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Daniel Mansuy: “Hoy día gobernar Chile es una sarta de problemas”

El académico y analista político retrata con dureza las falencias discursivas y estratégicas del partido del Presidente Boric: “El Frente Amplio se deshizo electoralmente”, dice. En esta entrevista, repasa el resultado de las primarias, las estrategias de los presidenciables y los riesgos de una política sin anclaje en el electorado. “En esta alternancia es inviable lograr estabilidad”, asegura.

Para Daniel Mansuy, el colapso del Frente Amplio en las recientes primarias oficialistas no es solo una derrota electoral: es la evidencia de una obstinación ideológica que ha impedido a esa coalición asumir críticamente su experiencia en el poder.

Filósofo, doctor en Ciencias Políticas y autor del reciente libro Los inocentes al poder (Taurus), Mansuy traza una radiografía punzante del partido dominante del oficialismo, pero también apunta a la desconexión generalizada de los partidos, la volatilidad del electorado y la necesidad urgente de imaginación política.

Con un estilo agudo y directo, el director del Centro Signos de la Universidad de los Andes e investigador asociado del IES, advierte que Chile atraviesa un momento de profunda fragilidad institucional.

Sin embargo, no renuncia al optimismo: “Los países siempre tienen salida”, afirma.

En esta conversación, habla de las elecciones que se vienen y de su propio tránsito desde la academia a los micrófonos.

-¿Te sorprendió el resultado de las primarias oficialistas?

-Me sorprendió el derrumbe total del Frente Amplio. Pensaba que iban a sufrir una derrota, pero no de esta magnitud. Boric sacó en 2021 más de un millón de votos, y ahora Gonzalo Winter sacó apenas 120 mil. Se perdieron 9 de cada 10 votos. Electoralmente se deshicieron.

-¿Qué explica esa pérdida tan radical de apoyo?

-Hay muchas razones. Por un lado, el desgaste natural de ser gobierno. Pero lo más grave es que el discurso de Winter fue completamente impermeable a la experiencia del poder. Hablaban de la mesa del poder como si ellos no estuvieran en el poder. No hubo reflexión crítica sobre los errores cometidos. Han gobernado tres años y medio, y era como si no hubieran estado nunca ahí.

-En tu libro sostienes que esa impermeabilidad también estuvo después del plebiscito del 4 de septiembre.

-Sí. En los hechos hubo cambios -entraron Carolina Tohá y Álvaro Elizalde al gobierno, se aprobó la reforma de pensiones, se firmó el TPP-11- pero discursivamente no hubo revisión. Siguen amarrados a un diagnóstico simplista: que la transición fue una gran farsa, que hay que acabar con el neoliberalismo, y que basta con representar a los movimientos sociales para reconectar con la ciudadanía. Eso es más una consigna que un proyecto político.

-¿Eso explica que Jeannette Jara lograra captar tanto apoyo en la pasada primaria?

-Ella supo evitar la trampa del pasado. Mientras Tohá y Winter se enfrascaban en debates nostálgicos sobre la transición o la concertación -que para la gente joven es tan deschavetado como discutir sobre los balmacedistas o antibalmacedistas de 1891- Jara transmitió algo distinto. Apeló a la identificación, a la cercanía con el votante, logró un discurso donde había una esperanza y una promesa, por más que sea indeterminada por ahora. Mientras Gonzalo Winter y Carolina Tohá se trenzaron en una disputa absurda por el pasado, el talento de Jara fue entender que ella tenía que hacer otra cosa. Y eso, desde el punto de vista técnico-político, me pareció tácticamente genial, porque les pasó por el lado, les dobló en votación y mostró un gran potencial de crecimiento electoral. Dicho eso, igualmente creo que la tiene difícil para ganar la presidencial.

-Hay encuestas que sugieren lo contrario….

-Va a ser muy difícil cargar con la mochila de ser oficialista, no estoy seguro de que la vaya a poder sacar completamente. Recuerda, además, que en Chile hace mucho tiempo que tenemos gobiernos que alternan. Pero…

-¿Pero?

-Ella se ganó el derecho de competir. Hasta hace una semana pensábamos que la izquierda estaba más o menos acabada, y que si ganaba Jeannette Jara estaba todavía más acabada. Y no. Ella ha demostrado que esta será una elección competitiva. La derecha cometería un error si la despreciara. Si bien creo que va a ser muy difícil para una oficialista ganar la mitad más uno de los votos, aún así, todo está abierto.

-¿Cómo ve a la derecha en este escenario?

-Me parece que el Partido Republicano ha hecho un gran esfuerzo por construir un partido político, lo que hoy día es una proeza. En noviembre vamos a saber cuánto éxito tiene Kast en conectar con ciertas inquietudes que tiene la población: seguridad, economía y migración. Pero no son esas las únicas inquietudes que hay en Chile y, por tanto, el riesgo del partido Republicano es quedarse pegado en una sola tecla. Ahora, es cierto que hay un problema de seguridad y cuando se convierte en muy grave, se convierte en casi único en la escena. Esa es la apuesta del Partido Republicano.

-¿Y la derecha tradicional de Matthei?

Chile Vamos tiene que aprovechar la ventana que, en principio, le abre el triunfo de Jara en la primaria, pero todavía uno no ve una estrategia clara para poder aprovecharlo.

-¿Para acercarse al centro?

-Eso diría uno, pero la gran pregunta es si es que hay mucha gente en ese centro político, porque la votación de Carolina Tohá parece mostrar que no hay tanta gente.

-Puede haber afectado el voto voluntario.

-Si Carolina Tohá hubiera perdido por 5 puntos uno dice, hay algo de eso. ¡Pero perdió por 30 puntos! Entonces hay una interrogante ahí. Puede ser equívoca la tentación de ir a buscar los votos de centro y centro izquierda, porque parece que no existen tantos y, por cierto, también es un riesgo para la candidata irse a la derecha porque se mimetiza con Kast y lo fortalece. Ella y su equipo tienen que tener la suficiente dosis de imaginación política para generar una estrategia. Porque fíjate que nosotros sabemos lo que quiere Kast, sabemos lo que quiere representar Jeannette Jara, pero a mí me cuesta decir qué quiere hacer Evelyn Matthei, me cuesta identificar una propuesta, un tema, un proyecto, una esperanza. Y eso en una campaña es fatal. Tienes que transmitir algo.

-Hoy hasta la candidata del PC dice que seguridad y crecimiento son prioridad. ¿Cómo diferenciarse entonces?

-Ella dice que son su prioridad, pero creo que son temas en los cuales a ella le va a costar mucho ganar credibilidad. Mi impresión es que si la elección se juega en la cancha de la seguridad, Jara no tiene por dónde ganarla. Lo que tiene que hacer Jeannette Jara es modificar la cancha, cambiar la pregunta, sea por un tema más bien de identificación: Soy cercana a ustedes. Más que cercana. Yo soy como ustedes. No como ustedes, soy igual a ustedes. Por lo tanto, yo los voy a comprender mientras los otros no… porque forman parte de las élites. Si Jara logra cambiar la elección a ese terreno, la puede ganar.

De fútbol y marraquetas

Daniel Mansuy (47) es casado y tiene 7 hijos, dos en edad de votar. Cuenta que desde pequeño en su casa se leía El Mercurio y que con su abuelo, un ex almirante, comenzó a debatir sobre política.

Escribir en medios de comunicación llegó con naturalidad. Fue en 2009, cuando cursaba su doctorado en Francia, que envió una columna al medio electrónico El Mostrador y le pidieron más. Luego pasó a La Tercera, El Mercurio, la radio del 13 y CNN, donde hoy es parte de Tolerancia Cero.

-¿Cómo ha sido la experiencia de interpelar directamente a los políticos?

-Me gusta entrevistar políticos porque me interesa la palabra política, cómo comunican, cómo intentan persuadir. Lo encuentro un arte. Y me encanta observar ese arte.

En su libro Los inocentes al poder (Taurus), Mansuy disecta los 53 minutos en los que el Presidente de Chile, Gabriel Boric, se enfrentó a la prensa sin guion alguno para responder las preguntas sobre su actuar en el caso Monsalve.

La pulsión moral por la total transparencia, por la honestidad, es para el autor un tramposo atributo identitario del Frente Amplio.

-¿Hay un anhelo por emular a Allende en esa retórica de altura moral?

-Sí, pero se convierte en impostura. Allende no hablaba de superioridad moral; actuaba como político. El gesto del 11 de septiembre es profundamente moral, pero responde a una circunstancia única. Intentar imitarlo desde una conferencia de prensa o desde una narrativa de sacrificio es absurdo. Boric quiso hacer eso, pero su conferencia fue una catástrofe comunicacional.

-¿Qué habrías escrito de la fallida venta de la casa de Allende si lo hubieras incorporado al libro?

-Que terminaron dañando justamente lo que más querían preservar: el legado de Salvador Allende. Es impresionante cómo este gobierno terminó afectando incluso aquello que más buscó reivindicar.

Mansuy escucha las palabras, observa las señales de la clase política y, desde ahí, genera su reflexión basada en evidencia.

Postula, por ejemplo, que para Tohá fue demoledor aparecer en TV el día de las primarias, a la hora del desayuno, mostrando teteras italianas mientras Jara apuraba una marraqueta en una mesa familiar.

Sostiene que una quinta candidatura de MEO, pese a ser un récord histórico, corre el riesgo de ser un chiste repetido. “Uno no sabe muy bien a qué juega Marco Enríquez a estas alturas”, dice.

Y sobre independientes como Harold Mayne Nicholls, se declara expectante: “Está por verse, porque efectivamente el fútbol en Chile es importante y él tuvo una relación privilegiada con Marcelo Bielsa”.

-Si los votos hoy se movilizan por una mesa de desayuno o una eventual foto con Bielsa. ¿Qué estamos diciendo del Chile de hoy?

-Estamos diciendo que como los partidos perdieron completamente el arraigo que tenían antes, el electorado se volvió mucho más volátil y el electorado anda en busca en busca de algo que lo persuada, que lo convenza y con lo que conecte. Cuando yo era chico ser DC era una identidad, tú podías saber que alguien era DC solo por verlo caminar, vestirse. Hoy eso no está. Y lo terrible es la interrogante implícita que hay detrás de esta volatilidad. Deberíamos empezar a preguntarnos no solo por las elecciones de noviembre y diciembre, sino por el 12 de marzo. Cuando ganes la elección vas a celebrar y el 11 de marzo vas a ser feliz porque te van a entregar la banda presidencial, pero el 12 de marzo en la mañana vas a estar en el escritorio lleno de problemas muy difíciles de resolver. Al cabo de 2 o 3 semanas las encuestas van a bajar. Esta una pregunta muy pertinente, ¿en qué ayuda toda esta identificación a darle gobernabilidad al país? Naturalmente que es importante conectar con la gente para ganar la elección, también es una condición de gobernabilidad, pero también hay que preguntarse cuáles son las herramientas políticas de los candidatos para gobernar después. Hoy día gobernar Chile es una sarta de problemas. Y es medio imposible ser popular, porque vas a perder la popularidad y vas a tener que pagar costos. La delincuencia no se va de un día para otro, la economía no mejora de un día para otro. Tenemos un electorado completamente incierto, completamente volátil, que no está atado ideológicamente, que no se siente representado por los partidos tradicionales.

-¿Ves una salida?

-Sí, yo siempre creo que los países tienen salida. Confío en la imaginación política. Pero hay que cambiar ciertas disposiciones morales e intelectuales. Necesitamos una clase política que conecte con el nuevo electorado y que esté a la altura de las urgencias de los chilenos.

-¿Y, según la experiencia comparada, eso se logra en un ciclo de cuantos años?

-Mira, te voy a decir esto: uno esperaría ver cuál es la próxima coalición, sea del lado que sea, que logre elegir dos gobiernos al hilo. Ahí vas a tener un ciclo donde vas a decir, acá hay algo un poco más asentado, un poco más consolidado. En esta alternancia actual es medio inviable lograr estabilidad, menos si te vas inclinando cada vez más a los extremos.

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