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28 de Junio de 2017

El insoportable hincha de la Roja

"Por eso es que las secciones deportivas de los noticiarios los muestran como si fueran el ejemplo de todos nosotros. Como si ellos estuvieran “haciendo patria” en otros lugares al gritar sus ignorantes consignas vacías de contenido".

Por Francisco Méndez
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Francisco Méndez es Columnista.

Rusia volvió a ver el color rojo circular por sus calles. Esta vez no por una nueva revolución, ni por el aniversario número 100 de la de los bolcheviques, sino por un grupo de chilenos que se ha paseado por el país mostrando su orgulloso nacionalismo, ese que evidencia ante nuestros ojos actos de “pasión” y de idolatría, pero que muchas veces no es más que otra expresión más de una frustración vestida de felicidad.

Es que parece que creen que los futbolistas son los llamados a solucionarles los problemas. Por esto es que más que realmente apoyarlos, lo cierto es que van a ver con sus propios ojos que los jugadores no los estén defraudando o engañando, para así seguir profesando en vivo esa religión que los mantiene con vida sin que tengan claro por qué.
Pero esto los medios no lo toman en cuenta. Al contrario, muestran a estos seguidores de la escuadra nacional con sus sonrisas bobaliconas, besando sus camisetas rojas como si fuera un uniforme en el que descansa su identidad y su personalidad, intentando contarnos, por medio de gritos, que son felices y que le hacen “aguante” a algo que ni siquiera entienden.

¿La política? ¿Las elecciones primarias? Eso no importa, ya que se pudieron endeudar por cientos de años para realizar este maravilloso viaje. Total el futuro no existe, no es relevante. Lo único importante, en cambio, es meterse en algún estadio en donde juegue la “Roja”, para así gritar improperios a todo lo que suene distinto; a todo lo que perturbe una felicidad construida sobre la base de una “unidad nacional” inexistente. Tan inexistente que solamente sirve para robustecer una ideología en la que los demás habitantes de nuestro planeta son nuestros enemigos.

Por eso es que las secciones deportivas de los noticiarios los muestran como si fueran el ejemplo de todos nosotros. Como si ellos estuvieran “haciendo patria” en otros lugares al gritar sus ignorantes consignas vacías de contenido. Porque pareciera que ese es el pueblo que el oficialismo mental quiere; uno que grite harto sin decir nada, con palabras desparramadas que suenan sentidas y hasta emocionantes en la forma. ¿Y el contenido? No, eso es mucho pedir.

Ese es el Chile correcto según los que ven el peligro en los cuestionamientos. Es el país de quienes prefieren un gran grupo de consumidores vestidos de rojo, con la sensación de que están haciendo algo histórico, antes que ciudadanos que realmente hagan algo histórico. Es la falsa sensación de comunidad en la que se fortalece la despolitización y la torpe idea de que un partido de fútbol podría salvarnos la vida. O sino no se entiende que se insulte a los jugadores cuando juegan mal, o que se les fiscalice su vida privada como si tuvieran un “deber patrio” que realmente no existe. Un deber que consiste en darle sentido a la existencia del insoportable hincha de la selección nacional.

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