El “ultimátum” de la Reforma Laboral

El proyecto mal llamado Reforma Laboral (ya que en la práctica es una mejora al código del trabajo actual, más que una modificación profunda). Cuando fue presentada por el Gobierno el 29 de diciembre del 2014, ya dejaba mucho que desear… Principalmente porque ni siquiera se respetaba los mínimos acordados entre el ejecutivo y la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), ni lo presentado en su propio programa de Gobierno.

En su paso por la Cámara Baja, el proyecto fue tomando forma y nuestros diputados a medida que pasaba el tiempo fueron construyendo un proyecto que si bien deja muchas luchas históricas fuera (como lo es la negociación ramal), se entendía –por parte de los trabajadores- que eran avances hacia la recuperación de algunos derechos fundamentales arrancados en dictadura.

Lo que pasó luego de la aprobación en la cámara de diputados, con el visto bueno desde la CUT, es una clara demostración de que las elites partidarias y en el congreso, verdaderamente no tienen una comunicación fluida con la sociedad civil y en definitiva pareciera que solo legislan dentro de sus intereses y para unos pocos,  y no lo hacen para las grandes mayorías nacionales, que esperan de la Democracia Cristiana una respuesta acorde a lo que ha sido su aporte al mundo del trabajo en más de 55 años de historia.

Lo que ha sucedido en la cámara alta ha sido un retroceso en todo sentido. Para los trabajadores, y también para nuestro partido. Se ha tratado más de una vez de opacar el proyecto del gobierno que salió de la cámara de diputados y se ha tratado de doblegar al corazón de esta iniciativa en incontables ocasiones, puntos esenciales de una reforma que solo busca mayor equidad en la relaciones laborales y en donde el más afectado es el mundo de los trabajadores y sus familias, modificando su contenido para así encontrar el acuerdo necesario y que pueda agradar a todos sin tomar en consideración que en esta materia lo peor es buscar consensos de mentiras, tratando de evitar la inevitable comisión mixta.

Teniendo en cuenta lo anterior, es justo hacerse la pregunta, ¿Es necesario mejorar la “letra chica” para la aprobación del proyecto?, yo creo que no.

Hoy estamos en un punto de inflexión en la que más cambios al proyecto sería destruir el sentido de este, y a su vez pasar a llevar los compromisos que el estado adquirió con los trabajadores y la ciudadanía mediante un programa de Gobierno que contó con el apoyo de una mayoría abrumadora de los chilenos que votaron en la última elección presidencial.

Las conversaciones han quedado atrás y no se tiene más plazo para maniobrar, es momento de sincerar posturas y saber cuál es el real compromiso de nuestros Senadores, no sólo con el gobierno, sino que con la ciudadanía y los trabajadores a quienes la Democracia Cristiana pretende representar. Es momento de que los Senadores que cuestionan el fin al reemplazo en huelga, la extensión de beneficios y la negociación inter empresa, sinceren sus posturas de cara a la ciudadanía, de cara a sus partidos, pero no solo a sus estructuras, sino más bien de cara a la militancia de base.

Esa militancia a la que no le interesan puestos en el gobierno y que se mantiene firme de acuerdo a las enseñanzas e ideales de Frei Montalva, Leighton, Manuel bustos y María Rosas, quienes durante toda su vida se esforzaron por mejorar las condiciones de la clase obrera y campesina. En resumen, es momento de votar y que decidan de una vez si van a optar por favorecer los intereses y miedos de los empresarios, o van a inclinarse por dar respuesta a las demandas históricas y legítimas por las cuales la ciudadanía se ha manifestado en las elecciones al votar por este Gobierno.