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28 de Febrero de 2017

De promesas no se vive: Más mejoras y basta de cortarnos el agua

Nadie hace nada, de promesas nos toca vivir y tener una libretita para anotar que somos testigos vivientes de cosas evitables. Así de simple.

Por El Dínamo
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No pasó ni un año y Aguas Andinas, OTRA VEZ, nos vio la cara a todos. Otra vez hubo que bañarse a la antigua, con un jarro y hervidor – no es problema en todo caso – a veces es bueno recordar y valorar el agua, sobre todo para esos que abren grifos o dejan la llave corriendo. Pero hoy, no es el tema.

A pesar de que la decisión no me acomodaba, siempre he creído que las medidas se toman por algo, entonces de alguna forma le sigo teniendo “fe” a las autoridades y sus decisiones, que siempre – pienso – serán “obvio” en el marco de proteger a los ciudadanos comunes y corrientes, como usted y yo.

Pero así también pasa que, entre más catástrofes, a uno sí le dan ganas de culpar a las autoridades de turno y se hace muchas preguntas: ¿cómo no aprenden? ¿no toman nota? ¿dónde están los asesores? ¿para qué tienen a tanto experto? ¿de qué sirven las instituciones gubernamentales que trabajan en áreas técnicas como emergencias, remociones de masas y otros? ¿por qué no les exigen a los privados?

Hoy escuchaba a Tomas Mosciatti en la mañana, y contaba que hace algunos años hubo un viaje a Shangai, el que pagó en su totalidad Aguas Andinas y que invitó a varias autoridades (alcaldes, senadores, etc.) de la época, hoy muchos están en el Congreso. Él se pregunta lo mismo que uno ¿con qué fin? Yo también creo que curioso es poco.

Para el bronce durante esta jornada, es que el Gerente Corporativo del Servicio al Cliente de la empresa, Eugenio Rodríguez, descartó compensaciones por las horas que no hubo agua, y yo ahí me pregunto ¿quién paga el gasto de bidones que hacemos en nuestras casas? Porque, seamos francos, no es que un botellón de cinco litros cueste 700 pesos y tampoco compramos solo UNO cuando hay cortes de agua, porque sabemos cuándo empezaron y no su hora de término.

Es aquí donde necesitamos de ese “manto protector imaginario” que nos den las autoridades y que no sólo se queden en la cuña para la prensa y así calmar los ánimos. Es urgente que tomen acciones y que POR FAVOR una vez más trabajen en estar preparados ante eventualidades ¿por qué siempre esperamos que se rebalse todo? ¿por qué nos acostumbramos a ser tan cómodos?

Y es implícito el que sancionen y exijan compensaciones, si el cliente se atrasa en la boleta, la empresa corta y se repone “a más tardar” al día hábil siguiente. ¿Así cualquiera no? Y vaya a reclamar.

Sobre la misma, realizar acciones concretas. Porque las mejoras las estamos escuchando hace años, y de promesas no vivimos. Es como el cuento de que vamos a estar preparados para la próxima emergencia y que hablemos de medidas después de que pase la catástrofe.

Sabemos que no cuesta tanto, pero también sabemos que el servicio público es lento… tan lento como el manjar cuando sale de una bolsa de un kilo.

Y un dato para quienes tienden a culparle todo a un solo sector político: En 1997 se aprobó la privatización del agua, en el Gobierno de Eduardo Frei y en el año 98, se terminaría por materializar.

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