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13 de Mayo de 2020

Estudiantes de distintas carreras y casas de estudios cuentan su experiencia con las clases online

A casi dos meses de la suspensión de clases, por la pandemia del coronavirus, algunos alumnos comentan estar gratamente sorprendidos y otros insatisfechos.

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profesores educación superior
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El 15 de marzo el Gobierno anunció la suspensión de las clases, a causa de la pandemia por el Covid-19, por lo que las casas de estudio superior desarrollaron de todas maneras el semestre con la modalidad de clases online, experiencia que algunas ya tenían por el estallido social de octubre de 2019, y que han provocado opiniones a favor y en contra.

Ocho estudiantes de distintas carreras y universidades e institutos profesionales conversaron con El Dínamo para contar su experiencia con las clases online.

Experiencias

Raimundo Rufin, estudiante de cuarto año de Diseño en la Universidad del Desarrollo, comentó que para los ramos más prácticos se vuelve un poco más complejo por la necesidad de mostrarle al profesor los avances que va realizando, pero a su vez ve el lado positivo de que, como las clases quedan grabadas, puede revisar una y otra vez las correcciones que le realizaron.

Por lo que concluye que “esperaba que fuera difícil pasar de estar acostumbrado a estar en la sala a ser 100% online. Está la incertidumbre de si uno va a aprender lo mismo, si es que realmente va a funcionar. Pero la verdad, por lo menos dentro de mi experiencia, no he tenido mayores problemas en la transición. Ha sido súper buena, inmediatamente nos pudimos adaptar a la modalidad online y no hubo clases perdidas, ni materia perdida”.

El caso de Sofía de La Cerda, que está en último año de Ingeniería Comercial en la Universidad Andrés Bello es distinto, pues sus clases son netamente teóricas. Incluso llegó a declarar que para ella es lo mismo las clases online que las clases presenciales.

“Para mí de hecho es más cómodo porque tengo una hija pequeña entonces el hecho de no tener que ir a la universidad es mucho más práctico. Igual tengo una mini oficina donde veo mis clases. Me preparo para concentrarme porque uno se tiende a distraer más al no estar totalmente concentrado en lo que te están pasando, pero si uno quiere hacerlo, lo logra”, expresó.

En la Unab realizan sus clases con la plataforma Blackboard, al igual que en AIEP y la Universidad Mayor, y la cual han implementado desde el año pasado para sus estudiantes de la sede en Bellavista dado a las complicaciones de movilidad por el estallido social de octubre de 2019 por lo que para Sofía “no ha sido muy complejo de adaptarse porque ya teníamos un camino recorrido. No era que de sopetón tuvimos que hacer clases online”, indicó.

Diferente es la experiencia de Katherine Donoso, estudiante de cuarto año de Kinesiología en la Universidad San Sebastián, porque pese que les han aconsejado practicar en casa con sus familiares, no es lo mismo que hacerlo con los compañeros y que el profesor esté corrigiendo.

De todas maneras, destaca la posibilidad de poder transcribir de mejor manera la materia al tener grabadas las clases. Pues contó que “yo siempre grababa las clases y ahora puedo tener el audiovisual, más que solo el audio. Eso me ha ayudado harto para poder pasar las clases de mejor forma. En cierto modo igual es positiva la experiencia, pero no es lo mismo”.

“¿Cómo vamos a hacer teatro online?”, fue la primera preocupación de Arantza A. Sánchez, estudiante de tercer año de Teatro en el Instituto Profesional AIEP, pero descubrió que “al fin y al cabo una persona que ama el teatro no puede estar lejos de él y en esta situación es lo único que se puede hacer y ha resultado súper bien”.

Sus clases online han consistido en grabaciones de audios de escenas – estilo radio teatro-, grabaciones de monólogos, escucha y mejora de los audios, trabajar los textos y escribirlos en conjunto con sus compañeros y actuar con la cámara dividida y desde donde los dirige el profesor. También han implementado en el ramo de comedia del arte la red social TikTok donde se graban, descargan los videos y se los mandan por correo al profesor.

Ingeniería Informática es una carrera que se desarrolla netamente con tecnológicas online por lo que, para Javier Ignacio Fernández, estudiante de último semestre en Inacap, las clases online funcionan. “En nuestra carrera trabajamos con herramientas colaborativas que ya son de internet, donde nosotros colocamos las tareas y uno vas cumpliendo esos objetivos que te van dando y ahí van monitoreando tu gestión. Así que en mi experiencia funciona perfecto”, explicó.

Por otro lado, Sebastián Alfaro, estudiante de segundo año de Ingeniería en Minas de la Universidad de Talca, la experiencia es un poco más desfavorable pues han suspendido sus clases prácticas y aún no le han realizado evaluaciones ni han indicado cómo serán, a diferencia de los otros estudiantes que sí han tenido evaluaciones.

“Es más complicado con las clases online porque no se logran entender por completo los contenidos” enunció a pesar de comentar que igual ha podido interactuar con los profesores a través de Zoom, que es la plataforma que están usando.

Parecido es el caso de Christian Galarce, estudiante de quinto año de Odontología en la Universidad Mayor, pues sus ramos se complementan con la asistencia a clínica, la cual no han podido realizar.

“Pasa que es poco tangible imaginarse ciertas cosas que nos dicen en las clases online si es que nosotros no lo llevamos a la práctica, ahí es donde está el problema principal. Los profesores se organizaron para pasar toda la teoría lo antes posible, cosa de que el día que volvamos a las clínicas sea de lleno y no perder tiempo”, reveló.

Para Constanza Dueñas, estudiante de quinto año de Arquitectura en la Universidad de Chile, esta circunstancia de clases online en medio de una pandemia presenta un sentimiento dividido porque estudia en Santiago y su familia es de región. “Me encanta estar en mi casa con mi familia, pero pienso que las clases online, si bien son provisorias, no reemplazan totalmente las clases presenciales”, comentó la estudiante que al igual que Sebastián y Christian tiene suspendido su ramo práctico.

Capacitaciones

Algo en lo que todos coincidieron- además de tener los mismos horarios de un semestre habitual- es que les enviaron videos tutoriales o correos para usar sus plataformas de clases online, las cuales también mencionaron encontrar bastante intuitivas y fáciles de usar para ellos, pero no así para los profesores en cuanto a la plataforma y la modalidad.

“Faltó capacitación para los profesores. Hay algunos que tardaron un mes en entender cómo funcionaba pues son gente de edad”, expuso Christian y Constanza agregó que, “como esta modalidad es nueva, hay muchas falencias que son parte del hecho que nunca hemos tenido clases online, y los profesores tratan de hacer lo mismo que en una clase normal y no es lo mismo”.

Balances positivos

Exceptuando a Sebastián -quien vive a 15 minutos caminado- y Constanza que se demoraba 20 minutos, los demás estudiantes declararon demorarse desde 40 minutos hasta dos horas desde sus hogares hasta el lugar de estudio. Tiempo que invierten en compartir con sus familias, leer más o adelantar algún trabajo.

“Ahora nos pasan un contenido, terminamos la clase y podemos leer la obra al tiro. Antes tenía que leer en el metro, o tenía la presión de que al otro día tenía que ensayar temprano, o que no podía leer porque tenía que ensayar. Eso es positivo para mí”, señaló Arantza.

Además, Katherine presenció una mayor participación en las clases online que en la clase presencial. “Se puede deber a que como uno no va a poder resolver una duda con el compañero de al lado es mejor preguntarle al profesor ahí mismo”, dijo.

En el caso particular de Javier Ignacio, él indica que este momento se podría aprovechar para innovar e invitó a los docentes e instituciones a cambiar el paradigma de cómo se evalúan las competencias, “por lo menos en el área informática. Por ejemplo, las hackatón demuestran las habilidades en desarrollo, en innovar, en desarrollar una problemática. Son unas pocas horas y uno se demuestra a full en trabajar bajo presión. Hoy ningún ramo lo aplica, sólo lo hacen algunas empresas para medir a la gente que quiere trabajar”, concluyó.

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