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12 de Mayo de 2015

Congestión vehicular: un pecado capital

Al parecer nuestras ciudades capitales estarían, en su mayoría, condenadas a seguir experimentando un empeoramiento evidente en los tiempos de desplazamiento y el perjuicio evidente en la calidad de vida. En el caso de Santiago, esto supera las horas punta a las que estábamos acostumbrados, obligando a los automovilistas a salir cada día mas temprano y con eso alterar el sistema completo: hay momentos en que no cabe ni un auto más, ni los buses se pueden mover. ¿Problema sin solución?

Por Antonio Lipthay
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Antonio Lipthay es Arquitecto UC, Magister en Diseño Urbano de London School of Economics (LSE) y socio fundador de Mobil Arquitectos. Planificador urbano y especialista en diseño de alta complejidad. Convencido de que una ciudad bien pensada puede romper con la desigualdad. En twitter @antoniolipthay.

Un estudio hecho por la CCHC (Cámara Chilena de la Construcción) y recién publicado (mayo 2015), proyecta que por comuna en Chile, hacia el 2030 habría que triplicar la capacidad vial urbana. Eso significa comprar ciudad para hacer más calles, avenidas y estacionamientos, con un monto aproximado en inversión de US$ 58 mil millones (lo que equivale a construir y equipar mas de 500 hospitales de alta complejidad).

Sobre cómo se llega a estos números, según lo que la prensa informa, las variables más significativas utilizadas serían las que tienen que ver con infraestructura vial urbana y población. Punta Arenas es la ciudad que mayor tasa de motorización presenta, con 271 vehículos por cada mil habitantes y Santiago se ubica en el medio de la tabla.

El trasfondo de este estudio, al parecer, es informar con datos duros a la comunidad y a las autoridades, sobre el déficit de vialidad y hacer ver la necesidad de elaborar futuras políticas públicas orientadas suplir el déficit y así fomentar el crecimiento económico y el desarrollo sustentable.

Por otro lado, y en la misma semana, se ha publicado otro estudio/propuesta de la CCHC en conjunto con la Universidad Diego Portales, para la ampliación de la red de Metro en Santiago mirando hacia el 2030 (también). Esta propuesta revela la necesidad de construir cerca de 125 kilómetros nuevos de Metro a un costo aproximado de US$10 mil millones. Con esto mejoraría en un 40% los tiempos de desplazamiento dentro de la ciudad y tambien quedarían conectadas zonas críticas de la periferia, como “Bajos de Mena” en Puente Alto.

Es realmente destacable que la CCHC tenga este nivel de proactividad al generar y publicar estudios con fundamento técnico-económico. Se entiende también que es de su total interés que el país (las autoridades) establezcan un dialogo fructífero respecto a las futuras inversiones que hagan que el país se “mueva” y se desarrolle. Lo que no termina de cuadrar, es que, de algún modo, estos estudios que podrían sonar complementarios, de algún modo no lo son.

Se entiende que la CCHC busque generar inversión y proyectos. Sin embargo, es de cierto modo decepcionante que habiendo suficiente evidencia tanto a favor como en contra de cada modelo de desarrollo que se propone, uno con énfasis en el aumento de vías urbanas para desplazamiento de automóviles y el otro en la apuesta por un sistema de transporte público eficiente y seguro como el Metro, la CCHC no se atreva a poner argumentos claros sobre los beneficios concretos para la calidad de vida y para el desarrollo que tanto busca, según el tipo de inversión que se haga o finalmente el tipo de modelo de ciudad que se busca.

¿No sería tanto más fácil la tarea de apoyar a las autoridades si las agrupaciones gremiales no sólo buscaran el poner al servicio de la opinión publica las alternativas, sino que también se la jugaran por el modelo que mejor representa sus intereses y por consiguiente, el que debieran defender públicamente?

Ya que volviendo a la ciudad de Santiago, parece evidente que la coexistencia de dos aproximaciones tan diferentes como las expuestas por la CCHC no tiene mucha cabida. Sería mas bien un tercer modelo: si bien la congestión es un problema de espacio y cantidad de personas en éste, si se optara por un sistema que realmente privilegiara la Movilidad como eje central y que incluyera a peatones, bicicletas, transporte público en superficie y el Metro -privilegiando este último por sobre un sistema privado- , posiblemente en 15 años más tendríamos una ciudad más próspera, más compacta, mejor conectada y con una congestión gestionada de manera sustentable.

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