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24 de Enero de 2020

El ocaso de Armando Uribe

El poeta, abogado y ensayista falleció a los 86 producto de una insuficiencia respiratoria.

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Cerca de la medianoche del miércoles 22 de enero, el poeta y ensayista Armando Uribe falleció a los 86 años producto de una insuficiencia respiratoria.

La noticia remeció al mundo cultural, por la larga trayectoria académica y literaria del también abogado.

Armando Uribe nació el 28 de octubre de 1933 en una familia de clase media. Su etapa escolar la cursó en el Colegio Saint George, mientras que la universitaria la desarrolló en la Universidad de Chile donde estudió Derecho, titulándose con distinción. Posteriormente, realizó una especialización en la Universidad de Roma, para luego comenzar a ejercer en paralelo con su producción literaria.

La docencia también formó parte de su vida al desempeñarse como profesor en entidades como la Universidad Católica de Chile, la Universidad Estatal de Míchigan (Estados Unidos), la Universidad de Sassari (Italia) y la Universidad de París I Panthéon-Sorbonne (Francia).

Fue en 1954 cuando publicó su primer libro de poemas, el que llevó por título Transeúnte pálido. Dos años más tarde llegó su sucesor, El engañoso laúd (1956) y, posteriormente, escribió un libro de amor y angustias dedicado a su esposa, Cecilia Echeverría, No hay lugar (1970).

En su regreso a Chile, en 1990, fue merecedor del Premio Municipal de Literatura de Santiago, y el Premio de la Crítica, otorgado por el Círculo de Críticos de Arte de Valparaíso.

Más de una década después, en 2002, se quedó con el Premio Altazor por la obra A peor Vida en la categoría de poesía, y por Fantasma de la Sinrazón y el secreto de la poesía en la categoría de ensayo.

En 2004 recibió el Premio Nacional de Literatura por el conjunto de su obra que, según el jurado que presidía en ese entonces el ministro de Educación, Sergio Bitar, “es el compromiso existencial del hombre frente a la vida y la muerte, manifiesto en un estilo dramático y singular desarrollado a través de una extensa producción”.

Uribe y la política

Armando Uribe fue militante de la desaparecida Izquierda Cristiana, partido en el que se inscribió “para no quedar flotando cuando estuve como embajador en el extranjero a fines de los años 60”, declaró en The Clinic hace tres años.

Se desempeñó en política durante el gobierno de Eduardo Frei Montalva, donde trabajó en la embajada chilena en Estados Unidos entre 1968 y 1970.

Luego de que Salvador Allende fuera elegido Presidente, asumió el cargo de embajador de Chile ante la República Popular China en 1971, el que ocupó hasta el Golpe Militar en 1973. Ahí, y tras declararse contrario a la dictadura de Augusto Pinochet, fue destituido y se trasladó junto a su familia a Francia, donde permaneció hasta el retorno de la democracia en 1990.

“Lo más grave que nos sucedió en la vida, a mi mujer y a mí, fue el golpe de Estado. A la vez diría que lo más importante que me ha ocurrido es haberme casado con Cecilia Echeverría Eguiguren y vivir con ella durante cuarenta y cuatro años, hasta el día de su muerte. Las consecuencias de esa muerte, en mi vida, son el motivo para escribir este libro (Vida viuda)”, señaló en 2018 a La Tercera.

Durante las elecciones de 2017, en The Clinic, confesó que no votaba desde la década del 50 y que para ese entonces, los dos candidatos -Alejandro Guillier y Sebastián Piñera- eran de la misma “estofa”. “La palabra estofa es una buena palabra para designar en forma despreciativa a la naturaleza de estas personas”, explicó.

Jamás votaría en una elección tal de esas especies. No tengo nada especial contra los periodistas, pero Guillier no es más que un periodistita poh, oiga. No tiene peso”, señaló sobre el ahora senador, mientras que del actual mandatario afirmó que “hizo fortuna en forma bastante sinvergüenzona. Yo creo que la gente vota por él porque está presente nomás. La gente entrecomillas está forzada a optar por las posibilidades que le presentan. No está entre una elección entre el Padre Hurtado y algún otro santón. Francamente, no. Entonces, la gente cae, pisa el palito, porque hay una tendencia al auto engaño, a creerle. Yo no le creo a ninguno de los dos”.

Cenizas

En entrevista con La Tercera en 2017, Uribe se refirió a lo que significaba la muerte para él: “La muerte es un don acompañado de un revés. Resistírsele no es sino una rotería, porque si hemos sido creados por Dios como pequeñas e infelices criaturas, el hecho de que se nos dé la vida es para que lleguemos a la muerte. Rehuir de ella sería vanidoso, en vano y soberbio. Espero comprenda mi calma al hablar sobre esto”.

De hecho, para Armando Uribe era una tortura vivir tantos años. “Para mí, sería una tortura llegar a los cien años. Una condena (…) Es una de las barbaridades más grandes del mundo en que vivimos ahora. Y además, para qué. ¿Para seguir escribiendo y publicando? ¡Puras estupideces!”, sostuvo en The Clinic.

Durante los últimos años de su vida vivió con insuficiencia respiratoria y una enfermedad muscular llamada claudicación intermitente. Sin embargo, fue desde 1998 que decidió no salir más de su departamento en el barrio Bellas Artes, a un costado del Parque Forestal. Esto, luego de la muerte de su hijo.

“En 1998 se produjo, en nuestro departamento del Parque Forestal, la muerte de mi hijo Francisco y pasé, después del luto por la muerte de mi padre en 1970, al luto que he continuado hasta el presente y que pienso llevar hasta mi muerte”, dijo en La Tercera en 2018.

Tras su muerte, Armando Uribe debiera ser cremado. Así por lo menos lo manifestó: “Esa palabra sea demasiado elegante para el hecho real que es volverse cenizas. Y le prometí en versos, cuando se murió mi mujer, que yo iba a ser un puñado de cenizas a los pies de su ataúd. Y tengo que cumplirlo”.

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