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6 de Octubre de 2016

CASEN 2015: Ya no somos tan pobres, pero somos vulnerables

Si bien es un proceso todavía en fase de despegue, el aseguramiento de ciertos derechos sociales fundamentales que impidan caer nuevamente en la pobreza, debe ser un pilar en la orientación de los programas de políticas sociales a través de un enfoque de intersectorialidad.

Por Revolución Democrática
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Revolución Democrática es Somos un movimiento político que busca construir una democracia participativa en Chile, nacimos de las movilizaciones del 2011 y venimos para aportar a construir un Chile solidario e inclusivo para tod@s.

Ismael Gómez, Coordinador Nuevo Modelo de Desarrollo. Militante RD
Pamela Bernales. University of Bath. Militante RD.

El pasado 22 de septiembre fueron difundidos los resultados de la encuesta CASEN 2015. Nuevamente buenas noticias en cuanto a la reducción de la pobreza y también buenas, aunque notoriamente modestas, respecto a la reducción de la desigualdad. Habida cuenta de que el país ha atravesado un par de crisis económicas en los últimos años, no deberíamos desmerecer la reducción progresiva de la pobreza en este decenio, así como también se ha de reconocer que, aunque de manera modesta, la desigualdad de ingresos ha seguido una tendencia similar.

No obstante, cuando nos acercamos a mirar los datos notamos que la tasa de reducción ha ido disminuyendo de periodo en periodo, lo cual da cuenta de una dificultad cada vez mayor para sacar a los chilenos y chilenas de la pobreza (3.8% en 2006-2009, 3.1% en 2009-2011, 2.7% en 2013-2015, aunque el mayor salto en disminución fue 2011-2013 con 7.8%). Esta situación no es inusual respecto a lo que sucede en otros países; así como tampoco resulta sorprendente que, en una política fundamentada en la focalización de los más necesitados (lo cual puede parecer de toda lógica pero resulta insuficiente en el largo plazo), se presenten rendimientos decrecientes, La pregunta entonces es evidente ¿Cómo abordar a esa parte de la población que todavía vive en la pobreza más “dura”? Y más importante aún ¿Cómo evitamos que ante un ciclo económico recesivo quienes salieron de la pobreza vuelvan a caer en ella?

Está fuera de discusión la inexistencia de “balas de plata” para combatir la pobreza, no es UN solo programa de política social, sino que son varios los programas que son efectivos en su conjunto. La acción intersectorial es condición necesaria para abordar una problemática multicausal y multidimensional, es por ello que precisamente aquellos programas con un sello intersectorial más marcado, son los que han obtenido mayores éxitos. Ejemplo de esto es el programa Chile Crece Contigo, el cual ha sido pionero en desarrollar un abordaje multidimensional frente a la vulnerabilidad infantil, interviniendo conjuntamente en salud, educación, estimulación temprana, apego familiar, asistencia social, entre otros.

La vulnerabilidad infantil es un ingrediente clave de la pobreza en Chile, ya que entre los niños y niñas de 0 a 17 años la pobreza por ingresos alcanza un 18,2% y la pobreza multidimensional un 23,3%. Aún más, la presencia del número de niños en el hogar es mayor entre los hogares pobres que en los no pobres, a lo que se suma, entre otras condiciones, que una gran parte de los hogares pobres son monoparentales, con jefatura del hogar femenina y con un menor nivel de escolaridad del jefe de hogar. Estos elementos ponen en relieve dinámicas de transmisión intergeneracional de la pobreza, que conforman el escenario para que uno de cada cinco niños en nuestro país crezca en un hogar con carencias de ingreso y/o en materias de educación, salud, trabajo y seguridad social, vivienda y entorno, y/o redes y cohesión social. Todas estas carencias cristalizan en menores capacidades para que alcancen un desarrollo pleno. Es por ello que urge de sobremanera que como sociedad contemos con un sistema de protección para aquellos niños, niñas y adolescentes vulnerables, es fundamental retomar los avances en la atrasada agenda presidencial sobre Garantías de Protección Integral a la Infancia o estaremos repitiendo año tras año el mismo perfil de pobreza y con reducciones cada vez menos significativas.

Pero volviendo a lo general, en la medición del ingreso, notamos que la población que ha superado la línea de la pobreza es cada vez mayor y que ahora ingresa al segmento de vulnerabilidad. Hardy (2011) plantea que la población vulnerable es la que es más altamente susceptible de caer nuevamente en la pobreza, al respecto López-Calva y Ortiz-Juárez (2013) plantean que una probabilidad menor de 10% de caer en la pobreza es la que separa la seguridad económica de la vulnerabilidad, al respecto marcan como un umbral de 50 USD al día (PPA per cápita) como el umbral superior (que en el caso de Chile sería de unos $993.000 mensuales) y uno inferior de 10 USD al día (PPA per cápita, unos $198.600) como los rangos de la clase media. Con esos valores indican que la masa vulnerable está al 2015 entre los deciles III al VI. Es consistente con los datos que muestra Hardy de un 40,5% de sectores vulnerables a nivel nacional, subiendo a un 48,1% en los menores de 18 años.

Entonces si existen rendimientos decrecientes de la focalización y con una considerable masa de población vulnerable, ya no basta solamente la estrategia de focalización como hasta ahora, no basta el solo aumento de los ingresos familiares, sino que debemos pasar a una nueva lógica de derechos sociales universales garantizados, especialmente aquellos relacionados con la Protección Social: si se tienen las necesidades básicas medianamente satisfechas, el deber social es evitar que se caiga nuevamente en el desastre y eso implica un fortalecimiento del Estado como ente asegurador de derechos. Si bien es un proceso todavía en fase de despegue, el aseguramiento de ciertos derechos sociales fundamentales que impidan caer nuevamente en la pobreza, debe ser un pilar en la orientación de los programas de políticas sociales a través de un enfoque de intersectorialidad.

Por tanto el plantearnos un modelo de Estado Protector, el definir socialmente que tipo de régimen de Estado de Bienestar tendremos como sociedad, definir el cómo pagaremos como sociedad por ello, y cuáles derechos serán los garantizados universalmente. Esta es una discusión que perfectamente puede (y debería) plantearse en una Asamblea Constituyente. Siguiendo a Rawls: definamos como queremos que sea el estándar mínimo para el más perjudicado de todos nosotros, en este caso los niños y niñas de Chile.

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