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Luis Martín Bogdanovich: “Estamos devolviendo a la ciudad su dignidad”

El director de Prolima estuvo en Santiago participando del II Congreso Internacional de Centros Históricos, organizado por la Asociación Gremial de Turismo y Comercio del Centro Histórico de Santiago (TUCHS). En ese contexto se hizo un espacio para hablar con EL DÍNAMO sobre la recuperación de Lima y qué se puede hacer en nuestra propia capital.

Siempre es un placer escuchar a un limeño hablar. Con su tono pausado, dicción perfecta y el uso elegante de las palabras, dan ganas de que pegue algo de ese ritmo y tono en nuestro acelerado y entrecortado acento nacional. Es por eso que al conversar con Luís Martín Bogdanovich uno puede imaginarse cada concepto que evoca como si uno estuviese en el mismo centro histórico de Lima, lugar que él ama y por el que se desvive cada día.

Arquitecto, historiador del arte y gestor público peruano, experto en recuperación y gestión del patrimonio cultural y centros históricos, desde 2016 dirige Prolima, entidad encargada de rehabilitar el centro de la capital del Rímac. Invitado al “II Congreso Internacional de Centros Históricos: Legados y Visiones de Futuro”, organizado por la Asociación Gremial de Turismo y Comercio del Centro Histórico de Santiago (TUCHS), vino a compartir su experiencia para dar luces sobre qué se debe hacer en la capital chilena con miras a proyectar un modelo de ciudad más seguro, atractivo y sostenible, donde convivan patrimonio, desarrollo económico y calidad de vida. 

El trabajo que ha realizado Prolima es digno de aplausos (y de envidia). Tanto que Luis Martín recibió la Orden de Isabel la Católica de parte del rey Felipe VI de España. En siete años han peatonalizado más de 41 cuadras del centro con adoquines de granito, y se preparan 72 cuadras más; seis plazas y más de 70 esculturas públicas se han recuperado; 200 casas han sido salvadas del abandono; se han emprendió decenas de proyectos arqueológicos; y se han recuperado cinco iglesias, tres de las cuales han sido incluidas en la lista de patrimonio mundial de la Unesco.

Sentado en un hotel del centro de Santiago, mientras toma un agua manzanilla, Luís Martín Bogdanovich cuenta, de forma muy pausada, como si pensara cada una de sus palabras, que “la restauración fue desde muy temprano una vocación que se despertó en mí, desde la academia, el arte, la fotografía, la gestión pública y el ejercicio privado de la profesión. Finalmente, puedo decir que lo he canalizado a través de toda mi vida como artista o como gestor de la recuperación del centro histórico de Lima”.

Foto: La Basílica Menor y Convento Máximo de Nuestra Señora del Rosario, conocida popularmente como Santo Domingo, data de 1766.

—Tú te hiciste cargo de Prolima bien joven, a la edad de 29 años. ¿Qué te llevó a aceptar este desafío y cómo fueron esos primeros años a cargo de una tarea titánica?

“Sigue siendo una tarea titánica (ríe). Creo que lo que me lleva a aceptar es, por un lado, la vocación, el conocimiento de aquello que había estudiado y pensado mucho —como es el centro histórico—, y las ganas de hacer algo. Cuando se presenta una oportunidad como esta, uno siempre debe tirarse a la piscina, porque habría sido una cobardía de mi parte recibir un ofrecimiento de este tipo y no aceptarlo, precisamente porque lo que siempre cuestiono es la ausencia de políticas públicas serias que nos permitan no solo enfrentar el deterioro del patrimonio cultural, sino tener una estrategia de recuperación sostenida”.

—Al comienzo tu mirada sobre lo que se necesitaba hacer era más bien pesimista. ¿Cómo ha cambiado eso para ahora mostrarte más optimista en torno al destino del centro de Lima?

“Cuando nosotros empezamos, un amigo me dijo: ‘Luis Martín, ¿por dónde vas a empezar y qué es lo que vas a priorizar?’, y yo le dije: ‘Voy por todo’. Mi idea de recuperar el centro histórico de Lima no es sacrificar algo para propiciar una recuperación, sino ir por todo y recuperar todo, lo que obviamente exige muchísimo compromiso. Siempre he sabido que es una labor muy cuesta arriba, pero que, a pesar de terminar muchos días muy cansado y muy desilusionado, ese cariño y esa convicción por el rescate del centro hace que me levante al día siguiente con el ánimo intacto”.

—¿Cómo nació el Plan Maestro del Centro Histórico de Lima y de qué manera lo han ido implementando?

“Un problema del tamaño del nuestro no se puede resolver con acciones aisladas. Tienen que ser acciones estratégicas como parte de un plan que sea trascendente, que consolide una visión que no es la de un individuo, sino la que corresponde en base a un estudio muy sesudo de los valores que están asociados al patrimonio cultural de Lima y que nos marca un derrotero a seguir, que deberá ser seguido por quienes estén a cargo del proyecto. Entonces había que trazar una visión, ver lo que había que recuperarse, el orden, el diagnóstico y una propuesta, y aprobarla no como un plan de gobierno, sino como un plan de ciudad, porque esa es la gran diferencia y lo que distingue nuestro trabajo. Nosotros no trabajamos para un gobierno de turno. Nosotros trabajamos para la ciudad de Lima”.

—Has trabajado con cinco alcaldes de Lima. ¿Ha sido muy difícil hacer entender que la recuperación patrimonial trasciende a los gobiernos locales?

“Me ha tocado trabajar con cinco alcaldes y tres gobiernos distintos. Todos con personalidades bien diferentes, pero también todos muy interesados por el proyecto de recuperación del centro. Hay que decir que sin voluntad política las cosas no avanzan, pero todos ellos han confiado en la labor que nosotros realizamos. Lima podría decirse que se destruyó en los últimos 80 años. ¿Cómo recuperarla en cuatro, cinco o diez años? Es imposible. Tiene que ser proporcional el tiempo de destruir con el tiempo de reconstruir; entonces es una labor altamente trascendente en términos temporales”.

Foto: Varias calles del centro histórico de Lima han sido transformadas en arterias peatonales.

—¿Cuáles son los trabajos de recuperación realizados que más destacas?

“Para mí hay dos hitos que no son de recuperación material, sino hitos normativos sin los cuales no se puede construir nada. El primero es la aprobación del Plan Maestro y su Reglamento de Administración, el año 2019; y la aprobación del Régimen Especial para el Centro Histórico de Lima, que se aprobó en 2023. Con estos dos hitos fundamentales nosotros construimos la recuperación del centro. Seguramente más adelante habrá algún otro hito normativo que nos permita avanzar con más facilidad en esta labor titánica”.

—¿Y en cuanto a las obras?

“Si tuviera que destacar algunas obras, probablemente mencionaría la recuperación de los espacios públicos: la peatonalización de las calles, porque es cambiar la dinámica social y económica. Cuando haces que una calle deja de ser vehicular para ser peatonal, cambias las dinámicas; y cuando cambias dinámicas que no han funcionado o que están destruyendo el patrimonio, entonces estás cerca de obtener resultados distintos. El otro proyecto es la recuperación de los edificios históricos de Lima como objetos artísticos. Cuando restauramos un monumento, no solo restauramos su estructura, sino que lo hacemos desde el punto de vista de lo que es, en donde la verdadera arquitectura es arte. Entonces estamos restaurando objetos artísticos, lo que abre la mirada a gente que no ve en el patrimonio algo que tiene valor, sino que ve solamente vejeces. Pero esas vejeces, cuando les quitas el hollín, la mugre y el abandono, y quitas todos esos velos que cubren lo que tiene valor, son obras de arte. Y los seres humanos respetamos la belleza. Entonces esa es la dimensión que queremos darle a la recuperación del centro: abrir los ojos de la gente para que se dé cuenta de que todo aquello que han despreciado —porque no han sido capaces de ver más allá de la mugre— son obras de arte. Entonces le estamos devolviendo a la ciudad esa dignidad que, a lo largo de las décadas y de los siglos, se ha ido perdiendo”.

—Para incentivar la recuperación del centro han creado estímulos impositivos para que las empresas apuesten y regresen al centro. Esto apela al fenómeno de desocupación de los centros históricos, algo que ha sucedido en varias ciudades como Lima y Santiago.

“Cada ciudad es distinta y no podemos aplicar fórmulas perfectas o mágicas a todas por igual. Hay que ver la idiosincrasia de cada ciudad y cada pueblo, el estado de conservación de cada estructura a intervenir. Lo cierto es que en Lima el proceso de abandono ha sido progresivo y consecuencia de muchos factores. Uno de ellos fue la creación de nuevos barrios, como en todas las ciudades del mundo. Otro, la destrucción del tejido urbano. Cuando se ensancharon los jirones, las calles estrechas de Lima, para convertirlas en avenidas, muchos edificios se destruyeron; y al destruir un edificio destruyes una manera de habitar la ciudad. Aquellas personas que tenían sus casas y sus palacios en el centro ya no fueron capaces de convivir con esa nueva dinámica y se fueron, sin quererlo, sin desearlo, obligados por los cambios. Puede ser positivo devolverle a una calle el carácter peatonal, y esa gente que se fue a lo mejor puede volver. Esa vida que se fue, a lo mejor puede volver”.

—¿De qué forma quieren recuperar esas casas?

“La mejor manera es promoviendo la inversión privada, porque las ciudades no las construye el Estado, sino que las construimos todos. Los edificios que vemos y admiramos no los hizo el gobierno —quizás algunos sí—, pero los construyeron distintos individuos, corporaciones, etc. Lo natural es que nuevamente se les pueda dar vida con beneficios que hagan que la inversión sea rentable”.

Foto: La iglesia de Santiago Apóstol del Cercado tras su recuperación. El templo data del siglo XVI, siendo uno de los símbolos de la Lima colonial.

—¿Cómo han lidiado con el comercio ambulante, que es un grave problema en el caso de Santiago?

“Es un problema serio considerando que el 75% de la economía del Perú es informal, y considerando que la naturaleza comercial de Lima —por no hablar del resto de Hispanoamérica— es una economía en donde siempre el comercio de calle ha tenido un espacio. En Perú tenemos a un acuarelista, Pancho Fierro, del siglo XIX, que retrató a los comerciantes ambulantes que vendían leche, dulces, flores y de todo. Eso está en el ADN del pueblo, por lo que hay que ver de qué manera esto se puede ordenar para mantener un equilibrio que no perjudique este patrimonio que queremos conservar”.

—¿Han logrado algún tipo de solución respecto de esto?

“Ha habido muchos esfuerzos. No es una labor fácil, sino que tenemos que trabajar mucho más. Probablemente esto va a mejorar cuando las dinámicas económicas cambien. El comercio es un fenómeno que se da en base a una demanda. Si la demanda cambia porque las dinámicas urbanas lo hacen, entonces el comercio urbano se mueve. Es propiciar aquello que es necesario para que las cosas se acomoden de manera natural, porque la erradicación a veces es imposible y la contención requiere mucho esfuerzo y no es sostenible. El cambio se debe dar de manera estructural”.

—De acuerdo a lo que te ha tocado ver, ¿qué recomiendas hacer para poder recuperar el centro de Santiago?

“No me atrevería a hacer una recomendación. Eso sería insensato de mi parte. Sin embargo, todo parte de una valoración justa de lo que uno tiene, sin compararlo. Hay que identificar lo que uno tiene y ponderarlo. Yo creo que cuando uno hace eso, reconoce lo que tiene valor. Ahí es cuando podemos empezar a proyectar un plan. Eso es lo que podría sugerir desde nuestra experiencia”.

“Santiago de Chile tiene un patrimonio muy interesante. Tiene un patrimonio virreinal invisibilizado, pero aún existente, y un patrimonio arqueológico que habría que explorar también, que va a dar muchas luces sobre eso que está subyaciendo debajo de la ciudad moderna. Eso hay que descubrir para encontrar y propiciarlo. A mí Santiago siempre me ha parecido una ciudad muy interesante y muy estimulante”.

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