Exactamente 100 días han pasado desde aquel 8 de mayo cuando se asomó, por primera vez, al balcón de la fachada de la basílica de San Pedro el recién asumido Papa León XIV. Un centenar de días en las que el pontífice ha exhibido un carácter reservado junto con una total prudencia, al aún no haber tomado decisiones importantes, y una fuerte inclinación por la diplomacia.
En estos pocos más de tres meses el Papa estadounidense, que cumplirá 70 años en septiembre, la diferencia en la forma de afrontar el cargo más comentada en comparación al pontificado de Francisco tiene que ver con un retorno a la tradición.
Desde el uso de vestimentas litúrgicas que Francisco había eliminado, como retomar la muceta roja y los pantalones blancos bajo la sotana, hasta el deseo de volver a vivir en el palacio apostólico, pasando por tomar vacaciones en Castel Gandolfo o restablecer la solemne procesión del Corpus Christi por las calles de Roma bajo el palio.
Asimismo, Robert Prevost aún no ha tomado decisiones importantes para la Iglesia o el gobierno vaticano, como el nombramiento de colaboradores, a excepción de su secretario, o cambios en la Curia romana, algo que para muchos expertos se debe a su carácter prudente.
En los varios discursos que León XIV ha pronunciado en estos 100 días no han habido grandes exabruptos: ha defendido la familia “formada únicamente por un hombre y una mujer”, la vida en todas sus fases y la necesidad de protección del medio ambiente; y ha condenado al rearme.
No obstante, en un mundo rodeado por numerosos conflictos, el pontífice ha reiterado en múltiples ocasiones su deseo de conseguir paz en ellos junto con una inclinación por las vías diplomáticas para resolverlos, siempre bajo el velo de una marcada prudencia que ha hecho notar en este tiempo.