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30 de Diciembre de 2015

El comienzo del fin de los combustibles fósiles

La Comisión Nacional de Energía debería construir un programa indicativo acorde con el mandato de París y el sector privado debería integrar en su plan de inversiones un fuerte desarrollo de energías renovables y una reducción progresiva de las centrales a carbón y gas.

Por Andrea Rudnick
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Andrea Rudnick es Ingeniería de MAPS Programme y MAPS Chile y una de las representantes de Chile en la Conferencia sobre Cambio Climático en París.

Poco se ha hablado en Chile de la señal de largo plazo que nos entrega el Acuerdo de Paris. El Acuerdo entrega una clara señal al mundo que debemos eliminar el consumo de combustibles fósiles de nuestras economías, no sólo el carbón, sino también el petróleo y el gas. Esto implica una transformación a gran escala, y no veo que la sociedad chilena esté consciente de lo que implica dicha transformación. El mandato de nuestros líderes, y que guía todo el acuerdo, es que debemos limitar el aumento de temperatura muy por debajo de los 2°C respecto de los niveles pre-industriales, y aspirar a una trayectoria de 1,5 °C. No se habla explícitamente de des-carbonización, ni de cero emisiones, ni de neutralidad climática, sin embargo de acuerdo a los últimos avances científicos, como se refleja en las evaluaciones del Panel Intergubernamental de Cambio Climático, la trayectoria de los 2°C significa que deberíamos emitir cero emisiones de CO2 provenientes de los combustibles fósiles al 2070, a nivel global. Esto se suma a que los países deberían alcanzar su máximo de emisiones lo antes posible, esto es al 2020, reconociendo que alcanzar el máximo de emisiones tomará más tiempo para los países en desarrollo.

En Chile vemos que los esfuerzos del Ministerio de Energía van en la dirección correcta, al aspirar a 60% de renovables al 2035 y 70% de renovables al 2050. Sin embargo no son suficientes, ya que el mandato es alcanzar 100% de renovables al 2070, esto es sin considerar captura y almacenamiento de carbono en centrales termoeléctricas. En términos prácticos, una central a carbón tiene una vida útil de 40 años, pero en EEUU se encuentran operando máquinas de 50 y 60 años. Por lo tanto, los próximos 4 años son claves para alcanzar los objetivos de largo plazo establecidos en el Acuerdo de París. La Comisión Nacional de Energía debería construir un programa indicativo acorde con el mandato de París y el sector privado debería integrar en su plan de inversiones un fuerte desarrollo de energías renovables y una reducción progresiva de las centrales a carbón y gas.

Si miramos al Ministerio de Transportes, los objetivos planteados por dicha cartera están lejos de incluir metas para reducir gradualmente el consumo de petróleo al 2070. Hay algunas políticas que van en la dirección correcta tales como el fomento al transporte público y al transporte no motorizado. Sin embargo, el mandato de París sólo podría ser logrado con el control del crecimiento de las ciudades, la introducción masiva de transporte público a nivel nacional, la electrificación masiva de todos los posibles medios de transporte, entre otras medidas.

La situación es similar en los otros sectores productivos de nuestro país, donde no hay consciencia de la magnitud de la transformación que se requiere, tanto desde el punto de vista público como privado. El sector privado, que continuamente demanda señales de largo plazo, debe actuar rápido y aprovechar las oportunidades que implica la eliminación de los combustibles fósiles, tales como innovación, generación de empleo, generación de co-beneficios ambientales y sociales, competitividad, aspectos que han sido discutidos y demostrados bajo el proyecto MAPS Chile. Sabemos que los cambios no serán inmediatos y tomarán tiempo, pero la señal de largo plazo ha sido entregada y debemos actuar acorde. Las decisiones de hoy serán determinantes para el futuro.

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