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Las versiones cruzadas de Rusia y Ucrania por ataque a residencia de Putin: cómo puede influir en el actuar de Trump

La denuncia rusa llega en un momento crítico para las conversaciones de paz que mantuvo Zelensky y Trump en Mar-a-lago.

Rusia acusó a Ucrania de haber intentado atacar con drones la residencia del presidente Vladimir Putin en un supuesto ataque masivo ocurrido el lunes, lo que inició un cruce de versiones en un punto álgido de la guerra. El ministro de Asuntos Exteriores, Sergei Lavrov, afirmó que las defensas aéreas rusas derribaron 91 drones y calificó el episodio como un acto de “terrorismo de Estado”.

Kiev negó de plano la acusación. El presidente Volodimir Zelensky sostuvo que Lavrov estaba difundiendo “mentiras típicas rusas” con el objetivo de socavar el avance diplomático entre Ucrania y Estados Unidos, apenas un día después de su reunión con Donald Trump en Mar-a-Lago, Florida.

El timing no es casual: Trump insiste en que un acuerdo de paz entre Rusia y Ucrania está “95% logrado”, mientras Zelensky busca desesperadamente mantener el respaldo estadounidense y Moscú intenta presentarse como dispuesto a negociar sin abandonar sus objetivos bélicos.

La acusación parece haber tenido un destinatario principal: el propio Trump. Y, al menos inicialmente, habría surtido efecto. “Una cosa es ser ofensivo, porque ellos son ofensivos. Otra cosa es atacar su casa. No es el momento adecuado para hacer nada de eso”, declaró el presidente estadounidense el lunes, mostrando su molestia por la supuesta escalada.

No obstante, Moscú no ha presentado prueba alguna. El vocero del Kremlin, Dmitri Peskov, descartó hacerlo: “No creo que deba haber ninguna prueba si se está llevando a cabo un ataque con drones tan masivo, que, gracias a la coordinación del sistema de defensa aérea, fue derribado”, dijo a la prensa.

Las implicancias de las acusaciones por el presunto ataque a la residencia de Putin

La falta de evidencias refuerza el escepticismo habitual hacia las versiones oficiales rusas, en un contexto en el que el Kremlin insiste, pese a abundantes pruebas en contra, en que nunca ataca a civiles y mantiene un largo historial de relatos falsos desde la anexión de Crimea en 2014.

Eso no permite descartar por completo que un ataque haya ocurrido. Ucrania ha demostrado capacidad para golpear objetivos dentro de Rusia, desde refinerías hasta figuras militares, incluida la llamada Operación Telaraña contra bombarderos estratégicos. Sin embargo, el ataque a la residencia de Putin justo en un momento decisivo de negociaciones con Trump sería una decisión contraproducente.

En caso de ser falsa, el objetivo de la acusación podría ser política. Zelensky sugirió que Moscú busca justificar represalias contra Kiev. Un escenario más plausible es que Putin haya intentado influir en Trump tras la visita del líder ucraniano, alterando su percepción y evitando decisiones que el Kremlin considere demasiado favorables a Ucrania.

Los primeros indicios sugieren que Trump aceptó la versión rusa, aunque mostró dudas cuando se le planteó que pudiera ser inventada. “¿Estás diciendo que tal vez el ataque no ocurrió? Supongo que también es posible. Pero el presidente Putin me lo dijo esta mañana”, respondió.

Aunque la CIA podría ofrecerle un análisis independiente, los informes señalan que Trump suele ignorar las conclusiones de sus propias agencias de inteligencia. Ahora está en sus manos si decide creer o no el ataque.

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