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18 de Noviembre de 2020

Los cruceros nuevamente encienden las alertas con casos de COVID-19

La primera embarcación que pasó por el Caribe registró casos durante la semana pasada, lo que hizo recordar lo ocurrido con el Diamond Princess a principios de año. En Chile, el arribo de estos barcos aún no se avizora en el horizonte.

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Los cruceros fueron protagonistas de la primera ola de COVID-19 en el mundo, siendo afectados con intensos brotes que afectaron a sus pasajeros y que derivaron en traumáticos momentos, con muertes y aislamiento en el mar.

Con la reducción de casos en gran parte del mundo se avanzó en el retorno de esta actividad turística, pero el coronavirus nuevamente encendió las alarmas, dejando en claro que su presencia continúa vigente y obliga a aplicar medidas aún más estrictas.

El SeaDream 1, la primera embarcación que circuló en el Caribe en medio de la pandemia, detectó ocho casos entre sus tripulantes. Esto obligó a que los más de 50 turistas que dieron negativos en sus pruebas fueran devueltos a sus países de origen, frustrando sus vacaciones.

En Chile, la llegada de este tipo de barcos no está permitida y las señales entregadas por las autoridades señalan que al corto plazo, al menos, no se cambiarán las medidas.

El impacto del COVID-19 en los cruceros

Entre febrero y marzo de este año, cuando el coronavirus avanzaba principalmente en Asia y algunas zonas de Europa, los ojos del mundo se posaron en algunas embarcaciones turísticas, que sufrieron con el ingreso del SARS-CoV-2 a sus dependencias.

Uno de los casos más emblemáticos es el del Diamond Princess, de Princess Cruises, que estuvo detenido y en cuarentena en el puerto de Yokohama (Japón) durante más de dos semanas. De los 3.700 pasajeros, 712 resultaron infectados y 14 fallecieron sin poder recibir los tratamientos que actualmente se conocen para contener el colapso respiratorio generado por el virus.

Un informe entregado por el organismo de Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés), detalló que el COVID-19 permaneció en las superficies del barco 17 días después de que todos los pasajeros fueran evacuados.

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El Diamond Princess en las costas de Yokohama. (Foto: Wikimedia Commons/NEO-NEED)

El impacto de lo ocurrido con este crucero fue importante, ya que no solo se trató del segundo brote más fuerte después del de Wuhan, en China. Las imágenes de turistas encerrados, enfermos y muriendo en sus dependencias hizo que toda la industria paralizara sus actividades.

La propagación del SARS-CoV-2 en el barco de origen inglés también marcó a Chile, debido a la presencia de una tripulante nacional, quien se transformó en la primera compatriota en contraer la infección. A esto se sumó el caso de un matrimonio de chilenos, quienes afortunadamente no se contagiaron, pero que volvieron al país bajo una intensa vigilancia epidemiológica.

El fallido regreso

El recorrido del SeaDream 1, de la naviera SeaDream Yacht Club, era la prueba de fuego para el retorno de los recorridos de los cruceros en plena pandemia del COVID-19.

La empresa había tomado algunas medidas sanitarias para iniciar su travesía durante los primeros días de noviembre, como la exigencia de un test de PCR negativo de laboratorio 72 horas antes del viaje y un test rápido al momento de abordar. Algunos pasajeros, como los youtubers británicos Ben Hewitt y David McDonald, informaron que inicialmente el uso de mascarillas no era obligatorio.

Los europeos usaron su canal de Youtube para contar lo ocurrido, afirmando que “primero dieron positivo cinco miembros de una familia estadounidense que, como el resto de los pasajeros, había dado negativo en los dos tests realizados antes de partir”.

Finalmente, ocho personas resultaron infectadas mientras el barco circulaba por Bahamas durante la semana pasada. Quienes no tuvieron contacto estrecho y dieron negativo en sus exámenes fueron enviados de vuelta a sus países de origen.

“Realizamos el viaje para apoyar a los cruceros y contar cómo es el protocolo de seguridad en la era del COVID, pero desafortunadamente no funcionó. Hicieron todo lo que pudieron, pero no sirvió”, señaló uno de los pasajeros.

Situación en Chile

El 14 de marzo las autoridades anunciaron el final prematuro de la temporada de cruceros, adelantando así un período que debía terminar durante el mes de abril. Con esto, las fronteras marítimas quedaron reservadas para el paso de elementos esenciales y otras actividades portuarias.

El arribo de este tipo de embarcaciones al país provocó un grave problema en Caleta Tortel, en la Región de Aysén, debido a un pasajero de origen británico que llegó al pueblo estando infectado. Su presencia obligó a aplicar la primera cuarentena local por parte del Ministerio de Salud. El afectado -que estuvo hospitalizado debido a los efectos del coronavirus- ofreció sus disculpas a la comunidad.

Desde ahí la presencia de cruceros en Chile en medio de la pandemia del COVID-19 ha sido prácticamente nula. El 17 de marzo, las autoridades marítimas permitieron el desembarco de ciudadanos chilenos que viajaban al interior del Celebrity Eclipse, el que llegó al puerto de Valparaíso.

El Gobierno decidió abrir las fronteras aéreas el próximo 23 de noviembre solo en el Aeropuerto Arturo Merino Benítez de Santiago.

Consultados por EL DÍNAMO, desde la Subsecretaría de Turismo precisaron que cualquier cambio sobre esta medida depende de lo que defina específicamente la autoridad sanitaria.

Por el momento, el levantamiento de las restricciones fronterizas y el protocolo sanitario correspondiente están enfocados en el terminal aéreo santiaguino, por lo que la pausa de la temporada de cruceros se podría extender al menos hasta 2021.

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