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12 de Agosto de 2015

El Chile vulnerable que moviliza a los jóvenes

Hoy conmemoramos el Día Internacional de la Juventud en un país que nuevamente vive una catástrofe natural y social, momentos en los que los jóvenes “han sentido el llamado” a entregar su trabajo y tiempo por Chile.

Por Felipe Petit-Laurent
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Felipe Petit-Laurent es Ingeniero Comercial y en Turismo, Magister en Administración de Empresas con mención en RRHH y tiene un Diploma en Políticas Públicas y Superación de Pobreza para América Latina. En 2002 - 2003 fue profesional SERVICIO PAÍS en la comuna de San Fabián de Alico, región del Biobío. En 2007 retorna a la Fundación Superación de la Pobreza y asume la dirección del Programa Servicio País en la región del Biobío. Desde 2009 y hasta asumir la dirección nacional de SERVICIO PAÍS en marzo de 2014, se desempeñó como director regional de la Fundación Superación Pobreza la región de La Araucanía.

Las dramáticas imágenes del aluvión en Tocopilla esta semana y los problemas en otras zonas de la región de Antofagasta probablemente tendrán el mismo efecto de convocatoria solidaria que otras situaciones como el incendio de Valparaíso y las erupciones volcánicas. Esto es importante y valioso, sobretodo en una sociedad cada vez más atomizada y egoísta.

Sin embargo, quisiéramos que “ese llamado” a movilizarse que los jóvenes sienten, fuera más permanente, pues al final del día, Chile es un país con una gran fractura social, que segrega y separa, una tragedia social permanente que mata los espacios de encuentro de personas distintas por causas comunes. Y en ello los jóvenes debiesen tener un rol mucho más protagónico.

Hay quienes dicen que es casi una contradicción ser joven y no ser revolucionario, y hoy en nuestro país, esa revolución, ese ir contra lo establecido, se juega en compartir los espacios. Mezclarse y ser parte, eso es revolucionario.

Una nación necesita una juventud consciente y solidaria, que sea el factor de cambio social, que participe. En este sentido, ser voluntario es una noble opción, que sin embargo no es todo lo frecuente que quisiéramos. El estudio nacional de voluntariado 2014 de F. Trascender y Adimark nos dice que solo un 6% de chilenos hace trabajo voluntario pese a que el 70% de los encuestados cree que Chile es un país solidario. Los jóvenes entre 25 y 34 años, no obstante, realizan más horas promedio de voluntariado y el combate contra la pobreza es cada vez más importante en las utilidades sociales que se visualizan para esta acción solidaria.

Más allá de las catástrofes socio-naturales, donde todos debemos estar presentes, hay diversas formas de convocar, encantar y acercar a la juventud al voluntariado.

A lo largo de los 20 años que Servicio País lleva trabajando en las comunidades más aisladas y vulnerables de Chile, hemos buscado crear “capacidades de desarrollo” en ellas, a través de profesionales jóvenes. Y con la misma intensidad, buscamos lograr una re-vinculación social y una mejor construcción de ciudadanía acercando a jóvenes estudiantes a través del trabajo voluntario, haciéndose parte de los problemas y situaciones a las que se enfrentan distintas comunidades.

Anualmente convocamos a más de 300 jóvenes profesionales a Servicio País, y además, hacemos un llamado abierto a estudiantes universitarios, que nos permite recibir cerca de 120 practicantes y mil 400 voluntarios.

Así, pretendemos incidir, no sólo desde la sensibilización sobre temas de pobreza o carencia, sino que desde la construcción y la vinculación con otros, que permita ampliar la mirada del joven, quien finalmente logra descubrir y valorar la diversidad de recursos que existen en las comunidades. Entendemos la solidaridad como un trabajo de calidad y excelencia en conjunto entre jóvenes y personas en situación de pobreza del país.

El intercambio cultural que se manifiesta en este trabajo, va más allá de la dimensión humana del “tener”, sino que nutre las experiencias de “ser”, “hacer” y “estar” en sociedad, y eso es lo que permite la solidaridad. Todos merecemos la oportunidad de formar parte del pacto de convivencia, de nutrirnos con las experiencias de otros y de vivir espacios y experiencias comunes, que dejen atrás los otros Chiles, para que nos encontremos en uno solo.

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