Si hay algo en lo que la publicidad no falla es en, por medio de estímulos emocionales, es decir, tocarte el corazón, estimular también los impulsos más bien racionales, como los que dan pie a transacciones financieras y/o comprar, es decir, tocarte el bolsillo.
Un abuelo lleva años intentando convencer a sus hijos y nietos que lo vayan a visitar para Navidad, sin éxito. La idea fuerza del comercial de un supermercado alemán es que nunca hay que dejar pasar el tiempo de visitar y decir las cosas a nuestros seres queridos, porque el “después” o el “próximo año” puede ser demasiado tarde.