Estados Unidos y China reactivaron su guerra comercial con la imposición mutua de aranceles portuarios que ya están afectando el flujo marítimo global. A partir de esta jornada, ambos países aplican nuevos gravámenes a los buques del otro, encareciendo las operaciones logísticas y marcando una nueva fase en la disputa por el dominio del transporte y la construcción naval.
China impuso un cargo de 56 dólares por tonelada neta a embarcaciones estadounidenses de propiedad, construcción o pabellón estadounidense. La medida incluye recargos adicionales en caso de ingresos múltiples a sus puertos. En paralelo, también comenzó a cobrar 50 dólares por tonelada a buques chinos, con aumentos anuales hasta 2028.
El conflicto arancelario entre Estados Unidos y China en el ámbito marítimo refleja una disputa estratégica por el control del comercio global. Washington acusa a Beijing de prácticas desleales en construcción naval y equipos portuarios.
En términos prácticos, los nuevos aranceles aumentan los costos operativos para navieras y empresas exportadoras. Analistas proyectan que las diez mayores navieras podrían enfrentar hasta 3.200 millones de dólares en aranceles estadounidenses para 2026, siendo COSCO, la naviera estatal china, la más golpeada. Las llegadas al puerto de Los Ángeles ya han caído un 35% respecto al año anterior.
El secretario general de la Cámara Naviera Internacional, Thomas Kazakos, advirtió que estas medidas “podrían dañar la competitividad exportadora estadounidense y elevar los costos para las empresas y consumidores“, calificándolas como proteccionistas. “Estas medidas también suelen inspirar medidas de represalia. En última instancia, nadie ganará si se persiguen estas tácticas“, añadió según recogió CNBC.
Washington justificó su decisión como parte de una estrategia para reducir la influencia china en el sector marítimo y fortalecer su industria naval. Como parte de esta política, se impusieron también aranceles del 150% a ciertos equipos portuarios fabricados en China, como grúas y tractores de terminal.
Expertos coinciden en que la disputa afectará a sectores clave como energía, bienes de consumo y manufactura. La tensión ya impacta las rutas comerciales y eleva los costos logísticos, abriendo un nuevo capítulo en la guerra comercial entre ambas potencias.