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20 de Marzo de 2015

Agua: competir o colaborar

El Día Mundial del Agua, que se conmemora este domingo con el lema de “Agua y desarrollo sostenible” es una buena ocasión para repensar cómo avanzamos hacia el desarrollo y protegemos lo más esencial para la vida, porque mucho tiempo más no tenemos.

Por Fernando Pardo Núñez
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Fernando Pardo Núñez es Director de Proyectos en Fundación Casa de la Paz. Ingeniero de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, Diplomado en políticas públicas y superación de pobreza de la Universidad de Chile y Máster en Ciencias Administrativas de la Universidad Veracruzana de México. Ex Subdirector Nacional del Programa Servicio País.

La carretera está cerrada. Los vecinos con sus pancartas reclaman. Los trabajadores de la empresa miran el espectáculo, sin poder ingresar a la faena. Algunos trabajadores también son vecinos del lugar. Un contingente de carabineros rodea la manifestación. Decenas de letreros exigen agua para la localidad.

El relato anterior es conocido. Caricaturas más o menos, lo cierto es que el agua ha sido foco de conflicto y rivalidad histórica. De hecho, la palabra rival proviene del latín rivalis, que se asocia a las disputas que tenían los habitantes de las riberas de los ríos. Pero, ¿por qué vemos cada vez más conflictos? ¿Nos estamos quedando sin agua?

Si bien Chile cuenta en promedio con más disponibilidad de agua por habitante que otros países, ésta se distribuye irregularmente. Entre Arica y Santiago, apenas alcanza los 800 m³/persona/año, lo que está 50% por debajo del umbral necesario para el desarrollo sostenible. Muchas cuencas evidencian sobreexplotación, contaminación y ya se habla de un escenario de restricción hídrica que llegó para quedarse.

Ante este panorama, los conflictos se incrementan. Sobre todo, en zonas donde la industria se disputa el agua con las comunidades locales. ¿Qué se puede hacer?

Creemos que es urgente desarrollar experiencias colaborativas entre empresas y comunidades para el uso sustentable del agua, fomentando procesos de diálogo y articulación entre distintos usuarios de una cuenca, anticipándose a los potenciales conflictos y donde las actividades productivas no comprometan el acceso al elemento.

Para esto se requiere una estrategia país de largo plazo en torno al agua y cambiar la lógica de relacionamiento, implementando modelos donde primen los derechos humanos y se respeten las recomendaciones de la ONU sobre el tema. El crecimiento del negocio no es suficiente, si no considera el impacto en las comunidades.

El Día Mundial del Agua, que se conmemora este domingo con el lema de “Agua y desarrollo sostenible” es una buena ocasión para repensar cómo avanzamos hacia el desarrollo y protegemos lo más esencial para la vida, porque mucho tiempo más no tenemos.

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