Ad portas del inicio del curso escolar 2025, que comienza en septiembre a lo largo de Francia, más de 2.159 niños duermen en la calle, lo que se traduce en un aumento del 6% con respecto a 2024, en el marco de la saturación de refugios de alojamiento, que no logran presentar plazas disponibles, y un agravamiento de la crisis de la vivienda.
El séptimo Barómetro de Opinión de la Infancia y Adolescencia de UNICEF Francia informó que las familias se ven obligadas a dormir en autos, tiendas de campaña o portales de edificios debido a que el alojamiento de emergencia carecía de plazas. Los núcleos familiares representan el 60% de las personas con problemas de vivienda, y casi dos tercios de las aproximadamente 7.000 solicitudes no atendidas al número de emergencias proceden de ellas.
Las organizaciones detrás de los hallazgos señalaron que el recuento no era exhaustivo, pues excluía a los menores no acompañados, niños migrantes en situación irregular y a familias en refugios improvisados o chabolas. De tal manera, señalaron que el número de niños que duermen al aire libre seguía aumentando y seguía estando subestimado.
Entre los niños que dormían al aire libre, 503 tienen menos de tres años y 171 menos de uno. El número de niños sin hogar menores de tres años aumentó un 8% en un año y un 37% con respecto a 2022. De dichas cifras, para el 79% no era su primera noche en la calle. En total, 4.036 adultos y niños en Francia no encontraron ninguna solución de alojamiento.
Adeline Hazan, presidenta de UNICEF Francia, reportó que actualmente 43.500 niños viven en refugios temporales o en hoteles, pero que la cifra sigue siendo manifiestamente insuficiente para cubrir todas las necesidades.
Como consecuencia, menores han enfrentado retrasos en el aprendizaje, abandono escolar y se han visto imposibilitados de hacer tareas por falta de un espacio tranquilo o de materiales. El profesorado testimonia regularmente su impotencia cuando alumnos llegaban exhaustos, mal alimentados o faltaban durante días.
En materia de salud, los menores afectados viven con ansiedad diaria debido a noches inestables, la imposibilidad de asearse adecuadamente y el estrés ligado a las reubicaciones forzadas. La precariedad temprana, además de debilitar su salud, socava el desarrollo psicológico y los aísla de sus pares, dejando efectos duraderos.
Además de subrayar que una vivienda digna es un derecho, UNICEF Francia afirmó que estaba en la vida de los niños está en juego y que cada noche pasada al aire libre reduce las posibilidades de un futuro estable.