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30 de Diciembre de 2016

Ramón Ulloa, el reportero que no reportea

Me parece que Ramón Ulloa es más bien un buen funcionario, un empleado del mes, el tipo que se gana todos los años el premio como mejor compañero, y eso, según tengo entendido, no es nada parecido a lo que hacen los verdaderos reporteros. O por lo menos a los que intentan serlo.

Por Francisco Méndez
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Francisco Méndez es Periodista, columnista.

Es extraña la figura de Ramón Ulloa. Todos parecen respetarlo, dicen que es un “buen periodista”, y sin embargo nunca lo hemos visto haciendo algo más allá que estar en un lugar y transmitir supuestas sensaciones ambiente, las que van de acuerdo con una línea editorial determinada.

Es como si no quisiera enfadar a nadie. Como si fuera un gran trabajador que cumple con lo que le piden y nunca osa ir más allá. No se atreve, no quiere molestar, sólo “informar” de acuerdo a lo que le dicen, tanto así, que cuando ve una manifestación atrás suyo, en vez de preguntarles a los manifestantes lo que los aqueja, prefiere cortar una transmisión para así no enfadar a los jefes.

Mentiría si sé qué es lo que le enseñaron a Ulloa en la universidad, porque para mí esto es un oficio que comencé a desarrollar con la desesperación de escribir y decir cosas, y no bajo la mirada y corrección de un profesor o una facultad, por lo que no sé que pasa ahí adentro. Mentiría también si es que le puedo dar clases sobre algo, pero lo que sí tengo clarísimo es que Ramón tuvo una noticia a sus espaldas y no quiso informarla. Tuvo a jóvenes protestando en Chiloé y, porque no era parte de lo acordado con la comandancia de Santiago, prefirió obviarlos y mirarlos en menos por no ser tantos.

¿Ese es el periodismo que necesita Chile? ¿Realmente queremos periodistas que busquen el llanto de las víctimas de un terremoto y no se preocupen de los problemas sociales de esos territorios? Yo creo que no. Me parece que Ramón Ulloa es más bien un buen funcionario, un empleado del mes, el tipo que se gana todos los años el premio como mejor compañero, y eso, según tengo entendido, no es nada parecido a lo que hacen los verdaderos reporteros. O por lo menos a los que intentan serlo.

¿Para qué envían a un periodista a terreno, con cámaras y todo, si lo que se espera es que no encuentre nada más que lo que le ordenan? ¿Por qué es preferible que quien se hace llamar reportero no haga su trabajo, y solamente repita un guión que le escribieron en una sala de reuniones en el canal santiaguino? Vale la pena preguntárselo. O por lo menos, aunque sea por un momento, poner ojo en esos rostros que inspiran confianza y son los poseedores de una “credibilidad”. Sobre todo en días en que uno de esos, sin todavía decir nada concreto ni claro, puede llegar a La Moneda.

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