Durante la noche del lunes, las tormentas de verano inundaron Nueva York y Nueva Jersey, tras las advertencias del Servicio Meteorológico Nacional de Estados Unidos por fuertes lluvias en la costa este del país.
Debido al fenómeno, vehículos se vieron atrapados por los anegados caminos y cientos de personas quedaron varadas por inundaciones en el metro de Nueva York.
La situación llevó a declarar estado de emergencia en Nueva Jersey, según anunció el gobernador Phil Murphy el lunes por la noche, advirtiendo a los residentes de la zona que “permanezcan fuera de las carreteras a menos que sea absolutamente necesario“.
Asimismo, el servicio meteorológico indicó que este martes se esperan más lluvias en Nueva York. De hecho, durante el lunes por la noche sufrió la caída de un poco más de 50 mm entre las 19:00 y 20:00 del lunes, hora local. Se trata de la segunda hora más lluviosa en los últimos años, siendo solo superada por los 89 mm que se alcanzaron en medio de los remanentes del huracán Ida en 2021.
Los impactantes registros de las inundaciones dentro de las estaciones de metro dan cuenta de los 67 mm de lluvia en total que recibió la ciudad, superando su récord anterior para el 14 de julio, establecido en 1908.
Al menos una estación de metro quedó totalmente inundada por el diluvio, según la Autoridad Metropolitana de Tránsito (MTA). Diversos trenes tuvieron que suspender, retrasar o desviar sus viajes debido a las inundaciones, según dio a conocer el sitio web del MTA. Metro-North Railroad y New Jersey Transit acusaron en sus cuentas de X que también experimentaron retrasos debido a las inundaciones.
Gran parte del área bajo vigilancia de inundación en Estados Unidos ha registrado hasta un 300% de su precipitación normal en las últimas dos semanas. Las lluvias recientes, especialmente las del centro de Nueva York, provocaron una mayor saturación del suelo, aumentando el riesgo de inundaciones graves.
En zonas urbanas, el riesgo de inundaciones aumenta debido a la infraestructura: muchas carreteras, alcantarillas y sistemas de drenaje en Estados Unidos no fueron diseñados para soportar las precipitaciones extremas que ahora se van volviendo cada vez más comunes.