
El académico que ha logrado un relativo éxito gracias a sus libros. Postea comentarios anónimos y denigrantes sobre otros colegas. Si lo pillan, lo negará.

El revolucionario. Odia el fascismo y el capitalismo. Escribe largos comentarios, en un lenguaje intrincado, y termina discutiendo con otros trols sobre un tema que no tiene nada que ver con el artículo original.

La niña de al lado. O tu colega. O tu prima. Es un troll accidental: le diste la direccion de tu blog y ahora se pasa comentando que lo que escribes “no pasó así” o que “no te ves así en la oficina”, sin entender que tu personalidad en la red es diferente a la vida real.

El sabihondo. Es tan sabio y altanero como solamente un espinilludo de 17 años que no sale mucho de su pieza y es impopular en la escuela puede serlo. Busca blogs de política para espetarle sus lecturas a otros comentaristas. Especialmente si son liberales.

El fan. Es un emo-hipster fanático a morir de alguna banda que no es tan buena, onda Tokyo Hotel, pero para él es SU VIDA, y se lo hará saber con insultos y hasta amenazas de muerte a cualquiera que haya hablado mal de ellos.

La señora de los gatos. Cree luchar por la libertad y la verdad, pero en realidad se dedica a molestar a cualquiera que ella crea que está equivocado, con eternos comentarios que no tienen mucho sentido, ni relación con el texto comentado.
Seguir leyendo…