La consigna “no son 30 pesos, son 30 años” se impuso tempranamente como el origen del estallido social del 18 de octubre de 2019. Casi dos semanas antes, la tarifa del transporte público aumentó justamente en $30, desatando la descontrolada molestia de los estudiantes.
Primero los escolares y luego personas de todas las edades comenzaron a evadir el pago en el Metro de Santiago, lo que derivó en numerosos incidentes al interior de las estaciones.
Parecía que ese viernes 18 de octubre no sería distinto que los días anteriores, pero la realidad fue muy diferente, porque esa jornada, que comenzó con la protesta estudiantil, finalizó con la suspensión total del servicio del Metro de Santiago. Varias estaciones fueron quemadas, el saqueo de tiendas, ataques a buses del Transantiago y el edificio de Enel, entre otros.
El presidente Sebastián Piñera decretó estado de emergencia y los militares se desplegaron en las calles para intentar controlar la situación.

Este 18 de octubre se cumplen seis años del inicio de la revuelta que se mantuvo durante más de cuatro meses en las principales ciudades del país y que llevó al acuerdo del 15 de noviembre, que firmaron casi todos los partidos políticos. Con él, se abrió el camino a los dos procesos constitucionales que terminaron siendo rechazados por los chilenos.
EL DÍNAMO se contactó con cuatro actores relevantes durante esas jornadas para saber cómo evalúan hoy lo ocurrido con la perspectiva del tiempo. ¿Se logró responder a las demandas sociales? ¿Está hoy Chile mejor o peor que antes de ese 18 de octubre?
Comenzó como un día normal
“La verdad es que era un día normal y de repente todo cambió. Fue algo inimaginable. Al principio en Plaza Italia no hubo destrucción, pero en la medida en que iba avanzando el día, ya se sentía agresividad en el ambiente. De un momento para otro estábamos todos con las cortinas abajo y se empezó a definir como un sector donde yo hago lo que quiero y como quiero“, recuerda Carlos Siri, dueño de La Antigua Fuente (ex Fuente Alemana), al recordar ese viernes.
La senadora Fabiola Campillai, por su parte, dijo que se encontraba trabajando en Carozzi y vio videos de las protestas. “Se sentía alegría, como una sensación de que por fin la gente salió. Recuerdo mucho las banderas y los cánticos. Pero también recuerdo a los militares cortando la Alameda”.
En tanto, Giovanna Grandón relata que ese día decidió ir a Plaza Italia y cuando iba saliendo de su casa se acordó de que tenía guardado un disfraz de Pikachu. “Cuando me lo puse, cambió el ánimo y el ambiente. La gente cantaba baila Pikachu“, rememora, convirtiéndose en la popular Tía Pikachu.

Para el entonces alcalde de Santiago, Felipe Alessandi, ese día “comenzó normal, aunque habían habido unos incidentes previos en el Metro y el Instituto Nacional que nos tenían alerta y los estábamos monitoreando, porque sentíamos que había cierta presión”.
Recuerda que el Ejecutivo se estaba preparando para acoger a líderes mundiales por la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático que se realizaría en diciembre y por la APEC, que se llevaría a cabo en el país.
“Y ahí viene el estallido, y a mí en lo personal me pegó muy fuerte, porque en 72 horas arrasaron con todo. Quemaron las estaciones de Metro, el mobiliario de la ciudad, las bancas, luminarias, contenedores de basura, absolutamente todo“, rememora.

Qué ocurrió con las demandas de la ciudadanía
Más allá de los diferentes recuerdos que cada uno de los protagonistas tiene de esa jornada, hay un tema en el que existe unanimidad: las demandas sociales que motivaron a gran parte de los participantes en las manifestaciones no tuvieron respuesta.
Las reformas a los sistemas de pensiones y salud o la implementación de la gratuidad en la educación, quedaron en nada y, en algunos casos, incluso mostraron un retroceso.
“Las demandas sociales más transversales que se exigieron en el estallido social no se han cumplido. ¿Se terminaron las AFP? No. Y falta mucho por mejorar las pensiones de quienes trabajaron durante mucho tiempo. ¿Se cambió el sistema de salud o se fortaleció el sistema público? No. En resumen, lamentablemente no se ha avanzado en lograr una mayor justicia social”, apunta la senadora Campillai.
Una perspectiva que comparte el dueño de La Antigua Fuente, quien incluso plantea que dichas demandas “quedaron en nada o peor, al final. La salud está peor, la educación está peor. Trabajo con dignidad no hay. ¿Cuántos desempleados tenemos hoy día? En pensiones está la PGU, pero del seis que podríamos haber ganado todos los trabajadores, quedamos en un tres y tanto”.

Tras recordar que tanto él como el ex presidente Piñera “reconocimos que habían demandas de la ciudadanía que eran absolutamente justas”, Felipe Alessandi enfatiza que “hoy en el tema de las listas de espera, estamos peor, igual que en el apoyo al adulto mayor. El tema de la casa propia, la casa digna, ¿dónde está? En la escolaridad, seguimos con los liceos emblemáticos destruidos. La cicatriz social que se generó, todavía seguimos sufriéndola. Yo creo que se generó un daño grande, nos polarizó aún más”.
La Tía Pikachu admite que “la gente dice que estamos igual, que no ha cambiado nada, y en realidad muchas cosas no han cambiado. Por primera vez en la vida los chilenos nos levantamos y dijimos basta de tanta injusticia, y quedamos en nada. A pesar de todo lo que pasó, de las personas que murieron, de las que perdieron los ojos, no conseguimos nada. ¿Por qué? Porque la gente creyó en las mentiras. Después del proceso constitucional se fue todo al vacío y no resultó nada”.
¿Podría repetirse el estallido social?
Dada la unanimidad de opiniones respecto a que, pese a que en ese momento eran consideradas demandas justas, ninguna de ellas se llevó a cabo, la pregunta que parece lógica es: ¿Podría repetirse el estallido social?
“El daño fue demasiado grande. Yo creo que ya no hay espacio para estar destruyendo la ciudad, la ciudadanía lo va a condenar. Pero para evitarlo hay que construir la paz social, que no está garantizada. Hay que estar permanentemente conversando, solucionando y siendo eficaz en la administración del Estado y en la resolución de los problemas”, sostiene Alessandri.
Giovanna Grandón, tiene dudas. Para ella, “la gente en este momento está trabajando, intentando salir adelante, pero creo que tampoco va a permitir que le quiten lo que ya tiene. Si vemos retrocesos, no sé qué va a pasar. La gente ahí tendrá que decidirlo”.
“Si bien es cierto que el descontento aún existe y la desigualdad social no ha cambiado mayormente, el estallido social representó un gran desgaste para todos quienes decidieron poner una pausa en su vida para luchar por mayor justicia social. Algunos perdieron la vida, otros fueron lesionados o cegados, como el caso de Gustavo Gatica y el mío, que ni siquiera me estaba manifestando. No soy yo quien puede decir lo que puede o no pasar”, indica Fabiola Campillai.
Mientras, Carlo Siri sostiene que, tras lo ocurrido, “al final no confiamos en el Estado, nos dimos cuenta de que las personas que ocupan los cargos no son las idóneas”.
En esa línea, plantea que las autoridades del momento “no hicieron funcionar la legalidad, tampoco defendieron a Carabineros. Puedes decir que volaron ojos, y cómo no iba a ocurrir, si esto era un campo de guerra. Y el mismo Gobierno, en vez de defenderlos, dijo que siga el proceso judicial no más“.

“Para graficarlo, si quienes estaban gobernando hubiesen estado en la Esmeralda, habrían arriado la bandera, habrían entregado el buque y habrían negociado a ver si se salvaban“, manifiesta.
“Yo apuesto que si toda la clase política sigue igual, a todos estos delincuentes que les dieron incluso pensiones de gracia, los van a querer recordar como héroes sociales”, asevera cuando se le pregunta cómo cree él que será recordado el 18 de octubre a futuro.
La senadora Campillai, en cambio, apunta que “hoy se intenta instalar desde algunos sectores políticos que el estallido social solo fue barricadas y vandalismo. Quieren borrar el sentido real de por qué partió todo, borrar su identidad popular, democrática y transformadora. Chile se encontró en las calles, nos dimos cuenta de que si no nos soltamos las manos podemos mover la aguja. Que los marginados tienen voz, poder y decisión”.
“Si me preguntas qué debemos hacer a seis años de la revuelta, la respuesta es clara: mantener viva la memoria y la esperanza de transformación“, concluye.
Por su parte, la Tía Pikachu cree que la evaluación de la fecha es distinta entre “la gente que estuvo manifestánose y la que se informó por la televisión, que mostraba solo lo malo y no lo bueno”.
“El 18 de octubre va a ser recordado como un reflejo de que la clase política en algún momento no supo resolver de buena manera las demandas ciudadanas. Porque no fueron 30 pesos. En este Gobie
o, el Transantiago subió 70 pesos. Fue una acumulación de situaciones que además se canalizaron mal, porque la violencia terminó empañando todo”, indica, por su parte, Alessandri.

“Yo me acuerdo de las manifestaciones pacíficas, de los dos millones de personas y las familias, y eso está perfecto, era justo y necesario. Pero, lamentablemente, grupos radicalizados de izquierda, con todas sus letras, se tomaron esto y terminaron haciéndole un gran daño al chileno más vulnerable, que hoy día sigue sufriendo las consecuencias del estallido social”, cierra.