El presidente de la Cámara Nacional de Comercio (CNC), José Pakomio, ha sido frontal en cuanto a su apreciación del gobierno y, particularmente, en cuanto a la relación que ha tenido su administración con el presidente de la República, Gabriel Boric.
La semana pasada mencionó que el tono del mandatario, que en el encuentro anual de la Sofofa dijo que desconfiaba de algunos empresarios, no era el adecuado. También ha criticado que el Mandatario no asista a encuentros relevantes para la Cámara.
En conversación con EL DÍNAMO, Pakomio analiza los desafíos que atraviesa el sector: evasión tributaria, contrabando y comercio informal son fenómenos in crescendo que urge solucionar.
Y si bien han coordinado agendas con instituciones como el SAG, Adunas, Carabineros, los municipios y la PDI, aguas arriba el trabajo con el gobierno “ha tenido altos y bajos” y las soluciones a estos problemas han “tardado más de lo esperado”.
– ¿No han sido fluidos los canales de comunicación con el gobierno?
– Nuestra expectativa siempre ha sido contar con canales de comunicación fluidos. Sin embargo, siendo coherente con la franqueza que me caracteriza, debo señalar que no todos los espacios han sido iguales. En particular, durante el último año hemos visto gestos, pero no la suficiente capacidad de ejecución para avanzar en proyectos concretos que el país y el sector requieren con urgencia.
– ¿Cómo pretenden abordarlo en los meses que quedan de mandato?
– Seguiremos de igual forma insistiendo en una interlocución más eficiente y orientada a resultados, porque la economía, las pymes y el empleo no pueden quedar atrapados en buenas intenciones sin implementación. Nuestro compromiso es aportar soluciones y trabajar con quien esté disponible para avanzar. Pero es indispensable que esa disposición se traduzca en decisiones y políticas públicas que generen impacto real.
– Puntualmente el presidente Boric no ha mostrado una relación fluida con el comercio ¿a qué lo atribuye?
– Lamentablemente, lo que hemos observado estos dos últimos años, es que cuando al Presidente no le gusta una opinión técnica o una postura gremial, la reacción no es dialogar más, sino congelar los canales de comunicación. Y eso, en la práctica, termina castigando al interlocutor con silencio y menor participación en espacios clave, como son los encuentros anuales de cada sector. Esa dinámica ha sido especialmente evidente en el caso del comercio.
– ¿Cree que no se ha valorado el aporte del comercio al país?
– Nuestro sector, como las cifras oficiales señalan, es uno de los mayores empleadores del país y una locomotora para miles de pymes, por lo que requiere de una relación Estado-gremios basada en cooperación, información compartida y decisiones oportunas. Cuando ese vínculo se debilita por razones políticas o por molestia frente a diagnósticos incómodos, pierde Chile.
– La Cámara ha sido bien clara en que eso genera molestia.
– Desde la CNC siempre hemos actuado con total transparencia. Cuando las políticas van en la dirección correcta, lo reconocemos; cuando no, lo decimos con datos en la mano. Esa sinceridad incomoda a algunos, pero también es la base de cualquier política pública seria. Lo que esperamos del gobierno es reciprocidad, diálogo sin vetos y decisiones centradas en el interés del país, no en la simpatía o antipatía hacia un gremio. Mientras tanto, nosotros seguiremos cumpliendo nuestro rol: defender el empleo, la inversión y el desarrollo de las regiones, aunque ese compromiso no siempre sea bien recibido en La Moneda.
– ¿Tensionó más la relación lo que dijo el mandatario en la Sofofa sobre su desconfianza a los empresarios?
– Mi posición ha sido clara y la sostengo, el país no puede seguir instalando un relato que demoniza al empresariado como si fuera el origen de las desconfianzas. Después del Encuentro Anual de la Industria lo dije sin matices, cuando se envían mensajes que refuerzan prejuicios hacia quienes invierten, generan empleo y sostienen a miles de pymes, se profundiza un clima adverso para la economía y se deteriora aún más la competitividad de Chile.
– ¿Cómo se enfrenta esa desconfianza que puede ser válida para un sector?
– Las desconfianzas no se combaten señalando con el dedo a un sector, sino estableciendo reglas claras, decisiones oportunas y un estado que facilite, en vez de obstaculizar, el desarrollo productivo. Lo que esperamos del liderazgo político es justamente lo contrario, un mensaje que convoque, que construya puentes y que permita avanzar en una agenda procrecimiento. El país necesita inversión, empleo y estabilidad, no discursos que fragmenten ni que pongan al empresariado en el banquillo.
– ¿Qué mensaje esperaría?
– El comercio, los servicios y el turismo han demostrado responsabilidad, compromiso territorial y capacidad de adaptación en tiempos complejos. Por eso lo dije y lo repetiré siempre: si se quiere recuperar la confianza, se debe empezar por reconocer el aporte de quienes sostienen la actividad económica y dejar de instalar caricaturas que no le hacen bien a Chile.
Agenda 2026
La llegada de un nuevo gobierno a La Moneda en marzo de 2026 pilla a la CNC concentrada en un intenso trabajo en cuatro ejes con el fin de promover el desarrollo económico.
Clave es la seguridad, dice Pakomio. “Necesitamos una coordinación real entre gobierno central, municipios, policías y fiscalías, con métricas claras y financiamiento estable”.
El segundo eje es el combate frontal al comercio ilícito: combatir las mafias de contrabando, falsificaciones y productos sin trazabilidad, que dañan la competencia y reducen la recaudación fiscal. “El país necesita una estrategia nacional con inteligencia, controles efectivos y sanciones que realmente desincentiven esta economía paralela”, asegura.

El tercer foco es atacar la informalidad. Hoy más del 30% de los empleos del comercio se generan fuera del marco regulatorio, afectando la productividad, la calidad del empleo y la seguridad social.
El último eje pone foco en un sector donde Chile tiene ventajas, el turismo. “Necesitamos un presupuesto de promoción acorde a nuestra aspiración como destino, reglas claras para inversiones turísticas y eliminación de trabas que hoy ralentizan proyectos estratégicos”.
– ¿Debería haber una única estrategia-país contra el comercio ilícito?
– Desde 2023, a través del Observatorio del Comercio Ilícito y Seguridad, hemos planteado que se hace más necesario que nunca contar con una estrategia única. Pero antes necesitamos realizar algunos cambios normativos y que exista una gobernanza y una dirección única de parte del gobierno para realizar un trabajo colaborativo entre el nivel central, los municipios, las delegaciones presidenciales y los gobiernos regionales. Esa instancia debe incorporar a las policías, el Ministerio Público y los distintos organismos o servicios públicos que colaboran en esta actividad. Hablamos del SII, Aduanas, la autoridad sanitaria, el ISP y el SAG, entre otros.
– ¿Qué consecuencias tiene la informalidad para el sector?
– La informalidad tiene efectos profundos sobre el comercio y sobre la economía en su conjunto. Para las empresas formales significa competir en condiciones desiguales, porque enfrentan costos, exigencias fiscales y regulaciones que los informales evaden. Esto reduce márgenes, frena inversiones y limita la capacidad de crecer. En el mercado laboral, la informalidad se traduce en empleos más precarios, con menor protección social y menor productividad.
– ¿Se le ha tomado el peso?
– Cuando gran parte del trabajo se realiza fuera de la formalidad, la economía pierde capital humano, capacitación y estabilidad laboral. A nivel macroeconómico, un alto nivel de informalidad implica menos recaudación fiscal, menor capacidad del Estado para financiar políticas públicas y una productividad más baja, lo que finalmente limita el crecimiento del PIB. Combatir la informalidad no es solo un asunto regulatorio: es una condición clave para elevar la productividad y sostener un crecimiento económico de largo plazo.
– ¿Y qué medidas concretas pueden promover el crecimiento del PIB?
– Desde la CNC hemos planteado una agenda bien concreta para que el comercio aporte más al crecimiento del PIB. En nuestras propuestas para los candidatos presidenciales incluimos, en primer lugar, un eje fuerte de formalización y simplificación de permisos, con la creación de un Portal Único de Formalización que integre constitución de empresas, inicio de actividades, permisos municipales y sectoriales, todo interoperando entre SII, municipios, Dirección del Trabajo y otros servicios. La idea es reducir la ‘permisología’, acortar tiempos y dar trazabilidad al proceso, especialmente para las Mipymes.
–También tienen un eje tributario.
– En materia tributaria, proponemos usar los impuestos como palanca de desarrollo y formalización: incentivos tributarios para la contratación formal de mujeres y jóvenes; créditos tributarios ligados a la capacitación y retención de trabajadores y ajustes en la Ley de Pago a 30 días, como que el uso del crédito IVA esté asociado efectivamente a facturas pagadas, lo que favorece la liquidez de las empresas de menor tamaño y reduce el uso abusivo de plazos largos.
– ¿Cuáles ejes apuntan a las PYMES?
– Acceso a financiamiento y un foco en seguridad y combate al comercio ilegal, porque sin entornos seguros y reglas claras es muy difícil que el comercio invierta y crezca. En conjunto, estas propuestas que hemos puesto sobre la mesa desde la CNC apuntan a destrabar proyectos, dar aire a las Mipymes, impulsar la formalidad y, con ello, elevar la productividad y el crecimiento del PIB.
– En el próximo gobierno ¿qué barreas deben derribarse?
– La primera barrera que debe terminar es la desconfianza estructural. No se pueden formular políticas públicas asumiendo que el sector privado es un problema, al contrario, es un socio esencial para ejecutar proyectos, innovar, generar empleo y financiar el desarrollo. La segunda es la permisología interminable, que hoy frena inversiones clave. Una economía moderna requiere un Estado que regule con firmeza, pero también con eficiencia. La tercera barrera es la falta de coordinación interinstitucional. Hoy un proyecto puede retrasarse años simplemente porque no existe un mando único ni un proceso integrado de evaluación.
– ¿Qué oportunidad se le abre a La Moneda en 2026?
– El próximo gobierno tiene una oportunidad histórica: pasar de la lógica del bloqueo a la lógica de la productividad, terminando con las “mesas de trabajo” que lo único que han hecho es dilatar los tiempos de respuesta, lo que ha terminado impactando en los proyectos sin poder concretarse finalmente. El sector privado está disponible para colaborar, aportar evidencia, invertir y asumir riesgos. Lo que necesitamos es un marco institucional que habilite, no que obstaculice. Si resolvemos esas barreras, Chile puede recuperar el dinamismo perdido y volver a ser un destino confiable para invertir, emprender y desarrollar proyectos de alto impacto.