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24 de Agosto de 2016

Pasar agosto, pero sobregirados con el planeta

Porque el derroche no es poco: se calcula que si toda la población mundial viviera como un habitante de Chile, serían necesarios 2,5 planetas para sostener la vida sobre la Tierra.

Por Ricardo Bosshard
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Ricardo Bosshard es Director de WWF Chile, es Ingeniero Agrónomo de la Universidad Austral de Chile y Magíster en Administración Ambiental de La Universidad de Dalhousie, Canadá.

En Chile, lo ambiental hace rato dejó de ser una bandera de lucha exclusiva de los activistas, lo cual queda refrendado, por ejemplo, en los encuentros locales autoconvocados, en el marco del proceso constituyente. En ellos, personas de diversa procedencia, edad y nivel socioeconómico relevaron al medio ambiente como un tema prioritario a considerar en la nueva Constitución Política del país.

Esto no es casual, ya que fenómenos como el cambio climático nos están mostrando día a día con sus efectos que los problemas ambientales ya han rebalsado la etiqueta. Ahora está quedando muy claro que se trata de un asunto transversal que toca a toda la sociedad, dado que sus impactos son también económicos, sociales, políticos e incluso sanitarios.

Conmemoraciones como el llamado Día del Sobregiro de la Tierra, “celebrado” el pasado 8 de agosto, también contribuyen a encender consciencias en la ciudadanía, instalando el sentido de urgencia y el costo que tendrá para todos el no tomar acciones oportunas a favor del planeta.

Esta medición es realizada por la Red Global de la Huella Ecológica (Global Footprint Network, GFN), think tank internacional de sustentabilidad socio de la organización de conservación WWF. En concreto, indica la fecha aproximada en que la demanda anual de recursos naturales de la humanidad -la huella ecológica- sobrepasa lo que el planeta puede regenerar para el año, es decir, su biocapacidad. Así, permite una fácil analogía con lo que sería un sobregiro bancario. A pesar de que en los datos los recursos aparezcan como agotados, las ciudades continúan funcionando tal cual y la vida sigue su curso, sostenidas en el gasto de las reservas que deberíamos estar dejando para las futuras generaciones.

La primera vez que se registró un sobregiro ecológico mundial fue el 1 de octubre del 2000, según los datos de la GFN. Ahora, en 2016, el Día del Sobregiro de la Tierra se ha adelantado casi dos meses. Chile, en tanto, se sobregiró por primera vez el 28 de noviembre de 2015 y este año lo hará anticipadamente el 31 de octubre, en gran parte debido al incremento de su huella de carbono, que es responsable del 47% de su huella ecológica total.

Si bien nuestro país exhibe una biocapacidad idéntica a la de Colombia -3,6 hectáreas globales por persona- su huella ecológica de 4,4 hgp lo deja con un saldo negativo. Porque el derroche no es poco: se calcula que si toda la población mundial viviera como un habitante de Chile, serían necesarios 2,5 planetas para sostener la vida sobre la Tierra.

Todo esto nos grafica la necesidad de dar un viraje en torno a cómo estamos relacionándonos con nuestros recursos y al papel que juega la naturaleza en nuestro desarrollo. Un punto clave en esta nueva mirada es ser conscientes de que la Tierra tiene límites y que debemos adaptarnos para vivir dentro de ellos.

El callejón es oscuro, pero tiene una salida. O mejor dicho, dos: conservar nuestra biocapacidad y disminuir la huella ecológica.

Políticos, empresarios y tomadores de decisión en general deben estar tranquilos a la hora de asumir opciones que podrían parecer desafiantes, porque proteger el medio ambiente es ya una necesidad básica para muchas personas en Chile.

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