
Sentados uno al lado del otro y con una sonrisa en la cara. Esa fue la última selfie sobre el avión que se tomó una familia que por años había planificado una vida fuera de India, específicamente en Londres.
Pratik Joshi, su esposa Komi Vyas y sus tres hijos despegaron en el vuelo AI171 de Air India, el que nunca llegó a su destino. La aeronave se estrelló a menos de un minuto después de salir, dejando un saldo de 241 muertos y un solo sobreviviente.
Joshi, de 41 años, se desempeñó por seis años en Londres como ingeniero en software y su sueño era establecerse allí, junto a su esposa y sus hijos. Vyas, por su parte, era una doctora de la ciudad de Udaipur, quien había renunciado a su cargo solo dos días antes del vuelo. Con los trámites en orden, maletas hechas y las respectivas despedidas, los Joshi-Vyas se embarcaron para comenzar una nueva etapa en su vida.
La felicidad era evidente, de ahí el momento de la selfie, minutos antes del despegue. Los cinco se notaban relajados, los tres niños juntos en una sección y ambos padres a su lado. Una fotografía para el recuerdo, que probablemente se envió a tanto familiar como se le ocurriera a Pratik y Komi. Fue la celebración de un futuro que nunca se logró materializar.
Ni el piloto, el capitán Rahul Mehra, pudo evitar el accidente, pese a tener a su haber más de 12.000 horas de vuelo registradas.
Las causas del accidente se mantienen en investigación. De manera preliminar, los indicios dan cuenta de que el tren de aterrizaje no se retrajo, mientras que el piloto nunca realizó alguna llamada de emergencia. Se trata de la primera ocasión en que un Boeing 787 presenta pérdida total desde su lanzamiento en 2011.
Expertos de India, Reino Unido y Estados Unidos colaboran en la investigación para esclarecer los hechos, que dejaron a Vishwashkumar Ramesh, ciudadano británico sentado en el asiento 11A, como el único sobreviviente.
Tanto Air India y el grupo Tata expresaron sus condolencias y anunciaron indemnizaciones para familiares de las víctimas a bordo del avión, donde la familia Joshi-Vyas se transformó en el símbolo del terrible suceso y la fragilidad de la vida.