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13 de Enero de 2015

Chile, país de borradores

" ¡La tinta es la que tiene que derramarse, no la sangre! La pluma es mucho más poderosa que la espada. Como expresaba Voltaire: 'No me gusta lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a decirlo'.

Por Pierre Lebret
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Pierre Lebret es Cientista Politico UDP – La Sorbonne Nouvelle París III. Especialista en Cooperación Internacional

Un desayuno en la redacción de Charlie Hebdo, una mañana cualquiera para debatir de la coyuntura y definir la línea editorial. El periodismo, una de las profesiones donde más se dialoga y discute – cuando tu país te lo permite-, contraponer opiniones, argumentos contra argumentos.  ¡Ah, periodista! A veces tu humor, tu valor por decir verdades, tu voluntad de informar y hacer reflexionar a millones de personas te podrá costar la vida.

Algunos podrán preguntarse por qué salieron 3,7 millones de personas a la calle y plasmaron ante la comunidad internacional el llamado de nuestro himno nacional “Marchons, Marchons, qu´un sang impur…”. Solo desde 1945 con la liberación de Francia del régimen nazi hubo tantas personas marchando. El domingo 11 de enero, más allá de una multitud de líderes políticos de todo el mundo, es un pueblo que se levantó para expresar: ¡sigamos de pie!

Más allá de la crisis económica y social que afecta el país galo desde 2008, hay una fractura real en la sociedad  “des lumières”, y esta se refleja en las fallas de la política de integración del país europeo. Para enfrentar hoy y mañana el desafío que se nos plantea, la educación debe tener un rol clave para que algunos jóvenes, a veces desorientados, no caigan en movimientos fundamentalistas religiosos que interpretan su fe desde la violencia.  En Francia, somos primeros franceses antes de ser judío, musulmán, cristiano o cualquier otra religión. Somos primero ciudadanos, y ese es el desafío: reunir cada ciudadano de donde provenga su origen en torno a los principios de la libertad y la laicidad. Ser francés, es primero ser un ser social, un ser en sociedad en constante búsqueda de derechos.

Las consecuencias políticas son inevitables, pero se levantó un pueblo, el pueblo de Francia unido en su diversidad. Que la responsabilidad y la prudencia se apodere de nuestra clase política para no generar más fisuras en nuestra cohesión a costa del aprovechamiento electoral de algunos sectores políticos como la extrema derecha liderada por Marine Le Pen. Una vez más, el fundamentalismo religioso no tiene absolutamente nada que ver con el Islam. ¡La tinta es la que tiene que derramarse, no la sangre! La pluma es mucho más poderosa que la espada. Como expresaba Voltaire: “No me gusta lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a decirlo”.

Los desafíos globales nos hacen ser ciudadanos del mundo, de la lucha contra el terrorismo al cambio climático, pasando por el respeto de los derechos humanos. Chilenos, no olviden el poder de sus lápices… Díganle a sus hijos el valor de un lápiz en un país donde la alfabetización está por sobre el 95% de la población, olviden un poco el teclado, vuelven a los fundamentos, la lectura, la escritura, pero sobre todo el dialogo, la crítica, el cuestionamiento y la disconformidad constructiva. No olviden que el pueblo de Chile fue el único país del mundo en vencer una dictadura con un lápiz y la voluntad cívica de hacer una revolución al statu quo imperante en aquel entonces y que el lápiz grafito fue instrumento de cambio por una necesidad política y no  artística tal como las caricaturas de Charlie Hebdo.

Vuelvan a preguntarse cómo era el Chile antes de los años 70, cuando la educación era concebida como un derecho, cuando el aborto terapéutico era legal, cuando se pensaba en el desarrollo territorial y defendía la agricultura familiar campesina, cuando el consumismo era una necesidad y no una razón de ser, cuando los políticos entraban en razón y llamaban corrupción por su nombre, y no una mera “irregularidad”. No dejemos la inercia apoderarse de nuestro ser ciudadano, y que nuestros anhelos sean borradores, ni menos papeles en blanco donde otros nos digan qué vivir. Tomen vuestros lápices y con tinta firme, escriban la sociedad que quieran construir.

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