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27 de Abril de 2017

¿Por qué se postergó la reforma que divide la educación en 6 años de básica y 6 de media?

La reforma estaba plasmada en la Ley General de Educación del 2009 para iniciarse el 2018, pero fue aplazada en 10 años. Expertos de la Universidad de Chile discuten si este atraso perjudica o no la calidad de la educación.

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Hasta los años 60′, el sistema escolar se dividía en seis años de educación básica y seis años de educación media. En 2009, la Ley General de Educación estipuló que a partir de 2018 el país regresaría a este sistema. El objetivo de este cambio es “incentivar la permanencia en los establecimientos educacionales y aumentar los años de formación disciplinar especializada de los niños chilenos”.

Sin embargo, la reforma que estaba prevista para 2018, fue postergada para 2026. Esto porque no existe aún la infraestructura adecuada ni el personal necesario para llevarla a cabo. El gobierno explica que para llevar a cabo esta reforma, habría que modificar la infraestructura de “2.420 establecimientos municipales y 1.175 particulares subvencionados que imparten enseñanza básica completa, además de 374 establecimientos municipales y 241 particulares subvencionados que sólo imparten enseñanza media completa”.

Esto porque en la actualidad, “si se aplica la nueva estructura curricular, unos tendrían un excedente de infraestructura y otros, que sólo ofrecen los actuales cuatro cursos de media, tendrían un déficit”. Juan Pablo Valenzuela, investigador del CIAE, explica otro de los efectos que tendría la reforma: “Muchos niños van a tener que migrar hacia los liceos, lo que afecta directamente al financiamiento de las escuelas, dado que éstas tienen un ingreso proveniente de las matrículas de pre kínder a octavo y con la reforma sería solo hasta a sexto”.

Respecto a la dotación docente, la ampliación de la educación media haría que varios docentes de educación básica deban especializarse para poder hacer clases en este nuevo sistema. “Entre los actuales docentes de 7º y 8º básico, el 60 por ciento (38.430 aproximadamente) ya posee una especialidad, sin embargo un 40 por ciento (25.160 aproximadamente) aún no la tiene”, explica el proyecto.

Juan Pablo Vlenzuela cree que “hay muy pocos estudios que den cuenta de su efectividad, y si bien una gran parte de los países de la OCDE lo hacen, no es único. Hay otros países que lo hacen muy bien y tienen mecanismos distintos, incluso parecidos al nuestro”.

Luis Osandón, académico del Departamento de Estudios Pedagógicos de la Facultad de Filosofía y Humanidades (DEP), asegura que hace falta una mayor discusión en torno a este cambio y analizar otros elementos que “tienen que ver con qué queremos para la infancia, cuál es el proceso de transición de la infancia al mundo adolescente que queremos generar como sociedad, y qué rol cumple en ello el sistema escolar. Eso está absolutamente ausente en esta discusión del 6 +6 que está pensada en cómo se aprende más contenidos de las asignaturas, nada más”.

El investigador del Observatorio de Políticas Educativas de la Facultad de Ciencias Sociales (Opech) de la Universidad de Chile, Rodrigo Sánchez, concuerda en que “no ha habido una planificación para realizar ese cambio”, principalmente porque “no existe una discusión de carácter pedagógica de por qué  se debiese tener seis años de básica y seis años de media”.

Valenzuela redondea: “Si nos convencemos de que esta reforma es muy relevante, hagamos un análisis más profundo y preparemos la transición, sobre todo porque estamos en un contexto con varias reformas, y esta sería de alta complejidad. Hay que preguntarse si vale la pena sumarla”.

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