En entrevista con EL DÍNAMO, Loreto Seguel, presidenta ejecutiva del Consejo del Salmón, aborda los desafíos de crecimiento de la industria del salmón, la necesidad de reglas claras y una política de Estado.
Lo hace en un escenario donde las críticas a favor y en contra de la industria han ocupado primeras páginas de medios y clips virales en redes sociales.
Hace dos semanas, el periódico inglés The Guardian publicó un reportaje donde cuestionó las condiciones laborales y de seguridad en faenas de buceo, y el impacto humano detrás de la producción de salmón.
En lo central, el medio británico sostuvo que el salmón chileno estaría asociado a una alta tasa de accidentes laborales y muertes de trabajadores. “No se imaginan cuánta sangre humana lleva”, tituló el medio.
Por el contrario, el reconocido astrónomo José Maza respondió en el podcast de Nicolás Orellana a las críticas de la actriz Leonor Varela, quien criticó los centros de cultivo en un documental. “¿Qué es lo que tiene que tratar Chile? que sean US$14 mil millones, que hayan más jaulas de salmones, hay que ver que no contaminen más que un cierto nivel (…) En Chiloé hay 40 mil mujeres que trabajan para las salmoneras, que ganan 1 palo mensual fileteando salmones y queremos echar a las salmoneras y quién va a dar sustento a las mujeres de Chiloé”, dijo.
– ¿Cómo se enfrentan el desafío de retomar el crecimiento?
– Somos parte esencial de ese desafío. La salmonicultura hoy llega a más de 100 mercados y cuenta con más de 15 certificaciones en sostenibilidad, impacto medioambiental y procesos productivos. Somos el segundo producto más exportado de Chile después del cobre, lo que nos posiciona como un sector clave de la vocación exportadora del país. Es una industria altamente diversificada y eso implica grandes desafíos: si Chile no avanza, no se queda quieto, retrocede, porque otros avanzan por nosotros.
– ¿Cuáles son los desafíos de ser el segundo producto más exportado de Chile?
– Es importante decirlo: esta es una industria emprendedora, que creó riqueza desde cero, con aciertos y desaciertos. Cuando se inició, no existía en Chile —ni en el mundo— la tecnología que hoy utilizamos. En el sur del país, la salmonicultura cambió la cara de las regiones y hoy representa entre un 20% y un 30% del PIB en Aysén y Magallanes. El desarrollo en información oceanográfica, el uso de tecnologías aplicadas a los procesos productivos, la sostenibilidad y la incorporación de inteligencia artificial han llevado a un nivel de sofisticación muy alto.
– Ya no existe eso de alimentar manualmente a los salmones
– Exactamente. Hubo prácticas del pasado que fueron desaciertos y de eso hay que hacerse cargo, pero también permitieron construir lo que hoy es una industria muy distinta. La alimentación, que partió de forma rudimentaria, hoy es totalmente automatizada. El 60% del costo de producción del salmón es el alimento, por lo tanto, el incentivo es que no se pierda un solo pellet. Además, el factor de conversión es clave.
– ¿De qué se trata el factor de conversión?
– En términos simples, es cuánta proteína comestible se obtiene por la cantidad de alimento suministrado. En el vacuno, por ejemplo, se necesitan cerca de siete kilos de alimento para obtener un kilo de carne. En el caso del salmón, la relación es casi uno a uno: un kilo de alimento genera un kilo de salmón. Eso es muy relevante porque significa que los desperdicios orgánicos son cada vez menores.
– Muchas críticas apuntan a lo que contiene el salmón: antibióticos, proteína. ¿Cómo ha evolucionado eso?
– Hace 15 o 20 años la dieta tenía mucha más proteína marina. Hoy, cerca del 60% es proteína vegetal. Es una industria que ha evolucionado en el tiempo y lo clave es tener la capacidad y la apertura para seguir mejorando. El futuro se construye con propósito, siendo conscientes de los desafíos y las responsabilidades.
– ¿A qué retos se enfrentan hoy?
– Como industria altamente competitiva, tenemos desafíos productivos, laborales, medioambientales y de innovación. Pero el principal desafío es como país: generar las condiciones para que esta industria vuelva a desarrollarse. Crecer no es solo aumentar concesiones, sino contar con una política de Estado que entregue reglas claras y estables.
– ¿Cree que hoy se dan esas condiciones?
– Creo que se van a dar. Los dos candidatos a La Moneda incluyeron a la salmonicultura en sus programas, lo que es muy positivo para Chile. El desarrollo de esta industria es crecimiento, pero requiere reglas claras, algo que hoy no existe del todo porque seguimos operando con normativas de hace 20 años.

El nuevo gobierno enfrenta el desafío de liderar una política de Estado para la salmonicultura, que nos permita crecer y desarrollarnos de manera sostenible. Lo merece Chile, lo merece su segundo producto más exportado y las miles de familias que son parte de esta industria en el sur de nuestro país.
Como gremio y siendo fiel a nuestro sello, tenemos total disposición y convicción para trabajar de manera colaborativa con el nuevo gobierno. La alianza público-privada es clave para enfrentar los desafíos del desarrollo y fortalecer una industria que es motor de crecimiento y orgullo nacional.
– Persisten estigmas sobre la industria pesquera y acuícola. ¿Cómo los enfrentan?
– Un tema muy relevante es cómo informamos y comunicamos a la ciudadanía lo que hacemos. La salmonicultura es acuicultura, no pesca: nosotros cultivamos en el mar. La FAO ha señalado que la acuicultura es parte de la solución al desafío alimentario global. No somos parte del problema, somos parte de la solución.
– ¿Qué nos separa hoy del líder mundial, Noruega?
– En muchos indicadores de sanidad, inocuidad y bienestar animal tenemos resultados iguales o incluso mejores. Podemos sentirnos orgullosos: no estamos lejos del líder global. Pero hay algo que ellos sí tienen y nosotros no: una política de Estado para la salmonicultura, con normas actualizadas, modernas y flexibles, que permiten compatibilizar desarrollo productivo y sostenibilidad.
– ¿Es posible que Chile supere a Noruega como principal productor?
– Hoy competimos mano a mano con el líder global. En varios aspectos ya estamos a su nivel o incluso mejor, precisamente porque hemos aprendido de nuestros errores y asumido los desafíos.
– ¿Cree que el próximo gobierno lo tendrá en cuenta?
– Soy optimista. El tema está declarado en los programas y eso es una buena señal.
Luces y sombra del salmón
– ¿Qué ventajas competitivas tiene el salmón chileno?
– En sanidad, inocuidad y bienestar animal, el salmón chileno cumple estándares de clase mundial. Estados Unidos, nuestro principal mercado, otorgó por primera vez al salmón chileno el sello de la FDA como producto saludable, algo poco conocido pero muy relevante.
– ¿Se reconoce el aporte a las regiones donde se desarrolla la industria?
– Un buen ejemplo son las movilizaciones de trabajadores del sur: no reclaman por sueldos o trato, sino que buscan visibilizar que esta industria les ha entregado desarrollo, bienestar y oportunidades. Eso es algo que debemos cuidar.
La participación de mujeres en las plantas de proceso es muy significativa. Desde el Consejo del Salmón impulsamos la Red de Mujeres Salmoneras y trabajamos activamente con sindicatos. Además, por primera vez estamos colaborando con la OIT, lo que permite validar estándares laborales a nivel internacional. Los salarios, por lejos, están muy por sobre el sueldo mínimo.
– Cada cierto tiempo la industria es duramente criticada. The Guardian señaló que “no se imaginan cuánta sangre humana lleva el salmón”. ¿Cómo reciben ese tipo de reportajes?
– Somos conscientes de que siempre habrá críticas, porque somos una industria exportadora con grandes responsabilidades. Pero ese reportaje carece de rigurosidad técnica y, en muchos pasajes, derechamente miente. Desde el Consejo del Salmón trabajamos con datos, conocimiento y no solo con cuñas. Llevamos más de dos años trabajando con la OIT en una agenda inédita de derechos humanos, junto a ChileValora en perfiles laborales de buzos. Por eso uno se pregunta a qué realidad alude ese titular. Lo esperable sería un abordaje serio de estos temas.
– Otro punto recurrente es el uso de antibióticos. ¿Se ha avanzado en su reducción?
– Sí. En los últimos años se ha impulsado el cultivo de salmón coho, que se enferma menos y utiliza cerca de dos tercios menos de antibióticos. El uso de antibióticos no es una decisión voluntaria: se emplean para evitar mortalidades masivas y resguardar el bienestar animal. Además, es más caro usar antibióticos que reducirlos. Todo el trabajo apunta a disminuir su uso y en eso nos hemos ido acercando cada vez más al líder mundial.