En las últimas dos décadas, el mundo ha logrado avances relevantes en la lucha contra el tabaquismo.
Según el más reciente informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre las tendencias en la prevalencia del consumo de tabaco 2000-2024 y proyecciones 2025-2030, el número de fumadores ha disminuido de manera sostenida, ya que pasó de aproximadamente 1.380 millones en el año 2000 a 1.200 millones en 2024.
Este descenso refleja el impacto positivo de las políticas de control, la regulación y las campañas de prevención. Sin embargo, no puede interpretarse como una victoria definitiva. Actualmente, uno de cada cinco adultos en el mundo continúa usando tabaco o productos de nicotina, manteniendo un riesgo elevado de desarrollar enfermedades graves, incluso años después de haber dejado de fumar.
“El tabaquismo sigue siendo el principal factor de riesgo del cáncer de pulmón, sabemos que cuando esta enfermedad se detecta de forma precoz, los tratamientos son más efectivos y la sobrevida aumenta significativamente. Por eso, el screening en personas fumadoras y ex fumadoras, es un examen clave”, indicó a EL DÍNAMO Claudio Solé P., Sub-Director Médico de Clínica IRAM.
“Se trata de la realización de un TAC de tórax de baja dosis en personas que tengan entre 50 y 80 años con antecedente de un consumo de tabaco de 20 paquetes al año o mayor”, añadió.
En el caso de los ex fumadores, el riesgo no desaparece completamente, ya que puede mantenerse elevado durante años, dependiendo del tiempo y la intensidad del consumo previo. Por ello, el screening permite detectar lesiones en etapas iniciales.
Vapeadores y tabaco siguen siendo un riesgo: la importancia de la detección temprana
Por primera vez, la OMS midió el uso global de cigarrillos electrónicos, revelando un escenario preocupante: más de 100 millones de personas usan vapeadores. De ellas, 86 millones son adultos, principalmente en países de altos ingresos, y 15 millones son adolescentes de entre 13 y 15 años.
La industria del tabaco, lejos de desaparecer, ha mutado, impulsando nuevos productos con nicotina bajo el relato de ser “alternativas menos dañinas”, según indican los expertos. Sin embargo, la evidencia apunta a un riesgo distinto, como una nueva ola de adicción, especialmente entre jóvenes, que amenaza con revertir décadas de avances en salud pública y aumentar la carga de enfermedades prevenibles.
El descenso en el consumo tradicional de tabaco no puede llevar a la complacencia. Por el contrario, exige redoblar los esfuerzos en prevención, educación y detección precoz, especialmente considerando que muchos fumadores y exfumadores no acceden oportunamente a controles médicos.
“Ya sea a través del consumo de cigarrillos tradicionales, tabaco o el uso de vapeadores, el riesgo es real. Estos hábitos aumentan significativamente la probabilidad de desarrollar cáncer de pulmón. Lamentablemente la mayoría aún consulta tardíamente”, señaló el doctor Claudio Solé.
Promover medidas efectivas de prevención, regular adecuadamente los nuevos productos de nicotina y fortalecer la educación en salud requiere una colaboración público-privada activa, que involucre a autoridades, organizaciones de salud, instituciones educativas y a la comunidad en su conjunto. A esto se suma un desafío clave, que es informar y facilitar el acceso al screening en población de riesgo, como fumadores y ex fumadores.