Lo vivido la noche de este miércoles en el Estadio Libertadores de América pasará a la historia como una de las jornadas más violentas que se tengan registro en los últimos años a nivel sudamericano y terminaron dejando en segundo plano el encuentro entre Independiente de Avellaneda y la U, por los octavos de final de la Copa Sudamericana.
El partido, que se disputó a gran nivel y con ambos equipos mostrando sus mejores armas para buscar la clasificación, con goles de Lucas Assadi y Santiago Montiel para mantener el marcador 1-1, con lo cual los azules se estaban quedando con la serie, pasó a lo olvido tras lo vivido en el inicio del complemento.
Esto, ya que los hinchas locales acusaron a la barra de la U, que se encontraban en la bandeja superior de una de las galerías, de lanzar piedras, botellas de vidrio, bombas de estruendo e incluso tapas de inodoro a quienes se ubicaban en los codos del estadio.
Esta situación hizo que el duelo se suspendiera a los tres minutos de iniciado el segundo tiempo, ya que muchos fanáticos intentaron ingresar a la cancha para evitar ser alcanzados por los proyectiles.
Tras esto, algunos simpatizantes de la U comenzaron a quemas butacas, mientras la voz del estadio los instaba a dejar el recinto o en caso contrario el club chileno sería sancionado. Luego de más de 30 minutos, finalmente dicho sector fue desalojado.
Sin embargo, los pocos hinchas chilenos que seguían en galería fueron atacados a golpes por una turba, resultando muchos de ellos heridos de gravedad e incluso uno fue arrojado desde la tribuna al vacío.
En vista de estos hechos, la Conmebol finalmente decidió dar por cancelado el choque entre la U e Independiente y resolverá al eventual ganador de la llave, y no se descartan sanciones ejemplares para ambos clubes, tal como sucedió con Colo Colo ante Fortaleza por Copa Libertadores.
Una vez más, la violencia le ganó al fútbol y hará que un partido se defina en los escritorios de Luque, Paraguay.