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7 de Agosto de 2014

¡Juntémonos en la sala!

Las escuelas tienen que dejar de ser quiénes eligen a sus alumnos a través de prácticas abiertamente discriminadoras y otras subrepticiamente segregadoras, y la elección –no la selección- tiene que volver a ser un derecho exclusivo de los padres.

Por Catalina Estévez
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Catalina Estévez es Historiadora del área de Política Educativa de Educación 2020, con estudios de magíster de la Universidad Andrés Bello, investigadora de profesión y oficio, ha trabajado en distintas iniciativas orientadas a la prevención del bullying y violencia escolar. Se ha desempeñado como consultora en responsabilidad social corporativa, es miembro fundador del Círculo de Políticas Participativas y cantaora de rumba flamenca.

Mi educación básica la realicé en un colegio particular subvencionado gratuito y con nombre de santa. Era un gran colegio, los profesores enseñaban con motivación y cariño y su director era un buen líder, pero sin lugar a dudas, lo mejor de todo era su diversidad. Si bien pertenecía a una congregación religiosa no se seleccionaba bajo ningún criterio, y nunca se consideró un antecedente relevante el hecho que mis padres fueran separados o que nunca hubieran pisado un altar, inclusive tenía compañeros cuyas familias profesaban religiones distintas a la católica.

Mis años en ese colegio transcurrieron felices y puedo asegurar hoy en día, que el valor de la formación que recibí traspasó con creces a lo aprendido sobre operaciones matemáticas, sintaxis gramatical o hitos históricos, porque desde niña comprendí que la mayor riqueza que tiene nuestro país no es el cobre, sino la diversidad de la gente que lo habita.

No existe mejor lugar que la sala de clases para encontramos, conocernos, compartir y aprender desde nuestras diferencias y semejanzas, y es que no sólo son nuestros hijos, hermanos y nietos los que participan de este encuentro, también lo hacemos nosotros, en el día a día, a través de las experiencias que nos cuentan los más pequeños, de sus aventuras y anécdotas, pero también de las reuniones de apoderados, los paseos de curso, los bingos y completadas.

Existe consenso entre los expertos, los políticos de todas las bancadas y la ciudadanía en general, que necesitamos mejorar la calidad de la educación en nuestro país y fortalecer la educación pública, pero también es urgente que hagamos algo con la vergonzosa segregación que existe en nuestro sistema educativo, peor aún que la que existe a nivel territorial y por cierto una de las más acentuadas del mundo. Es imperativo que se legisle para terminar con el copago, la selección y el lucro porque son bastiones de la educación de mercado y aliados de la segregación y porque son obstáculos para alcanzar una educación de calidad que sea equitativa e inclusiva.

La educación tiene que dejar de ser un bien de consumo, y volver a posicionarse como un derecho social. Las escuelas tienen que dejar de ser quiénes eligen a sus alumnos a través de prácticas abiertamente discriminadoras y otras subrepticiamente segregadoras, y la elección –no la selección- tiene que volver a ser un derecho exclusivo de los padres.

Chile ha firmado numerosos tratados internacionales comprometiéndose a proveer una educación gratuita y accesible a todas y todos. En 1971 ratificó la “Convención relativa a la Lucha contra las Discriminaciones en la Esfera de la Enseñanza” donde se comprometió a “Derogar todas las disposiciones legislativas y administrativas y abandonar todas las prácticas administrativas que entrañen discriminaciones en la esfera de la enseñanza”, y además a implementar las medidas necesarias para que no se haga discriminación alguna en la admisión de los alumnos en los establecimientos de enseñanza.

Han pasado más de 40 años desde que se firmó esta Convención y aún no podemos asegurar la igualdad de oportunidades a todos los niños y niñas en el acceso a una buena educación. Terminar con el lucro, el financiamiento compartido y la selección sería un importante avance en esta dirección, y una estocada certera a la segregación.

Perdámosle el miedo a encontrarnos en la sala, vivamos la diversidad desde el respeto y la tolerancia activa, el diálogo y la oportunidad infinita de aprendizaje.

Educación 2020 los invita #AMezclarse

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