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26 de Junio de 2020

Perry Mason: cualquier semejanza es mera coincidencia

Está bellamente dirigida y muy bien actuada, eso no le basta para convencer que se necesitaba otro antihéroe para el canon reciente.

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Historias de la vida real; adaptaciones de libros, cómics y videojuegos; remakes, reboots y regresos. En el paisaje televisivo actual, es difícil encontrar programas nacidos de ideas originales, y que no estén basados en productos ultra probados y ya conocidos, con una base de fans asegurados. Es que con tanta competencia, la tentación de optar por la teórica “sandía calada”, por la apuesta segura, es irresistible, sobre todo si la alternativa es arriesgarse con un concepto ignoto, de resultado incierto, donde las probabilidades de ganar son, supuestamente, más bajas.

Algo así les debe haber pasado por la cabeza en HBO cuando decidieron embarcarse en la recién estrenada Perry Mason. No sólo una serie de TV de los 50 y 60, sino que también un grupo de novelas centradas en el mismo personaje: un abogado defensor que se caracterizaba por siempre probar la inocencia de su cliente, desenmascarando al culpable en el estrado.

Claro que esta serie, protagonizada por Matthew Rhys (The Americans), parece sólo haber querido el reconocimiento que el nombre le daba, mientras que sus creadores hubieran preferido ponerle un cartel al principio que dijera “cualquier parecido con el personaje original es mera coincidencia”.

Porque aquí, Perry Mason es un veterano de la Primera Guerra Mundial que sufre de estrés post traumático, tiene una complicada relación con su ex mujer y su hijo, está coqueteando con el alcoholismo y se dedica a ser un detective de casos de mala muerte. Todos detalles inventados por los creadores del programa y que nada tienen que ver con su fuente de inspiración.

En sí, eso no tiene nada de malo. Pero habría sido deseable que, ya tomada la decisión de dejar atrás las limitaciones de la adaptación y darse a la creatividad, los guionistas hubieran construido algo más interesante que otro hombre atormentado y odioso al que hay que soportar sus arrebatos porque supuestamente es genial. De esas series sí que hay una tonelada, y aunque Perry Mason está bellamente dirigida y muy bien actuada, eso no le basta para convencer que se necesitaba otro “antihéroe” para el canon reciente.

El resto de los elementos del programa convence más y, al menos en el primer capítulo, da para esperar que la serie valga la pena. El caso central, con un niño secuestrado y asesinado en medio de un culto religioso con miembros de dudosa inocencia, los padres que siempre son los primeros sospechosos, la corrupción policial y la recreación de época impecable, asoman como un todo que, a pesar de un protagonista ya agotado, pueden ser mucho más que la suma de sus partes. Es de esperar que se cumpla esa promesa.

Domingos 21:00 horas por HBO y también disponible en HBO Go.

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