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20 de Octubre de 2014

Excerpta: “¿Por culpa de una manzana?”

Por José Blanco J.
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José Blanco J. es Profesor de Estado (Universidad de Chile), Doctor en Filosofía y Doctor en Materias Literarias (Universidad de Florencia, Italia). Se ha dedicado a la filología medioeval y humanista, dando especial importancia a Dante, Petrarca y Boccaccio sobre los que ha escrito numerosos libros y ensayos. Ha traducido al castellano textos de cronistas florentinos que vivieron en América en los siglos XVI y XVII. También ha publicado libros de historietas de dibujantes chilenos.

Este pomo de un árbol de la familia de las rosáceas ha sido acusado de ser el responsable de varios episodios (incluso grandes desastres) en la historia de la Humanidad.

Empezando por el fruto prohibido del Árbol de la Ciencia del Bien y del Mal, que seguramente no era una manzana. Siguiendo por la manzana de oro que la Discordia entregó en el banquete de los dioses, provocando un litigio que culminaría con la Guerra de Troya. En un plano más restringido, está el largo episodio de Heracles enviado por Euristeo a robarse las manzanas doradas de las Hespérides y cómo Hipómenes ganó la carrera a Atalanta dejando caer algunos de esos frutos, que le proporcionó Afrodita, la diosa del amor. Y – ¿por qué no? – Blanca Nieves que, engañada, come una manzana envenenada.

En realidad, en todos estos casos, no fue la manzana la que tuvo la culpa, sino las faltas, la maldad o la ingenuidad de los individuos.

Es lo que me acaba de ocurrir en el Aeropuerto Internacional de Santiago de Chile.

En Argentina, guardé una manzana en el maletín de mano para consumirla antes de embarcar. Pero después decidí no llevar ese equipaje en la cabina y partió para la bodega del avión. Y es así como me olvidé de la manzana.

Pero el personal del SAG se percató de que había un objeto redondo y allí estaba la manzana. No tenía nada que alegar, ni siquiera ignorancia de la ley, puesto que al viajero se le advierte en la Declaración Jurada Conjunta y también lo recuerda una grabación antes de salir de la sala de retiro de equipaje.

Estaba en falta aunque – según mi opinión – no había dolo.

El inspector a cargo, con gran amabilidad, procedió a hacer pesar la manzana y a extender un Acta de Denuncia y Citación por haber incurrido en los siguientes hechos: “Pasajero porta producto de origen vegetal en su equipaje de mano sin ser declarado en su DJC. Producto Manzana; Unidad 01; Peso 0,190 kg; Origen Argentina. Ya extendida en original y 3 copias, por el mismo instrumento quedé citado a la Oficina SAG “bajo apercibimiento, si no concurriere, de proceder en su rebeldía”.

Se me hizo pasar inmediatamente donde un actuario al que expliqué lo sucedido. Él, un joven extremadamente educado, me explicó los riesgos que implica la introducción en Chile de frutas de otros países. Me enteré así que somos uno de los tres países (los otros son Australia y Nueva Zelanda) que se mantienen inmunes a las pestes frutícolas (sobre todo,  de “la mosca de la fruta”, que tiene muchas variedades).

Ante su sencilla y contundente explicación me di cuenta que, por mi descuido, podría haber provocado un desastre de proporciones.

Considerando que, ante la denuncia, yo había expuesto que “No declaré esta fruta por olvido. Lo siento” y que por ser la primera vez que infringía la norma,  la Jefa de la Oficina Control Fronterizo del Servicio Agrícola y Ganadero – sobre la base del Acta de Intercepción – resolvió absolverme “por esta única vez” y la destrucción del producto a través de una “desnaturalización con azul de metileno”, según se especifica en el Acta de Destrucción.

Quedé exento de pagar la multa prevista, que es de 3 UTM (equivalente, en el mes de octubre de 2014, a $127.293), pero ahora estoy registrado en la base de datos y, en caso de reincidencia, aumentará a 5 UTM (y no habrá atenuantes).

Un consejo de parte del actuario: Es preferible, en la Declaración, colocar siempre que sí hay algo que se podría declarar. Al revisar el equipaje, se comprobará que está todo en regla o si se debe regularizar alguna situación.

Me indicó, además, que, por ser sábado en la tarde, había muy poco movimiento. Gracias a eso mi procedimiento fue bastante rápido.

Estoy maravillado de la eficiencia del servicio y escribo este testimonio para agradecer a los funcionarios (cuyos nombres conozco, pero que prefiero dejar en reserva) y porque creo que puede ser de utilidad para más de alguna persona que se desplace fuera del país.

Definitivamente, ¡no le echemos la culpa a la manzana!

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