eso les pasó, pero exagerando literalmente la nota. Fue una especie de delirio, donde bastaba redactar esa constitución, farragosa, mal escrita, incoherente en muchos sentidos y completamente refundacional, para armar otro país. No les resultó. Este país no se dejó refundar. 

–El afán refundacional es una cuestión generacional, de los jóvenes, como Boric y sus amigos, ¿o también hay viejos refundacionales? 

La pregunta le hace gracia, la celebra y la responde así: 

–Sí, también hay viejos refundacionales, gente que todavía no se desprende de la ilusión revolucionaria. De esa idea del cambio drástico, espasmódico, para restablecer una justicia definitiva, un gobierno de los justos. Detrás de esos afanes han estado las grandes tragedias a las que han conducido las dictaduras en nombre del pueblo, las dictaduras del proletariado. 

Por otro lado, dice Sergio Muñoz, están los jóvenes del Frente Amplio, que tienen la convicción de que hay que partir de cero. “Todo este intento de reescribir la historia, de despreciar la historia. El embajador en España, Javier Velasco, lo dijo de esa manera brutal, de esa manera vulgar: los 30 años agudizaron las desigualdades… Pinochet tendría que haber aplaudido de pie sus dichos, porque resulta que para este joven Velasco era mejor la dictadura que los 30 años. Hay mucha confusión, mucho trastorno, pero este país está reaccionando y la contundencia del Rechazo es profundamente elocuente”. 

–Insisto: ¿Te parece que esa contundencia del Rechazo haya sido comprendida por el gobierno, por el presidente Boric?

–Yo creo que no entendió mucho, ni él ni sus cercanos. Creo que todavía siguen sin masticar la derrota y, mientras no lo hagan, es imposible que la puedan digerir. Es que estaban muy ilusionados. Les había ido tan bien durante todo este tiempo. La revuelta les ayudó mucho. 

–¿Crees que sin revuelta estarían hoy en el poder?

–De ninguna manera estarían donde están. La revuelta acomplejó a los viejos partidos de la Concertación, se sintieron apabullados frente al “despertar del pueblo”, lo que fue un desprecio al pueblo, porque el pueblo no quema, no incendia, no saquea, no vandaliza. Yo no me explico cómo se sigue hablando de “estallido social”, cuando lo que vivimos a partir de octubre de 2019 fue un estallido anti-social. 

Y afirma que “sobre esa idea se sentaron políticos oportunistas, que aseguraron que una nueva constitución nos iba a salvar”. 

–¿Tú nunca creíste en que redactar un nueva constitución era lo positivo, lo correcto?

–No, porque mi interpretación de la revuelta, del estallido, es que tuvo un sello anti democrático muy claro, que los partidos no fueron capaces de denunciar claramente. Hubo hasta un intento de derrocar a Piñera. Claramente, se debilitaron los diques legales, el civismo, a causa del estímulo a una delincuencia con rostro social. Lo que sucede ahora en la macro zona sur es claramente eso. Ahí lo que ha habido es un bandolerismo total. Así surge una confusión general que nos ha conducido al punto en que nos encontramos. Afortunadamente, el verdadero despertar de la gente se está produciendo y qué mejor demostración que el resultado del plebiscito. 

–Me recuerdas a otra escéptica del proceso constitucional, la filósofa Lucy Oporto, que habla de “el origen barbárico de la Convención y del texto resultante…”

-Lucy Oporto, sí, es muy amiga mía. Ella tuvo una capacidad de percepción muy profunda del daño social, cultural y moral, que había producido el vandalismo, la delincuencia con cara de causa social. Ella es porteña y, como tal, ha denunciado persistentemente el daño que se le ha hecho a Valparaíso, tolerando e incluso alentando el vandalismo. Igual que lo que ha sucedido con la zona cero de Santiago. Aún tenemos recuerdos de lo grata que era la Plaza Italia, el Parque Forestal, el barrio Lastarria. Yo me pregunto: ¿Qué hará la Municipalidad de Santiago, los ejecutivos culturales del Gam? ¿Tendrán las agallas de arreglar ese desastre, dejando decente esa zona? ¿O los paralizará el temor a las hordas de jóvenes manifestantes que podrían molestarse con esos arreglos?

¿Quién sería el capitán Garfio?

No abundamos en por qué creció sin su padre presente. Pero sí nos confirma lo que ha dicho otras veces: la falta de una figura paterna lo llevó a militar en el Partido Comunista en su juventud. 

–Alguna vez intercambiamos impresiones con algunos camaradas, que habían visto desaparecer de sus vidas al padre por distintas razones y adoptamos al PC para suplirlo, un padre absolutamente autoritario que ordenaba todo, que ordenaba la vida –dice en una explicación escueta y medio sicoanalítica. 

Muñoz Riveros se retiró del Partido Comunista a fines del año 86, antes de la caída del Muro del Berlín y de la disolución de la Unión Soviética. “No fue fácil, quedaban en el PC muchos amigos, afectos antiguos. Me sentí huérfano al comienzo, un poco huacho, pero, al poco tiempo, empecé a apreciar el haber ganado la libertad y me acostumbré a la libertad. 

Es amigo de varios ex PC, donde destaca Ernesto Ottone, el conocido hombre del segundo piso de Lagos. “Somos más que amigos, somos compinches. Incluso publicamos un libro juntos sobre esto mismo. ´Después de la quimera´, se llama. Y es un diálogo a propósito de este asunto”. 

Cuenta que integraron juntos el Cómite Ejecutivo de las JJCC. “Él es un poco más joven que yo”, comenta, resistiéndose a confesar la edad sobre la que da pistas: “Soy del mismo año que Óscar Guillermo Garretón y José Antonio Viera-Gallo”. 

–¿Existe alguna similitud entre tu renuncia al Partido Comunista y tu abierta opción por el Rechazo?

–Tengo muchos amigos nuevos. Y he perdido algunos antiguos. Es algo inevitable. El plebiscito reciente separó a familiares y amigos. Sabemos que eso fue así. Como ya dije, este proceso hizo renacer un izquierdismo muy duro y sectario. 

–¿Cómo ves al actual PC? 

–Tú quieres meterme en problemas –responde, semiserio y luego dice: –Lo veo mal. Francamente mal, no sé qué conversaciones tendrán ellos en este momento, después del resultado del plebiscito, que definieron como la batalla de las batallas. Cifraban enormes expectativas. Sentían que estaban cerca de la realización plena de sus aspiraciones y perdieron de una manera que no esperaban. Supongo que estarán haciendo un análisis interno, donde todos opinarán libremente, espero. Imagino que como parte de los partidos políticos legales aspirarán a que institucionalidad democrática funcione. Considerando la presencia que tienen en el gobierno, con  ministros, subsecretarios, con un número importante de parlamentarios, funcionarios públicos, embajadores, no me imagino que vayan a sacrificar todo eso por embarcarse en intentos revolucionarios por otros métodos. 

–¿Y qué te parece el liderazgo de Jorge Teillier?

–No lo conozco, a Teillier. Cuando yo era dirigente de las JJCC, él era dirigente en Valdivia. Conozco su trayectoria, incluida su frase para el bronce al día siguiente del 19 de octubre 2019, cuando pidió la renuncia del presidente Piñera. Era como si estuviera cumpliendo su parte en un diseño planificado…, pero dejo esa idea hasta ahí… lo demás viene en mi próximo libro, que probablemente aparezca a fin de año. Teillier está desafiado por el alcalde de Recoleta y no sé cómo se las van a arreglar.

–De Daniel Jadue, ¿qué piensas?

–Lo mismo que opino de todos los admiradores de Nicolás Maduro, opinión que no puede ser peor. Lo mismo que pienso de todos los que le tiran flores a un hombre que ha conseguido la exportación de seis millones de venezolanos han debido dejar el país por su causa.

–¿Y de las jóvenes: Vallejo, Cariola, Hassler? 

–No las conozco directamente. Tengo una imagen general de ellas. Creo que están haciendo un aprendizaje político y espero que lo hagan bien. Tengo la obligación personal de no olvidar que yo también fui un joven comunista. Que fui sectario, leninista, dogmático, defendí invasiones soviéticas. Esas dirigentes que mencionas están haciendo su propio proceso de conciencia y ojalá funcione bien. 

Le preguntamos al analista político por los desbordes masivos en el primer recital del rapero Daddy Yankee. Si hay en el comportamiento de esas turbas lumpéricas algún vínculo con lo que él llama el estallido anti-social. Pero dice con sutil ironía que “no conoce al artista”, que tiene gustos consolidados, como Ella Fitzgerald, de quien la tarde de ayer tuvo una inyección a la vena. 

–Esto tiene que ver con la degradación de las normas de convivencia. Acordémonos de los llamados a evadir en el Metro y saltarse los torniquetes. Hay que recuperar el civismo. ¡Qué difícil tarea es esa! Cuesta ver la solución cuando observas lo que sucede en el Liceo de Aplicación, en el Instituto Nacional, en el INBA. Ahí ha habido un muy mal manejo, incluyendo a alcaldes y alcaldesas condescendientes con la violencia durante mucho tiempo, 

-Carolina Tohá, la actual ministra del Interior, cuando fue alcaldesa de Santiago no pudo resolver los problemas de violencia en el Instituto Nacional. 

-Yo espero que la nueva ministra del Interior lo haga lo mejor posible. Eso va en interés de la comunidad. Son enormes las exigencias que tiene, partiendo por recuperar el control de los territorios en la macrozona sur. Fíjate que me dio pena ver salir a la doctora Siches del gabinete, porque no es la única responsable de los errores. Los responsables son los que la pusieron en ese cargo, ignorando la responsabilidad y el conocimiento que significa enfrentar los desafíos del orden público. 

Hace unas pocas semanas, Sergio Muñoz Riveros publicó una columna en La Tercera, que sacó ronchas. Se titula: “Las dudas de Boric”. En ella, siempre en clave de preguntas, abordada la competencia psíquica del primer mandatario, aludiendo a su reconocido trastorno obsesivo compulsivo (TOC). 

–Hasta los trabajadores de Copesa pidieron tu cabeza, acusándote de sedición. ¿Por qué entraste en un tema tan delicado? 

–Sé que hubo mucho alboroto. Afortunadamente, no tengo cuenta en Twitter. El tema es delicado y está presente. En las mismas redes sociales circulan entrevistas, como una hecha por Santiago Pavlovic, donde Boric comenta que cuando tenía 12 años le diagnosticaron TOC y que ha vivido periodos de crisis, en que ha tenido problemas para escribir e incluso caminar. Dijo que era una verdadera lucha constante con su mente. ¡Caramba, qué delicado!  Es cierto hay que pensar en él como persona, pero sin olvidar que tienen sobre sus espaldas una responsabilidad inmensa. No sé si entre sus cercanos haya quienes estén atentos a este tema.  

–Dijiste que el texto constitucional rechazado era un barco pirata que naufragó. ¿Quién sería el capitán Garfio?

–El capitán del barco es el que tiene todas las atribuciones. Esperemos que este capitán se dé cuenta de que debe evitar que naufrague su gobierno. Ha hecho tantas y frecuentes referencias a Salvador Allende y al gobierno de la Unidad Popular, que sería bueno que tenga en cuenta lo ocurrido con ambos. Porque en ese caso se resume todo lo que no debe hacer. Esa experiencia que terminó tan trágicamente y que no debe repetirse es lo que debe considerar. Y valorar lo que hemos construido en estos 32 años. 

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